miércoles, 21 de marzo de 2018

CABILDO Nº13/3-ENTRE COIMEROS, TRAIDORES Y SERVIDORES por Víctor Eduardo Ordóñez





“Recordar es un deber y olvidar es una culpa” fue la magistral enseñanza, que con señorío nos señaló y dejó el mártir CATOLICO Y NACIONALISTA Jordán Bruno Genta, que complace su uso.. Las brindamos como un digno ejemplo y, de igual manera deseamos repetir a un pueblo argentino, que aletargado, confundido, presionado y preparado a adoptar  esa fragilidad de memoria percibe golpes lamentables. Ante tales provocaciones infatigables en búsqueda de disolver e invadir nuestro suelo, los métodos educativos a posterioridad de Caseros fueron aplicados con tal continuidad que vaciaron el ser y sentir nacional. Las ideologías del “PROTESTANTISMO LUTERANO”, “LA REVOLUCION FRANCESA” y “EL COMUNISMO SOVIETICO”, en busca del fin propuesto con aval de la BANCA INTERNACIONAL han dado frutos inimaginables. ¡SU LOGRO PARECE ESTAR OBTENIDO!. La lucha por reconquistar lo que el cielo nos regaló, nos hace reiterar publicaciones de no viejos ni muy nuevos números de la revista “CABILDO”: Actuaban ayer “Por la Nación contra el caos”, hoy:  “porque alguien tiene que decir la verdad”

CABILDO Nº 13-FEBRERO 2001

CRÓNICA NACIONAL

MIRANDO PASAR LOS HECHOS



ENTRE COIMEROS, TRAIDORES Y SERVIDORES

por Víctor Eduardo Ordóñez





El caso del Senado coimeado

El poco tranquilizador juez Liporaci, como para despedir el 2000, decidió sobreseer por falta de méritos a los once senadores acusados o sospechados de cohecho pasivo (en lenguaje vulgar: coima). En realidad, nadie o muy pocos se ilusionaron con la idea de que la investigación iba a ser llevada decentemente adelante y que terminaría con sanciones. En primer lugar, la naturaleza de la causa hacía altamente difícil d esclarecimiento de los hechos porque nadie da recibo por el "pretium stupri" percibido y, en cierto sentido, resultaba ingenuo pretender que el delito se llegara a probar alguna vez. Por eso sonó a especulación política —concretamente, a desenfadada maniobra de presión— la un tanta apresurada declaración del juez, apenas iniciados los trámites, afirmando que había habido delito 


¿Qué pretendía con semejante explosiva afirmación que. luego y a poco andar, se diluiría hasta terminar en el sobreseimiento? Amedrentar a sus investigados que —maldita casualidad propia de nuestro sistema republicano— eran y son los encargados, a su vez, de investigarle él. acusado de enriquecimiento ilícito. Era claro que de mediar, no digamos una partícula de dignidad y decoro sino un resto de sentido común, Liporaci debió apartarse o apartado de la causa desde el comienzo. Pero a nadie le convenía porque, para los curules, perder juez que no estuviera en sus manos era peligroso, no fuera que un magistrado más serio, apto y libre hiciera cargo del expediente y llevara las cosas al fondo. Y, por su parte, el sospechable juez perdía junto con la causa el arma para negociar su impunidad de modo que nadie le preguntara molestamente acera su incremento patrimonial.

Todo indica que hubo un un tosco cruce de facturas. Claro que a un precio muy alto a pagar por todos por la judicatura que así se vuelve  menos confiable que nunca, por la legislatura que no podrá sacarse de encima la sombra pesadísima de la sospecha que toca a todos y a cada uno —cualquiera sea su procedencia— de haber vendido su voto, por la propia dase política que vendrá incrementando el desprecio e, inclusive el temor con que es mirada y enjuiciada por la sociedad. Y, finalmente, el costo ha de recaer también en la sociedad misma que advertirá y sabrá lodo está podrido en Dinamarca, que con esta gente no hay salida posible, que los encargados de velar a son mucho más depravados de lo aceptable lo aceptable para sobrevivir y que sólo no debe confiar en su dirigencia sino que ha de resguardarse de la misma porque no son sus custodios sino sus carceleros, no sus servidores sino sus explotadores, no sus representantes sino sus tiranos.

