jueves, 22 de febrero de 2018

VALIDO PARA LA ECONOMIA MACRISTA-EL MONETARISMO EN ARGENTINA

VALIDO PARA LA ECONOMIA MACRISTA


 EL MONETARISMO EN ARGENTINA


 Dr. Walter Beveraggi Allende

 


Comenzaremos por aclarar que nosotros no inculpamos a Milton Friedman por todas las calamidades que se han derivado y se derivan diariamente, para muchos países, de las estrategias monetarias atribuidas, con razón o sin ella, al monetarismo. Es muy posible que muchas de esas calamidades se deriven de tácticas y maniobras (de grupos interesados) que nada tienen que ver con las proposiciones monetaristas.

Pero si tal inculpación ocurriera, Milton Friedman deberá, en última instancia, asumir la responsabilidad, aún por aquello que no es estrictamente derivado de su preceptiva o de la de su "Escuela de Chicago". Por dos razones fundamentales.

Primero, porque el mismo Friedman dice que "lo que importa para el mundo de las ideas, no es lo que pueda ser cierto, sino lo que sea considerado como cierto". Y con la ambigüedad de sus proposiciones, él ha dado lugar a que, en último análisis, cualquier proposición atribuida -con razón o sin ella- almonetarismo, "sea considerada como cierta".

