martes, 20 de febrero de 2018

La única y trágica "grieta" de la Argentina '70

La única y trágica "grieta" de la Argentina '70`

Cámpora con los dos únicos presidentes latinoamericanos que invitó a su investidura presidencial. Los comunistas Dorticós (Cuba) y Allende (Chile)



Las mentiras políticas son tan grandes, que exigen la reorganización de toda la estructura de los hechos, la construcción de "otra realidad" en la que esas mentiras encajen sin dejar grietas, brechas ni fisuras.

Hannah Arendt, Verdad y mentira en la política

Jorge Fernández Zicavo

Pocos aniversarios de la nación argentina son tan polémicos como el Golpe de Estado dado por sus Fuerzas Armadas el 24 de marzo de 1976 contra el Gobierno constitucional presidido por María Estela Martínez de Perón.
Como es bien sabido, el relato canónico y oficial de aquel suceso y de la dictadura a que dio lugar, fue elaborado por la izquierda que desde 1969 pretendió tomar el poder mediante una Guerra Revolucionaria terrorista-militar. Conocemos de sobra el objetivo de ese relato filoterrorista divulgado 24 horas diarias en escuelas y medios de comunicación desde hace treinta y tres años: silenciar su agresión a la población civil y al Estado, convertir a los terroristas victimarios en víctimas del "terrorismo de Estado" y demonizar a las Fuerzas Armadas "genocidas".
Mis refutaciones a ese relato inaugurado en 1984 por la izquierdista CONADEP de Alfonsín y todavía vigente en el Gobierno de un Macri rendido a las corruptas organizaciones de Derechos Humanos y a sus siniestros Parque de la Memoria, Día de la Memoria y Juicios por la Verdad, ya han sido expuestas varias veces en este Blog, por lo cual, sólo haré unos breves apuntes para la ocasión.

