viernes, 5 de mayo de 2017

El otro robo

Guevara en uno de sus libros explica como dominarian a Cuba,dice los llevaremos a un estado de miseria tal que solo pensaran como subsistir. Creo que eso mismo piensan otros gobernantes de la misma calaña--Elba


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El otro robo

Un conocido sufrió un asalto. Como dijo él: casi no me pegaron (casi) y se llevaron toda la plata. Tal vez no sea para festejar (o sí, porque seguir vivo no es poco) pero algo de razón tiene, solo se llevaron dinero. Como todos los que salen vivos de circunstancias similares, agradeció a Dios. No digo que no debiera hacerlo, porque nacimos como sus deudores, pero nos encontramos en igual situación que aquel al que lo cagó un pájaro y agradece que por lo menos los elefantes no vuelen. 
Alguien diría: ¿Y qué más? No porque el robo del dinero fuera poco sino porque pareciera que aparte de la vida no nos pueden robar más. Esto es otro error. Se puede robar mucho, muchísimo más, pero para eso no es necesario esgrimir un arma. Al conocido le robaron la paz, pero hay tantas cosas más dispuestas a la rapiña de los reyes de lo ajeno…

"Cristina robó al país, pero teníamos para comer, hoy tenemos que laburar", dijo una militante de la Túpac Amaru y agregó: "Hoy tenemos que laburar día a día para tener algo".
Esa fue la increíble frase de la militante que se viralizó en las redes sociales. Lo que ella no podía saber – porque no tiene cómo discernirlo – es que cuando Cristina se robó el país también la robó a ella. Robó su futuro, robó su posibilidad de realizarse como persona y por sobre todo, robó su dignidad convirtiéndola en material de descarte.
Un viejo peronista decía que no existe el peronismo sin los pobres porque hay que financiarlo de alguna manera y los pobres siempre han sido un buen negocio. Cuando los pobres dejan de serlo pueden decir que siguen siendo peronistas pero son cualquier cosa, comienzan a tener opinión propia, veleidades de clase media y a discutir las decisiones de los cuadros. También me explicó que las prebendas y las pequeñas sisadas son buenas porque en ellas anida la culpa e impide la crítica a quien hace lo mismo desde una situación más preponderante. Su explicación terminaba en que las bases con albedrío son ingobernables, por algo el General hablaba de dar palos.
Que alguien crea que es un castigo tener que trabajar para conseguir todo aquello que pretende, aunque sea poco, significa que otro con muchos más medios puso toda su intención en estafarlo. Y lo logró. A la militante, Cristina le vendió la nada, la estafó como hizo con el peronismo y al igual que éste, se manifiesta agradecida. Las razones son similares. Esta muchacha ignorante, carente de principios que ni sabe que existen, es -¡Eso sí! – muy agradecida. Perdió todo lo que ignora, por eso no se da cuenta, a cambio de bolsones, planes y asistencias militantes pagas allí donde la llamasen "a hacer quilombo". Una vida de tardes vacías, de mate y sexo compartido, un "muchito" de alcohol y un "alguito" de "merca", jalonaban su existencia ¡Como para no estar agradecida, compañero! El peronismo, también robado, expoliado y vaciado de Perón, parece igualmente agradecido. En su orfandad teme, que condenando a Cristina, salgan a la luz aquellas pequeñas (o no tan pequeñas) sisas, y quien se anime a hacerse cargo pierda los votos militantes. Ellos permitieron que Perón y Evita se convirtieran en una foto escabrosa que era mejor guardar, de allí la orfandad. Fue Néstor el autor del parricidio, ellos lo aceptaron por miedo a que no hubiera otra opción, a cambio les dio las fotos de las viejas, les dijo que eran sus madres y ellos las besaron a pesar del olor a naftalina. Por un instante se preguntaron: ¿qué diría el General de estas viejas zurdas? Pero éste ya no estaba para responderles. Y ellas también los curraron.
Quizá el problema argentino, esa enfermedad desconocida que nos aqueja, tenga su etiología allí. Quizá el odio que se profesa no tenga otro destinatario que el trabajo, el estudio, la dedicación, el juego limpio en cualquier orden de la vida. Vivimos cruzando por el pastito junto al cartel de "prohibido pisar el césped", somos esencialmente vivos, cortamos las calles, nos salteamos las colas que hacen otros. Y como si fuéramos ricos pagamos esas vivezas, esas pequeñas o grandes traiciones a los demás con nuestra vida, nuestra libertad, nuestra dignidad. Cortando una calle suponen que combaten al capital, como decía la marchita, y en cambio defraudan a sus pares no dejándolos llegar a un hospital o haciéndoles perder el presentismo.
Y sino, qué mayor ejemplo que haber llevado a un escaño del congreso al principito subnormal, con su doctorado en Play Station. ¿Qué leyes pretendemos que salgan de allí?
Por eso cuando queramos cuantificar los robos, incluyendo aún el hecho de que se hayan llevado un PBI completo, comencemos por lo más importante que es el robo de la dignidad de la gente.
No los peronistas, como dijo Borges, sino los argentinos, somos incorregibles, cuando en lugar de encerrar a quien robó le damos permiso para ir a pasear.
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