martes, 17 de octubre de 2017

Mariano Rajoy no quiere enterarse por qué los ciudadanos españoles hemos salido a la calle durante los últimos días

Mariano Rajoy no quiere enterarse por qué los ciudadanos españoles hemos salido a la calle durante los últimos días

Dos mandos de la policía española observa el paso de los manifestantes defensores de la unidad nacional.
Dos mandos de la policía española observa el paso de los manifestantes defensores de la unidad nacional.
Por José L. Román.- Los ciudadanos españoles no hemos salido a la calle con banderas españoles para convencer a Puigdemont y a sus acólitos de que rectifiquen y depongan su actitud desafiante. Ni tampoco para que el nacionalismo catalán vuelva al “buen comportamiento” de hace una década, dar carpetazo al desafío separatista, volver todos a sus puestos, y, “pelillos a la mar”, no.
Tampoco hemos salido a la calle para defender esta democracia como de ordinario se cree; una democracia que ha constituido el instrumento utilizado por los gobiernos centrales para llevar a los independentistas hasta el punto en el que nos encontramos. No debemos olvidar que el biberón democrático de esos gobiernos –y no me cansaré de repetirlo-, es el que ha criado lustrosamente al monstruo independentista catalán, del mismo modo, que lo hizo con el terrorismo vasco. Un instrumento que ha llevado a los terroristas hasta las instituciones, haciéndoles partícipes de nuestros impuestos para que con ellos pudieran matarnos.


Dejemos las cosas claras, señor presidente. Los españoles hemos salido a la calle sin disfrazarnos de nada y con nuestra enseña nacional, hartos de la cobardía del gobierno de la nación para enfrentarse al independentismo. Hemos salido a la calle para decirle al gobierno del Partido Popular y al Parlamento, que con los golpistas antiespañoles ni se negocia ni se dialoga. Hemos salido a la calle para decirle al gobierno del Partido Popular que deje de marear la perdiz y acate lo que el pueblo demanda, que no es otra cosa que la aplicación inmediata del artículo 155 de nuestra Constitución. Hemos salido a la calle para decirles, que la autonomía catalana debe ser intervenida de inmediato; sus medios informativos separatistas cerrados; y los golpistas detenidos y puestos a disposición judicial; que el Cuerpo de mozos de escuadra debe ser disuelto por deslealtad y traición; que el gobierno central debe recuperar competencias en educación, seguridad y justicia; y que los Tribunales de Justicia deben acometer una rigurosa y exhaustiva depuración de responsabilidades en todos y cada uno de los delitos de odio que han tenido lugar en los centros de enseñanza catalanes.
Hemos salido a la calle para mostrar nuestra indignación y repulsa a todo lo que el comunismo representado por Podemos y sus mareas significan para nuestro pueblo, y pedir abiertamente su ilegalización inmediata junto a todos los partidos independentistas y paladines del terrorismo.
Ustedes llevan defendiendo esta democracia durante cuarenta años, y miren hasta donde nos han llevado: al colapso de los juzgados por casos de corrupción política, siendo los más escandalosos los del nacionalismo catalán. Nos han llevado a la negociación con la ETA y a la puesta en libertad de los asesinos, mientras las víctimas se consumen de dolor e impotencia. Nos han llevado al desafío independentista en su grado máximo dejando una sociedad catalana seriamente fracturada. Nos han llevado a la irrupción de los terroristas en las instituciones y del comunismo en el Parlamento, con acceso al Tesoro Nacional, con cotas de pantalla en las televisiones como jamás soñaron, y con una propaganda de apoyo al régimen criminal de Venezuela que pone escalofríos en el alma.
A esto y a mucho más, nos han conducido con esta democracia que usted señor presidente insiste en defender y seguir sosteniendo. Por lo tanto, se equivoca si piensa que el pueblo español se ha lanzado a la calle tras el golpe de estado del nacionalismo catalán, lo mismo que lo hizo el 23-F, para defender su democracia y la de los mismos partidos políticos que acaparan la totalidad de los medios informativos y la vida social y política, sin dar un respiro a los disidentes y voces discrepantes.
Dejen de confundir a la opinión. El pueblo español no ha salido a las calles de sus pueblos y ciudades con banderas españolas para defender esta democracia como sostiene algún que otro sociólogo y los medios informativos del gobierno, ni para pedirle al nacionalismo catalán que se arrepienta de sus pecados y todo quedará solucionado, no. Hemos salido a la calle para decirle a los separatistas, a sus medios informativos sectarios, y a quienes les han venido dando pábulo durante cuarenta años, que se acabó la tiranía; que queremos estudiar en español; que queremos rotular nuestros establecimientos en español; que queremos celebrar el día de la Constitución como los demás españoles, pero en Cataluña; que queremos poder ver jugar a la selección española de fútbol en estadios catalanes; que tenemos derecho a disfrutar con el discurrir de la vuelta ciclista a España por los pueblos catalanes; que queremos volver a ver a la Guardia Civil y a la Policía Nacional por las calles y pueblos de Cataluña; y, que el Ejército de España, como una de las principales instituciones del Estado, tenga presencia en Cataluña como en el resto de España, como símbolo y garantía de unidad, paz y libertad.
Los ciudadanos que nos sentimos españoles, hemos salido a la calle en un acto de afirmación nacional, para decirle al gobierno central, a los gobiernos autónomos, a los partidos políticos en general, a Europa, y al mundo, que la Constitución debe ser reformada urgentemente, pero, no para dar más pábulo a los gobiernos autónomos como algunos proclaman, sino para abolir y extirpar de raíz el sistema autonómico por tratarse de un cáncer maligno origen de todos nuestros males, que ha dividido a España y a los españoles, que ha provocado una presión fiscal confiscatoria, que ha creado multitud de academias proseparatistas donde se imparte el odio a España, y porque se han constituido en 17 oficinas de colocación para los partidos políticos.