lunes, 25 de diciembre de 2017

Entrevista con Roberto de Mattei sobre la creciente crisis de la Iglesia


ADELANTE LA FE

Entrevista con Roberto de Mattei sobre la creciente crisis de la Iglesia

Muchos católicos de todo el mundo esperaban que los cardenales de losDubia hicieran pública su corrección al papa Francisco sobre la exhortación postsinodal Amoris Laetitia. ¿Qué le gustaría decir a los fieles que están decepcionados y hasta desanimado con el silencio de los principes de la Iglesia? ¿Qué les diría para animarlos a perseverar en la esperanza y la Fe? Roberto de Mattei (RDM): La crisis actual de la Iglesia no se ha originado con el papa Francisco, y tampoco se centra en una sola persona. En realidad se remonta al Concilio Vaticano Segundo, y aun podemos retrotraerla hasta la crisis modernista [de principios del siglo XX]. 
     
    Actualmente, una parte considerable del colegio cardenalicio, del episcopado y del clero en general está infectada de modernismo. Los escasos cardenales, obispos y sacerdotes que resisten deberían tener en cuenta esta situación,  y tenemos el deber de ayudarles. Y ante todo no debemos suponer que una acción aislada de alguno de los actores mencionados, como podría ser la corrección fraterna al Sumo Pontífice anunciada por el cardenal Burke, puede resolver por sí sola la crisis. Lo que hace falta es la convergencia y unidad de acción de diversos grupos tanto del clero como de laicos, cada uno a su propio nivel y conforme a su capacidad, unan y concentren esfuerzos. El sensus fidei puede orientar a los cardenales, obispos, religiosos y simples seglares para que sepan reaccionar [a la crisis que atravesamos]. La importancia de la corrección filial firmada por 250 intelectuales, tanto religiosos como seglares, estriba en que expresaron ese sensus fidei. La reacción puede variar de un país a otro, de una diócesis a otra, pero siempre se caracterizará por la profesión de la verdad y una denuncia de los errores opuestos a dicha verdad. 
    MH: ¿Y cómo se puede resolver esta situación?
    RDM: No serán hombres quienes salven a la Iglesia. La situación se resolverá mediante una intervención extraordinaria de la Gracia, que debe no obstante ir acompañada de un compromiso activo de los fieles católicos. Hay quienes creen que lo único que se puede hacer es guardar silencio y esperar un milagro rezando. Pero así no se resolverá. Es verdad que necesitamos una intervención divina, pero la gracia perfecciona la naturaleza. Cada uno debemos hacer todo lo que podamos dentro de nuestra capacidad. 
    MH: La carta de 2016 en la que el papa Francisco aprobó las pautas fijadas por los pastores bonaerenses se publicó en Acta Apostolicae Sedis, junto con una nota del secretario de estado, cardenal Parolin, que afirmaba que el propio Papa quería que ambos documentos –las pautas y la carta– se publicaran en Acta Apostolicae Sedis.
    RDM: Al haberse publicado en las actas oficiales de la Santa Sede las pautas de los obispos argentinos y la aprobación del Sumo Pontífice ha quedado oficialmente expresado que no son posibles otras interpretaciones de Amoris Laetitia que las de los prelados argentinos, que autorizan que se administre la comunión a los divorciados vueltos a casar que se encuentran en estado objetivo de pecado mortal. Aunque la carta tenía un carácter privado, su publicación en las Actas convierte la postura del Papa en un acto de magisterio. Yo diría que esto confirma la tesis manifestada por el P. Giovanni Scalese en us blog, según la cual estamos entrando en una nueva fase del pontificado de Francisco: pasamos de una revolución pastoral a la reformulación sin disimulo de la doctrina. El discurso de Francisco el pasado 11 de octubre con motivo del 25º aniversario de la promulgación del nuevo catecismo, da la impresión de pedir una reinterpretación del Catecismo de la Iglesia Católica a la luz de Evangelii Gaudium y de Amoris Laetitia.
    MH: En un texto  recientemente publicado, usted afirmó con relación a la rehabilitación de Lutero actualmente en curso en la Iglesia Católica: «En una palabra, todo católico está llamado a decidir entre alinearse en las filas del papa Francisco y los jesuitas de hoy, o en las de los jesuitas de ayer y los papas de siempre. Es hora de escoger, y la meditación ignaciana de las dos banderas (Ejercicios espirituales, nº 137) nos ayuda a hacerlo en estos tiempos difíciles.» ¿Tendría la amabilidad de explicar un poco más estas palabras a nuestros lectores, no sólo en lo relativo a la cuestión de Lutero, sino también de Amoris Laetitia?