Una nota sorprendente, que si no fuera insólita sería cómica, es que una vez acreditada la falta de prueba del delito de cohecho (o sea, de quien recibió dinero) e! juez se lance a investigar quién lo pagó y reoriente la pesquisa en ese rumbo, llamando a indagatoria a Flamarique —diestro y siniestro manipulador de banelcos— y Santibañes, hombre fiel del presidente y administrador de las reservadas faltriqueras del Estado. Si nadie cobró, nadie pagó ¿a qué seguir, entonces?

Por supuesto, el opositor-oficialista (flexible como un contorsionista, engañador como un malabarista, espectacular como un tragafuego) Carlos Álvarez se abalanzó sobre el escándalo como si nada hubiera pasado, se emocionó y lagrimeó (no se supo por qué) y trató de sacar el provecho posible. Claro, él había previsto en su renuncia a la vicepresidencia que todo terminaría así, que por eso se alejó y que, en definitiva, sigue con la bandera o la banderola de la ética y de la transparencia, sin parar mientes en que sus correligionarios y conmilitones van cayendo todos los días diezmados por otras denuncias y sospechas.

En cuanto al disparador de todo este escándalo —que tiende a apagarse como una luz de bengala—, el permanente e inmutable Antonio Cañero, debemos confesar que no damos con la clave de su actuación. Ya en el tramo postrer de su vida pública, acosado por los rencores que supo suscitar a lo largo de ella, derrotado a pesar de disponer en su momento de todo el aparato justicialista, arrinconado por sus contradicciones e incoherencias, en fin, olvidado por amigos y enemigos, cuesta señalar la motivación racional que lo impulsó a patear la mesa, rompiendo un tácito pacto de silencio que debe cubrir las aventuras facinerosas de sus camaradas de casta. Escépticos somos como para entrever en su intencionalidad última un rasgo bizarro, un gesto de Quijote o, siquiera, de Robin Hood o, cuanto menos, de Clark Kent. ¿Qué cálculo lo arrastró a semejante estropicio, qué beneficio obtuvo, a quién perjudicó o quiso perjudicar, qué perspectiva le queda después de haber escupido el asado a sus iguales? ¿Y cómo se largó a formular tales acusaciones sin pruebas, que fue lo primero en reconocer? Muy poco serio e, incluso, poco creíble lo suyo. Porque no queda como justiciero —si es lo que se propuso— sino como desairado y al borde del ridículo.

En definitiva y para no seguir abrumando más al lector —que cuando se asome a estas líneas ya se habrá olvidado del episodio y de la tramoya— se puede decir que todo pasó como una tormenta de verano, con algunos chisporroteos que no alcanzaron a ser relámpagos y con algunos relámpagos que no llegaron a ser truenos. Un incidente espectacular, mediático y decididamente menor que, así nos lo tememos, pasará a la desmemoria colectiva; lo que es de lamentar para una sociedad como la nuestra, cada vez más infantilizada y banal que necesita de estos casos para, por reacción, madurar y repensarse con más indignación que hartazgo.

Decretos por doquier

De la Rúa también eligió la víspera de fin de año, al igual que Liporaci, para bombardear a una sociedad más atenta a sus vacaciones que a los entuertos políticos, especulando con que la gente prestará poca atención a las novedades encubiertas que se introducen clandestinamente en los seis decretos dados a conocer el 29 de diciembre, con la astuta ausencia del Presidente (ausencia que se pareció demasiado a una huida) que prefirió trasladar la desagradable tarea de mal querenciarse a sus subordinados. Fue todo muy desprolijo pero también decididamente ilegítimo. No hay razón para echar mano a decretos del tipo de necesidad y urgencia que siempre deben ser excepcionales y no la regla como viene sucediendo desde el gobierno de Menem —apenas obtenida la franquicia otorgada por la reforma constitucional ideal '94— hasta llegar al paroxismo con el actual que no se detiene ante nada y que fuerza todo buen criterio, abusando de un recurso que. en definitiva, terminará por anular la división de poderes y el orden republicano, camino a un totalitarismo sin contenciones. El sistema en sí es perverso y contradictorio dentro de la lógica partidocrática con que se pretende manejar la democracia argentina, ya que lo que de hecho ocurre es que el presidente se vale de este recurso para presionar y desplazar al Congreso cuando advierte una resistencia o disidencia ante sus iniciativas; es decir, que de esta manera el Ejecutivo se sustituye al Legislativo o está en condiciones de forzarlo descarada y públicamente. Lo menos que se puede pedir y esperar es que una vez aceptadas determinadas reglas de juego se las respete por todos y para todos y que no se las trampee sin mayor pudor.