1-Produce estupor escuchar a la izquierda actual, heredera y apologista de la izquierda "setentista" alzada en armas contra gobiernos constitucionales para implantar una dictadura comunista de partido único, repudiar a otra dictadura: la militar implantada el 24-M-76.
2-Respecto a los golpes de Estado y dictaduras, no deberían ser repudiados desde criterios jurídicos-formales, pues la Historia enseña que pueden ser negativas (para imponer un régimen totalitario) o positivas (para impedirlo). Ejemplos del primer caso serían las dictaduras de la Unión Soviética, China, Camboya, Corea del Norte, Cuba… o las de Hitler y Mussolini. Del segundo, las dictaduras autoritarias de España en 1936, de Chile en 1973 o de Argentina en 1976 que, tras cumplir su objetivo de aplastar la amenaza comunista, cedieron el poder a gobiernos constitucionales. ¿Repudiaríamos hoy que se hubiera dado un golpe de Estado contra Hitler (incluso, siendo canciller), que muy probablemente habría evitado la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto judío? ¿O contra el genocida Pol-Pot? ¿O contra Fidel Castro, evitando al pueblo cubano seis décadas de dictadura? ¿O contra la monarquía absolutista norcoreana Kim Jong?
3-Sin duda, y como reconoció el general Videla, políticamente el Golpe fue un gran error estratégico pues ya tenían los decretos ordenando la aniquilación de la subversión armada. Asimismo, si dicha aniquilación se consiguió a finales de 1977, fue un error esperar hasta 1983 para restaurar la legalidad republicana. Pero la Historia es la que es, o mejor dicho, la que fue; y lo que quedará registrado para siempre en la historia argentina es que sus Fuerzas Armadas y policiales propinaron al comunismo internacional su mayor derrota política y militar desde la Guerra Civil Española de 1936-1939.
4-No hubo nada ni remotamente parecido a Terrorismo de Estado (tipificación penal o concepto jurídico que no existe en ningún código penal del mundo, ni siquiera en el argentino), como tampoco a los Delitos de Lesa Humanidad, un mantra que se menciona con mala fe o con bochornosa ignorancia del Estatuto de Roma. La condición imprescindible para tipificar determinados delitos como de Lesa Humanidad es que “se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil”. Añadiéndose a continuación en ese Artículo 7, "de conformidad con la política de un Estado o de una organización de cometer esos actos o para promover esa política". Para el nada sospechoso izquierdista argentino y ex Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, por Organización debe entenderse grupos armados no estatales: guerrillas, ejércitos insurgentes, etc. Demás está decir, que en Argentina el Estado no atacó a "la población civil", sino exclusivamente a las organizaciones terroristas que al 24-M-76 llevaban siete años atacando, ellas sí, sistemáticamente, a la población civil opuesta a su ideología marxista: jueces, intelectuales, políticos, periodistas, sindicalistas peronistas ortodoxos, empresarios, ejecutivos y a todo ciudadano considerado un "enemigo del pueblo". Más las "víctimas colaterales" de civiles muertos en sus atentados explosivos en edificios de viviendas, coches-bomba, etc.
5-En consecuencia, también es una grotesca falacia hablar de "represión a los opositores", porque no existió ninguna "oposición" de los partidos políticos. Se clausuraron sus sedes, pero no fueron proscriptos, y muchos de sus dirigentes ocuparon cargos en ministerios, gobernaciones, intendencias y embajadas. Hay anécdotas muy elocuentes al respecto, como la tarde en la que el presidente Videla y algunos políticos se reunieron en la confitería El Molino para "intercambiar opiniones en un ambiente franco y distendido".
O que Arnedo Álvarez, secretario general del Partido Comunista, tenía una custodia de la Policía Federal; a pesar de lo cual, el 24 de marzo de 2006 el PC se atrevió a decir en un comunicado: "Estamos orgullosos de ser un partido que resistió dignamente los ataques de la dictadura". Aquella singular convivencia entre la dictadura militar y los partidos fue calificada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como "un comportamiento gubernamental… flexible".
6-Vinculada a la falsedad de la "represión" aparece la gran estafa histórica y crematística de los "desaparecidos" que, para no extenderme, resumiré como anexo al Apunte 4.
No hubo "terrorismo de Estado", sino todo lo contrario: contraterrorismo del Estado, contra un terrorismo contra el Estado. Salvo las excepciones que no deben descartarse, y teniendo en cuenta que las operaciones descentralizadas involucraron a varios miles de militares y policías a lo largo y ancho del país, no me cabe ninguna duda, por sentido común y algunas lecturas sobre otros escenarios de guerra revolucionaria, que la gran mayoría de los "desaparecidos", es decir, de los terroristas capturados y ejecutados, eran miembros de las "organizaciones armadas", ya fuera como combatientes o como "militantes" de superficie (sindicales, estudiantiles, etc.) porque en la segunda fase de la Guerra Revolucionaria todos los "militantes" del PRT o del Partido Montonero pasaron a ser, simultáneamente, soldados y oficiales del Ejército Revolucionario del Pueblo y del Ejército Montonero. Es decir: la "militancia" orgánica era polivalente, para impedir que se impusiera una "línea militarista" en detrimento de la política. "El Partido dirige al Ejército" era un axioma del comunismo internacional que se aplicó en las revoluciones rusa, china, vietnamita y cubana.
Cuando en 1975 comenzaron las operaciones de aniquilación decretadas por el Gobierno de María Estela Martínez de Perón, los Servicios disponían de una copiosa información acumulada durante siete años. Y de muchos agentes infiltrados, tal como reconoció Rodolfo Walsh en 1977 al recomendar a la Conducción Nacional de MONTONEROS "disolver todas las estructuras penetradas por el enemigo".
Resumiendo: las fuerzas del Estado no operaron arbitrariamente; sabían a quienes debían capturar y ejecutar.
Respecto a la cifra de desaparecidos, ya es oficial (revisión del informe CONADEP) que fueron 6.000, por lo cual no perderé el tiempo en discusiones aritméticas funcionales al Relato terrorista. En cuanto a la cínica pregunta "¿Dónde están?"... "Todavía los seguimos buscando", que formulan las corruptas organizaciones de Derechos Humanos, o el ex terrorista erpiano Eduardo Anguita en televisión, resulta una grotesca hipocresía pues, tras las decenas de juicios a los "represores" y la Causa ESMA, en particular, es de público conocimiento que, salvo pocos casos de fusilamientos y posterior enterramiento en fosas clandestinas, la metodología generalizada y sistemática para las ejecuciones consistió en matarlos con una inyección de pentotal en los "vuelos de la muerte" y arrojar sus cadáveres al Atlántico.
Finalmente, quisiera refutar al ex terrorista montonero Luis Labraña, quien sostiene que la violencia militar y terrorista de la izquierda durante la década 1970 fue consecuencia de una fractura institucional y social iniciada con el Golpe militar de 1930 y continuada con los de 1955 y 1966. "¿Qué nos ha pasado a los argentinos?" se pregunta.
Pues, lo único “que nos ha pasado a los argentinos” en aquellos años de Guerra Fría, fue lo mismo que a los colombianos, venezolanos, nicaragüenses, salvadoreños, guatemaltecos, peruanos, brasileños, uruguayos y chilenos: haber sido elegidos sus países por el imperialismo soviético para fracturar la hegemonía de EEUU en América Latina mediante terrorismo y guerrillas. Un objetivo estratégico enunciado con brutal franqueza por Fidel Castro: “Convertir la Cordillera de los Andes en la Sierra Maestra de América” y por el “Che” Guevara: “Crear uno, dos, varios Vietnam”.
Para terminar:
La “grieta” o fractura política y social más trágica de la historia argentina después de sus interminables guerras civiles en el Siglo XIX, no se produjo el 24 de marzo de 1976, sino el 25 de mayo de 1973, cuando Cámpora dio vía libre a la segunda fase de la Guerra Revolucionaria. Aquella jornada marcó un antes y un después, fue el suceso más grave y decisivo de la década, la "clave" para comprender y descifrar la tragedia posterior, porque si Cámpora no hubiera indultado a 360 terroristas legalmente presos bajo jurisdicción de la Cámara Federal en lo Penal creada por el "dictador" Lanusse para combatir legalmente al terrorismo, era obvio que también Perón y luego "Isabel" hubieran continuado esa política represiva, manteniendo la actividad terrorista bajo control o a niveles aceptables. Se habría impedido así, que las "organizaciones armadas" consiguieran alcanzar el alto grado de desarrollo militar que les permitió abrir el foco de guerrilla rural en Tucumán, copar seis unidades del Ejército, derribar un avión de la Fuerza Aérea y dinamitar una fragata de la Armada. En mi opinión, quien no acepte la importancia decisiva que tuvo aquel indulto de Cámpora en la Guerra Revolucionaria iniciada en 1969, no comprenderá el proceso dialéctico que en febrero y octubre de 1975 obligó al Estado, entonces bajo un Gobierno constitucional, a ordenar que el Ejército, apoyado por la Armada y la Fuerza Aérea, aniquilaran al Ejército Revolucionario del Pueblo y al Ejército Montonero.