miércoles, 25 de octubre de 2017

Es mentira la verdad: acerca del “caso Maldonado”


Es mentira la verdad: acerca del “caso Maldonado”

 
Hace casi un mes publicábamos aquí un resumen del tema.
Para quienes tengan la dicha de vivir ajenos a esta paranoia nacional, vaya este resumen: A principios de agosto del corriente año, luego de una refriega con unos militantes anarquistas y pseudo-mapuches de izquierda, un joven hippie y tatuador, de nombre Santiago Maldonado, desapareció sin dejar rastros a la orilla del río Chubut, en el sur argentino. Todos acusaron enseguida a las fuerzas de seguridad –los “fachos” de siempre, claro. Que “desaparición forzada de persona”, que “asesinato”, que “secuestro”, etc., etc.
Porque los milicos, como todos sabemos, son siempre malos.


Y comenzaron los rastrillajes para hallar el cuerpo, sin saber siquiera con certeza si el joven había estado allí. Dos jueces, dos meses y una enorme propaganda mediática, parecían no dejar lugar a dudas: había sido la derecha.
Si hasta las mismas fuerzas del orden, para poder rastrillar la zona, debieron pedir “autorización” a los pseudo-mapuches para recorrer –desarmados, claro- los pseudo lugares sagrados. Lo contrario era ¡violar los “derechos de los pueblos originarios”! Porque la ideología no se queda en los libros de historia…
Todo era incierto; no había rastros, pero habían sido los milicos.
– “¡Justicia por Maldonado!”.
Pero, como poderoso caballero es Don Dinero, un pobre pseudo-indiecito, ávido de algo más que de espejitos de colores, decidió contar -en un perfecto español cervantino, claro- dónde estaba el cuerpo, cobrando así la jugosa recompensa que ofrecía el gobierno nacional.
Y así la verdad salió a flote; o, mejor dicho, el pobre muchacho quien, luego de participar de un enfrentamiento con las fuerzas del orden, habría muerto ahogado por falta de pericia revolucionaria.
Pero ya a nadie importa el dolor de su familia; hay que hacer uso de su caso.
Porque en el mundo de hoy nos defecamos en la verdad. Por eso:
– No importa que la autopsia del muchacho -cual si fuera otro San Martín, realizada por especialistas eximios- declare ahora que el difunto no presentaba heridas ni signos de violencia.
– No importa que los mapuches hubiesen sabido desde el principio dónde estaba el cuerpo sin permitir inspeccionar la zona.
– No importa que la izquierda haya usado del pobre cadáver como un rehén post-mortem con fines electorales.
– No importa ni siquiera lo verosímil (la apariencia de verdad), porque el mundo moderno reniega de la verdad:
¡Fueron los milicos!
– ¡Fueron los fachos!
– ¡Fueron los genocidas españoles!
– “¡¡¡Justicia por Maldonado!!!”.
Es que el ideólogo es como el fariseo: tiene oídos y no oye; tiene ojos y no ve. Compra un sombrero pequeño y, en vez de agrandarlo, reduce su cabeza, como los jíbaros.
Por eso tiene poco seso.
Que no te la cuenten…
P. Javier Olivera Ravasi