Por decreto de necesidad y urgencia se legisló sobre la desregulación de las obras sociales, de manera que el mercado local se abre a la competencia de las prepagas y como se fijó la fecha del 2 de enero para su puesta en ejecución, se puede entender que esta vieja demanda del FMI —siempre atento a los intereses de las empresas norteamericanas que entrarán al galope— se plantea como una cuestión consumada de hecho frente a la cual no quedará más que resignarse.

Luego de haber disuelto el Ministerio de Infraestructura, en su alocada improvisación el gobierno creó un plan... de infraestructura, con el que piensa hacer brotar 400.000 empleos nuevos en cinco años. La improvisación con que se lo encaró hace dudar de su viabilidad y de seriedad, retocado - como fue ha último minuto antes de su presentación en sociedad, siendo por Io más incompatible con un macroprograma económico en el que la apuesta principal se hace hacia el achicamiento del gasto público y la eliminación del déficit fiscal.

Pero lo que en este parágrado importa es el perdón otorgado a los culpables confesos del asalto al miento de La Tablada en 1989 que en realidad, constituye un bill de indemnidad no para los ejecutora sino para sus ideólogos, esto es su para los responsables últimos. El decreto infamante lleva el número 1.263, con el que pasará a la historia como el ejemplo más notorio de la debilidad y del doblez de un gobierno que no cree en nada, que no puede nada y que negocia todo. La resolución que al gobierno le constaba, según¡ encuestas que él mismo mandó hacer, tiene casi el 90% de la opinión pública en contra— contiene, más de una inequidad y de una ausencia completa de fundamente una mentira y una falacia. La mentira es que procura de esta manera eludir posibles sanciones internacionales. Sanciones que, sabe, no existen fuera de algún ligero apercibimiento y que, en todo caso, no son aplicables. La falacia consiste en que de haber existido un vicio procesal (la falta de la doble instancia) el mismo no se sanea con un acortamiento de las penas firmes sino que, en es lógica jurídica, se debió disponer la instrucción de un nuevo juicio.

Chile, por un plato de lente

Chile se acercó al Mercosur durante el gobierno demócrata cristiano y se alejó con el socialista actual y en esto se diferencian. En efecto. Lagos dio el paso pendiente y entro al NAFTA —lo que le proporcionará ventajas intra y extrarregionales--y al mismo tiempo le permitirá su funciones históricas tradicionales: a) servir como punta de lanza continente al imperialismo de (hasta la guerra del 82, Inglaterra)

b) relanzar la nunca renunciada carrera armamentista que es su constante tentación. Y por eso compró 10 aviones —aunque en principios desarmados— de guerra con la posilabilidad de adquirir otros tantos y de instalar la tecnología para su mantenimiento y eventual fabricación

Sin duda esta maniobra, que seguida de la modernización de otras fuerzas, forma parte del pacto global que le permitirá a EE.UU. insertarse en nuestro continente, por ahora en la cuenca del Pacifico pero a partir del 2004-5 en la atlántica. El ALALC puede ser considerado un hecho porque ni la Argentina quiere ni Brasil puede y aquella por su inercia histórica y este por su imposibilidad coyuntural-- oponerse al avance norteamericano que no es más militar territorial ni siquiera político sino cultural, económico y comercial, específicamente financiero: más deuda, mas préstamos, más dependencia, más intercambio intrarregional. ¡ es el signo de las actuales generaciones gobernantes en nuestra desvalida zona hispanoparlante (en su mayor parte proveniente de la izquierda). Lo de Chile es algo más que una travesura anacrónica, pero también es una advertencia ¿o, quizá, una apuesta a futuro? Nuestros militares, por su lado, prefieren apostar a la parálisis esperando que no se presenten problemas o que los mismos se resuelvan por sí o de cualquier manera.