En segundo lugar, porque el Prof. Milton Friedman se ha prestado, en todo tiempo y en todas las latitudes, a una propaganda tan exagerada, en favor de sus proposiciones monetaristas, que todos tenemos el derecho de suponer que, más que propuestas científicas, las suyas son tácticas integrantes de una "acción psicológica" de alcances, no ya nacionales, sino mundiales, a fin de servir propósitos que nada tienen que ver ni con la verdad científica ni con el bien común de la humanidad.
A partir de marzo de 1976, en Argentina, amparado por un gobierno militar y provisto prácticamente con la "suma del poder público", asumió el timón de la economía José Alfredo Martínez de la Hoz, quien -sin ser economista- dijo tomar como modelo las enseñanzas de Milton Friedman y acto seguido puso en práctica un programa decididamente ruinoso para el país y cuyos resultados ya están sobradamente en evidencia.
Por supuesto que el Prof. Friedman no sólo se abstuvo de negar su paternidad respecto del "Plan Martínez de la Hoz", sino que contribuyó de muy diversas maneras a darle su "espaldarazo", convenciendo a medio mundo de que, efectivamente, el aludido Ministro, audaz e improvisador sin límites, era un fiel discípulo de la "Escuela de Chicago". Cientos de públicaciones periodísticas así lo acreditan.
Como prueba de ello, bastará señalar que en 1977, la revista semanal más popular de Argentina publicó una entrevista con Milton Friedman, especialmente dedicada a consultarlo sobre los problemas de ese país y que dicho reportaje, ilustrado con abundantes fotografías del "premio Nobel", al que se califica como "una de las más grandes autoridades en Economía del mundo", ocupa nada menos que trece páginas de la aludida públicación.
En dicho reportaje, el Prof. Friedman avala directa o indirectamente cuanto Martínez de la Hoz estaba haciendo en la Argentina.
Las tasas de interés bancario, que en esos momentos sobrepasaban el 200 por 100 anual, para nada perturbaban a Friedman, quien se limitaba a recomendar la consabida restricción monetaria, "para controlar o aminorar la inflación", al tiempo que -en el mejor estilo clásico-liberal- recomendaba que Argentina produjera aquellos artículos en cuyos costos tenía "ventajas competitivas" ...
A todo esto, el panorama de inflación en Argentina seguía agravándose sostenidamente y no por incremento del caudal monetario, sino por razones enteramente ajenas a esa causal, a la cual Friedman atribuía "siempre y en todas partes" la responsabilidad de dicha anomalía.
Tal como lo he hecho notar en sendas públicaciones durante los últimos años, los principales motores de la inflación en Argentina nada tenían que ver con el incremento de moneda. A saber:
los "reajustes técnicos", nombre que allí se da a los aumentos de los precios y tarifas de productos elaborados y servicios prestados, respectivamente, por empresas estatales, como ser, combustibles, energía eléctrica, transportes, correos, teléfono, gas, etc. Tales reajustes técnicos han significado un incremento de los precios y tarifas aludidos que, con seguridad, supera el 150 por 100 anual, de promedio, durante los últimos seis años; y como se trata de artículos y servicios de consumo muy generalizado - que en numerosos casos constituyen a su vez costos para el adquiriente o usuario - dicho incremento se traslada íntegramente a los precios de todo el espectro productivo, pues si el Estado podía resarcirse de sus "déficit operativos" en las empresas de que era titular, mediante los aumentos aludidos, se consideraba que los particulares tenían el mismo derecho a hacerlo, aumentando sus precios y tarifas de manera análoga. De tal modo que, este solo incremento (no practicado de un solo golpe en el año, sino a través de incrementos mensuales que, sumados constituyen el total anual antes mencionado), bastaba y sobraba para asegurar un ritmo inflacionario equivalente, en lo que antañe al índice general de los precios.
el aumento sideral de las tasas de interés. Fundado en un argumento utilizado sibilinamente por el Prof. Friedman, Martínez de Hoz provocó la elevación de las tasas de interés bancario, que al comienzo de su gestión estaban, digamos, entre un 25 y 30 por 100, por año, hasta situarlas - en pocos meses - entre 250 y 300 por 100 anual. El justificativo Friedman - Martínez de Hoz, totalmente arbitrario y reñido con la ética, es muy simple: como el dinero corriente se desvaloriza en la medida de la inflación, las tasas de interés tienen que elevarse hasta compensar con creces, al "ahorrista", dicha desvalorización. .
Ahora bien como el ritmo inflacionario atribuido a los últimos meses del gobierno anterior al de Martínez de Hoz era muy elevado (en el reportaje a Friedman, antes citado, se hace mención de una "tasa de inflación", entre marzo y mayo de 1976, del 900 por 100 anual), los pretextos estaban dados para elevar las tasas de interés hasta cualquier extremo, bancarias y no bancarias, y así efectivamente ocurrió.
Lo cual vino a sumarse a una rigurosa restricción crediticia bancaria - destinada a afectar exclusivamente al "sector privado " de la economía nacional - que también obedecía - según Martínez de Hoz - a la preceptiva monetarista, pues había que "restringir a todo trance el caudal monetario"... ¡para evitar la inflación!...
Y, en esa forma, el poco crédito bancario que las empresas y los particulares podían obtener a tasa del 200 al 250 por 100 de interés anual, no alcanzaba a satisfacer ni la vigésima parte de los prestamos requeridos por los productores,quiénes - desde luego - hacían frente a un incesante incremento de costos y carecían de recursos propios para financiar su producción. De resultas de lo cual, la inmensa mayoría de estos quedó a merced de los prestamistas "extrabancarios", (compañías financieras, cajas de crédito, y usureros "particulares"), quienes cobraban intereses muy superiores (digamos, del 2 ó 3 por 100 diario), por plazos brevísimos (90, 60 y 30 días, aun cuando entonces se " popularizó " el préstamo a solo 7 días, y aún por plazos menores, para operaciones "interbancarias" o entre compañías financieras) y, obviamente, con garantías tan "leoninas" como les resultaba posible obtener a los prestamistas.
Puede colegirse el fenomenal impacto inflacionario que este incremento de costos financieros tuvo para toda la economía argentina. Quien debía financiar su producción a un costo del 1 ó 2 por 100 diario, de intereses, mal podía dejar de trasladar íntegramente a sus precios de venta semejante carga que estaba soportando.
el incremento de la carga fiscal. tal vez para adaptarse a la preceptiva monetarista en cuanto a que el Estado no debe financiarse sino con el producido de impuestos y empréstitos internos, el gobierno argentino - durante la gestión de Martínez de Hoz - sobresalió por estas dos circunstancias: 1) el aumento descontrolado de los impuestos, particularmente de los impuestos indirectos y específicamente al consumo; 2) la contratación sin límite de empréstitos, no solo en el mercado internacional; sino también en el mercado interno, teniendo como proveedor de fondos a bancos, entidades financieras y particulares. Tales empréstitos, no solo se contratan para atender "gastos generales de la administración pública", sino también obras públicas y los requerimientos siempre crecientes de las empresas estatales, a tasas de interés comparables con aquellas que antes mencionáramos y, por ende, con un costo descomunalmente creciente para el Tesoro Nacional.
Tenemos así enumeradas tres causales, directas e inmediatas, de la galopante inflación argentina que nada tienen que ver con el incremento del caudal monetario: los reajustes técnicos, los " costos financieros " o tasas de interés y la presión fiscal. Todo ello formando parte de un entorno de "terapéutica monetarista".
Nuestra apreciación es que el incremento real del "nivel de los precios", durante los cinco años de gestión de Martínez de Hoz, se sitúa en la cercanía del 400 por 100 anual. Y, al hablar del aumento real del índice de precios, queremos simplemente significar que la tasa de inflación que resulta de las estimaciones oficiales (Instituto Nacional de Estadística y Censos), en ese ínterin, es inferior - en más de un 50 por 100 - a lo que debiera de ser.
El Financial Times, de Londres, sintetizaba de la siguiente manera, en un comentario de mediados del corriente año, la catastrófica situación argentina: "En la actual situación económica de la Argentina hay muchas posibilidades de regresar a la hiperinflación de hace cinco años"... "El número de bancarrotas, que este año es tres veces superior a las del año anterior, es tan endémico que hace tambalear los cimientos de la estructura económica y bancaria argentina"..."Alrededor de 4.200.000 personas, que suponen alrededor del 40 por 100 de la fuerza de trabajo argentina, están actualmente sin empleo, bien sea trabajando pocas horas a la semana o realizando actividades económicamente irrelevantes. Casi 25 bancos de tipo medio y pequeño se encuentran en dificultades"... "un año después del golpe de Estado militar, en 1977, las compañías industriales Deutz, Fiat, Johnn Deere y Massey Ferguson produjeron, entre todas ellas, 25.845 unidades ( tractores ), de las cuales aproximadamente 2.000 fueron dedicadas a exportación. En el último año, las citadas cuatro "grandes" compañías produjeron 3.658 unidades, de las que únicamente 800 fueron enviadas a la exportación. En los primeros cuatro meses de 1981, una industria con capacidad para construir 30.000 tractores al año, únicamente produjo 279 unidades" .