    RDM: Hay momentos en nuestra vida y en la historia de la Iglesia en que nos vemos obligados a elegir sin ambigüedades ni transigencias entre dos posturas opuestas. Los Ejercicios espiritualees de San Ignacio y la teología de la historia que expuso San Agustín en La ciudad de Dios no hacen otra cosa que poner de relieve la máxima evangélica de que «nadie puede servir a dos señores; porque odiará a uno y amará al otro» (Mateo 6,24). Desde esta perspectiva, la reciente publicación en Acta Apostolica Sedis de la carta de Francisco a los obispos argentinos reduce la cuestión a dos posturas diametralmente contrarias. La mentalidad de los cardenales, obispos y teólogos que sostienen que es posible interpretar Amoris Laetitia en conformidad con el párrafo 84 de Familiaris Consortio  y otros documentos magisteriales ha quedado pulverizada.  Amoris Laetitia es un documento, ineludible, la prueba del fuego hay que aceptarlo o rechazarlo en su totalidad. No cabe una tercera postura, y lo bueno de la inclusión de la carta del papa Francisco en la de los prelados argentinos  [en Acta Apostolica Sedis] es que lo deja claro.
    MH: Hay quienes niegan que la publicación de la carta a los obispos argentinos sea un acto del Magisterio, porque propone una postura errónea, por no decir herética.
    RDM: A mí me parece que cualquiera que piense así parte de una premisa errónea: la idea de que el magisterio pontificio no puede errar jamás. En realidad, la inerrancia sólo está garantizada al Magisterio con unas condiciones muy concretas, que están expresadas claramente en la constitución dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I. En documentos no infalibles del Magisterio puede haber errores, incluso del Magisterio pontificio, y más en épocas de grandes crisis. Un acto de Magisterio puede ser auténtico y solemne, y a la vez erróneo. Así sucedió por ejemplo, en mi opinión, con la declaración Dignitatis Humanae of Vatican II, que aparte de su carácter pastoral, es innegablemente un acto magisterial y casi con toda seguridad contradice la doctrina de la Iglesia en relación con la libertad religiosa, al menos de modo indirecto e implícito.
    MH: ¿Prevé usted un cisma formal ? ¿Cómo se presentaría en la práctica? ¿Quién sería el instigador de semejante cisma, y cómo afectaría a los seglares y católicos de la calle?
    RDM: Un cisma es un división interna de la Iglesia, como la que se dio en Europa durante cuatro décadas entre 1378 y 1417, cuando nadie podía identificar a ciencia cierta dónde estaba la autoridad legítima de la Iglesia. Esa división se conoció como el Gran Cisma de Occidente, y no se trató de una cuestión de herejía. Ahora bien, en general la herejía sigue al cisma, como sucedió en Inglaterra en tiempos de Enrique VIII. Actualmente atravesamos una situación sin precedentes en la que la herejía, que en sí es más grave que el cisma, precede a éste en vez de seguirlo. Todavía no hay cisma formal, pero hay herejía en la Iglesia. Son los herejes los que están promoviendo el cisma en la Iglesia; desde luego no lo están creando los católicos fieles. Y ciertamente no se puede calificar de cismáticos a los católicos fieles que quieren  apartarse de la herejía.
    MH: Usted parece dar a entender que el Papa puede estar fomentando el cisma y la herejía en el seno de la Iglesia. ¿Qué consecuencias podría tener una situación de semejante gravedad? ¿Perdería el Papa su autoridad como pontífice?
    RDM: Un problema de tanta importancia y complejidad no se puede resumir en unas pocas palabras. Es necesario un debate teológico sobre este punto. Con relación a este tema podríamos consultar el libro True or False Pope by Robert J. Sisco y John Salza, los textos del abad Jean-Michel Gleize en la publicación francesa Courrier de Rome y, sobre todo, el estudio de Arnaldo Xavier da Silveira, o Ipotesi teologica di un Papa eretico [Theological hypotheses about a heretic Pope]. El autor, cuya postura en esencia comparto, desarrolla la tesis de los decretistas medievales, de San Roberto Belarmino y de teólogos actuales como Pietro Ballerini, para quienes, a pesar de la incompatibilidad fundamental entre profesar una herejía y ejercer la autoridad pontificia, el Papa no deja de serlo hasta que su herejía se hace patente a toda la Iglesia. 
    MH: Por último, ¿podría dar su opinión y unas palabras de ánimo a nuestros lectores en la conclusión del centésimo aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima?
    RDM: El desaliento es una sensación que un católico activo no puede permitirse. La primera arma que se debe emplear contra los enemigos que atacan a la Iglesia es el uso de razón, para demostrar las contradicciones en que viven inmersos enemigos y por las que inevitablemente mueren. Después, tenemos que recurrir al auxilio invencible de la Gracia. Hace cien años, Nuestra Señora de Fátima previó la crisis que estamos viviendo. Anunció un castigo si la humanidad no se convertía, pero también hizo una promesa incondicional e irreversible: el triunfo de su Corazón Inmaculado. Y por su parte, Nuestro Señor nos prometió que estaría siempre con nosotros, hasta el fin del mundo (Mateo 28,20). ¿Qué más podemos pedir?
    (Traducido por J.E.F. Fuente. OnePeterFive)