Delito de traición

Es el que cometió —y sigue cometiendo porque se trata de uno continuado— el presidente De la Rúa como primer magistrado y como comandante de las FF.AA. escamoteando u$s 80 millones para que se ponga en funcionamiento la comisión encargada de determinar el subsuelo marítimo argentino. Lo que más que duplicaría la superficie actual del país. El hecho no necesita de exaltación ya que por sí es una política de Estado. Sin embargo, el Presidente no lo entiende así y con su mentalidad de almacenero apátrida no ve la trascendencia de la cuestión y optó por la salida pobre, por la solución cobarde, es decir optó por el ahorro de unos pocos pesos desinteresándose del tema de la geografía, todo a favor del equilibrio fiscal que es la única gran preocupación de su gobierno. Indudablemente este elenco está signado por la mediocridad, por el tono menor, por la chatura. Y, en especial, por la desubicación histórica (desde hace generaciones nuestras dirigencias carecen de conciencia histórica), por la imposibilidad e incapacidad de afrontar las grandes realidades y de encarar las empresas verdaderamente altas. Se agota en lo pequeño e inmediato y no puede ir más allá de las cifras menudas, más pobres de espíritu que de dinero. Es el giro real y simbólico, representativo y emblemático de una voluntad que llamaríamos metafísica. de achicar a la nación Es lo que las desconcertadas generaciones futuras calificarán de traición no menos repugnante y dolorosa que la de Rívadavia entregando una provincia. Cada cual hace el mal que puede.

Blindaje

El gobierno se frota las manos porque de arriba (mejor dicho, de afuera) le llegó un poco de oxígeno en forma de blindaje económico, más propiamente financiero, junto con la baja de intereses en las tasas internas de EE.UU., del reacomodamiento del euro frente al dólar y, para más adelante, la eventual suba de los precios de algunos granos. Son decisiones completamente exógenas que, aunque en la coyuntura pueda favorecernos, ponen de manifiesto la condición de hoja al viento del país, víctima y prisionero del Modelo. Pero —a riesgo de parecer negativos y pesimistas— hemos de recordar que las anteriores administraciones democráticas y populistas no se mostraron eficientes para administrar grandes masas de dinero. Menem, a su turno, dilapidó los ingentes fondos de las privatizaciones. Miles de millones de dólares se perdieron, la Nación perdió el Estado y el Estado sus empresas. ¿Adonde fue el dinero?

Ahora se reciben en cuotas u$s 40.000 millones ¿qué irán hacer con ellos los ineptos radicales, por qué carriles se perderán? El plan de infraestructura —destinatario natural del préstamo— es resistido por algunos sectores de la Alianza, mientras a último momento se dispuso el incremento previsto del déficit fiscal para atender gastos primarios que quedaron en descubierto por improvisación a la hora de confeccionar el presupuesto nacional. En verdad, no tenemos motivos para ser optimistas con respecto al manejo del nuevo dinero que se nos hace llegar con el propósito real de evitar una crisis internacional. Precauciones que toma el omnipresente Mercado. Hay que temer ante la consuetudinaria ineptitud y es entonces que clamamos más que por un blindaje social, como hace Ruckauf, por un blindaje de la idoneidad y, de ser posible, de la moralidad.

Convocatoria

Hugo Moyano, llevado por un entusiasmo excesivamente ecuménico, convocó incluso al semidisuelto partido comunista; quiere que todos estén en el grupo de resistencia y oposición que, muy lentamente, se va levantando contra el gobierno y el Modelo. Es verdad que el enfrentamiento por su naturaleza y dimensión exige o permite la multiplicidad e, incluso, la sumatoria en la que converjan todas aquellas fuerzas que puedan con licitud llamarse y sentirse nacionales: la empresa consiste en reemplazar un proyecto de entrega y una estrategia de disolución por una política y una filosofía de reconstrucción, reordenamiento y reorganización de todas las energías argentinas dispersas, desactivadas y aun enfrentadas. Pero ¿todos tienen derecho a participar sin importar su procedencia, antecedentes, intenciones y compromisos? Y una cuestión pendiente desde siempre: ¿hay, puede haber una izquierda nacional en sentido pleno? Claro que este planteo nos lleva al punto de origen ¿qué es la izquierda, cuáles son sus títulos, de qué manera y con qué legitimidad puede insertarse en "lo nacional" y en qué dimensión y medida recibe, percibe y puede elaborar una idea de lo nacional? Dejemos de lado la izquierda de extracción marxista ortodoxa (como precisamente es el rezago del partido comunista, fiel hasta la muerte a su sovietismo de base) y que ya sin la disciplina de su dependencia se pierde en su dialéctica anacrónica que sin tácticas ni necesidades circunstanciales, no deja lugar para ninguna preocupación nacional. Es cierto, como lo comprobamos ahora, que el imperialismo es una etapa del capitalismo, pero esto es una media verdad, porque el imperialismo es una constante de la historia universal que se dio y se da bajo cualquier sistema económico y sólo el gusto científico de Marx lo llevó a absolutizar una situación histórica determinada. Lo cierto es que el comunismo como tal es incapaz de encarar una solución ni siquiera una preocupación nacional. No puede concurrir a una convocatoria nacional.

Circula además otra izquierda que se disimula entre los entresijos de la antiglobalización procurando rescatar el concepto de nación antes ( su valor (Foro de San Pablo), comprenderla cabalmente y viéndolo como una simple alternativa dialéctica del hipercapitalismo. Esta gente tampoco está en condiciones de sumarse a un espacio "antimodelo porque para ella la cuestión sigue siendo ideológica y no entraña! esencial, vital. Tiene un sesgo dialectico que no sólo acota a la izquierda sino que la hace incompatible.

Un derivado o un paralelo de la izquierda es la que se esconde bajo el equívoco nombre de progresismo que es el rostro más o menos oculto del gramscismo que, a su vez es la variante móvil de un leninismo extinguido pero que dejó désendientes. No cualquiera puede defender a la patria: sólo aquellos que tienen por tal, es decir que la ven aman, la buscan y la persiguen mas allá de la ideología y de la lucha clases, no como una construcción científica sino como un amable mucho de la vida, como un don de naturaleza.

El nuevo amo

Asumió por fin George W. Buch digno hijo del primer presidente pos Guerra Fría, instaurador de esa nueva forma de imperialismo que se escucha de bajo la indeterminada denominación de Nuevo Orden Mundial, que Clinton fue su continuador y Fukuyama su ideólogo. Si dejamos lado el oscuro proceso electoral — el gigantesco reino de la Democracia!— que lo llevó al gobierno y "legitimado" y limpio de toda sospecha, hemos de afirmar que a la nueva administración sólo le resta concluir aquellas tareas que queda: pendientes de la presidencia de Clinton. Con lo que el ciclo se cierra perfectamente como se puede en historia. En todo caso y para no complicar la glosa, observemos que el poder es el mismo sea quien sea el que lo ejerce. Más o menos como acá salvadas las diferencias porque ambos países —como, prácticamente, en el resto del mundo salvo que en China— las actuales estructuras capitalistas no dejan opciones. De manera que en lo que a nosotros respecta, Bush no tendrá (ni podrá) mas que ajustar un tornillo acá, cambiar un virrey allá, modificar una táctica en algún otro lugar o acentuar la presión allí donde haga falta. Nada nuevo hay que esperar, por lo tanto en relación con Iberoamérica.

Precisamente, el todopoderoso General Powell adelantó a la comisión de relaciones exteriores 'del senado que el *Plan Colombia" se "regionalizará”, eufemismo tecnicismo que significa que toda América Latina deberá implicarse contra la lucha contra el narcoterrorismo. Con lo que Estados parece abandonar su estrategia del "patio trasero" limitada al Caribe, ampliándola a otros espacios lo que es comprensible e inevitable en un imperio en expansión, cuya ley primera es que nada hay en el mundo que pueda serle indiferente ni ajeno y que cuando eso ocurre el imperio comienza a declinar.

China y Europa se alzan como sombras amenazadoras para el hegemonismo político norteamericano, no para el financiero, que traslada capitales ilusorios a través de las antiguas fronteras nacionales, que avanza sin control pero se detiene allí donde un sentimiento o una cultura diferenciadora se opone, que es precisamente lo que ocurre con China y Europa. He aquí sus dos grandes rivales que se perfilan para las próximas décadas; o sea un orden trio tetrapolar en lugar del bipolar a cuyas exequias asistió, aunque sin contribuir a su muerte, el padre del actual emperador.

El Fondo se enojó

El FMI lanzó un fiero documento sobre las idas y venidas de los proyectos de reformas a la ley laboral, las obras sociales y el régimen previsional en la Argentina. No le faltó razón al organismo que maneja el crecimiento y la decadencia de las naciones cuando calificó de "lamentables"  ciertas actitudes de nuestros políticos sobre dichas materias. La declaración sonó a retó tanto como a intimidación. La partidocracia local reaccionó con más temor que enojo porque ve peligrar el apoyo proporcionado por los dueños del  llamado "blindaje" del que se piensa vivir y sobrevivir durante los años. Protestaron al mismo tiempo  que se disculpaban. Las creemos, se las llevó en esta ocasión la ahora apacible docente Fernández--olvidada de propios y ajenos— que recurrió al macaneo mas libre y así dijo cosas como que blindaje se otorgó porque "el país merece confianza". En realidad lo recibió porque, con esfuerzo, hizo bien los deberes impuestos por el Fondo y para evitar una de esas crisis que el propio Fondo crea y provoca con sus instrucciones e intolerancias. Bravuconadas que hacen temblar a las plutocracias y a las burocracias que les son afines: de ellas el temblor pasó a la sociedad con lo que la ficción se completó: los mercados se enardecieron y sólo se calmaron —o se calmarán— cuando se vuelva a la ortodoxia más estricta y dura. Lo que quiso decir —o, mejor, lo que quiso ocultar— la ajada ministra es que el país se endeudó lo bastante como para que se siga haciéndolo en adelante.

Otra traición
Casi no podía ser de otro modo: De la Rúa decidió dejar librado a su suerte a otro militar argentino, perseguido por una "justicia" tramposa a través de las fronteras (o lo que queda de ellas). Se trata del capitán Cavallo detenido, como es habitual, a disposición del infatigable, grotesco y tuerto juez español Garzón. Atrás quedaron las adhesiones a las posturas en sentido contrario; atrás quedaron las promesas electorales (a esta altura se puede decir que ni una sola se cumplió), atrás el incipiente gesto de defender la soberanía. Pero cabe reconocer una cierta y perversa coherencia, una cierta lógica interna en esta laxitud, en esta complacencia y en esta entrega incondicionada pero metódica que recorre a la Alianza y a su gobierno. En primer lugar, su vocación y gusto —tan propios de todos los progresismos que en la Argentina han sido— por la mundialización, la subalternización y factorización del país. Además ¿qué se podía esperar de un elenco integrado por personas como la señora Fernández que, en los inciertos días del llano y de la "lucha", se dedicaron a visitar los estrados del susodicho Garzón denunciando a sus compatriotas y dándole letra para fundamentar su pretendida competencia judicial? ¿Cómo esperar que estos ex subversivos fueran a perder la oportunidad, ahora que tienen el poder, de acosar a sus vencedores en el terreno militar? Y tampoco es de asombrar que el presidente que abrogó las penas a los terroristas de La Tablada actúe de un modo diverso. Triste coherencia, canallesca continuidad de objetivos, excusas y procedimientos, ruin repetición, esta es la política de una asociación izquierdista que prolonga y reproduce lo que hizo y quiso en la guerra.