Gracias, Sr. Puigdemont
José
María Carrascal*.- Gracias, porque ha conseguido unir a todos los
españoles que no piensan como usted, lo que es difícil. Aún más difícil
es que logró que Pedro Sánchez esté dispuesto a apoyar una propuesta de
Mariano Rajoy. Y ya lo que roza lo inimaginable es que ha conseguido que
las más importantes empresas catalanas se vayan. Aunque peor que haber
descapitalizado, desindustrializado y dividido Cataluña es que ha
acabado con el prestigio de los catalanes como gente seria, formal, en
la que puede confiarse. Ya venía erosionándolo con mentiras y uso de
todo tipo de triquiñuelas para avanzar en su hoja de ruta. Pero en los
últimos quince días ha violado todas las leyes vigentes en Cataluña,
empezando por su Estatuto, todas las normas parlamentarias en una sesión
bochornosa de su Parlament, todos los criterios democráticos en un
referéndum tercermundista y todas las mentiras posibles, desde que
seguirían en la Unión Europea a que no se marcharían sus empresas.
Como
guinda, ha violado la ley ilegal de desconexión aprobada por ellos
mismos, que exigía la declaración de independencia respecto a España a
las 48 horas de anunciarse el resultado del ilegal Referéndum, y ha
anunciado la independencia, pero ha suspendido su declaración mientras
se celebran negociaciones no previstas ni convocadas. Una argucia de
picapleitos. Le han temblado las piernas, ha tenido miedo e intenta
engañar a todo el mundo, empezando por sus socios de gobierno, que ya no
le creen, como no le cree nadie. Con ello ha desprestigiado al
nacionalismo catalán por mucho tiempo, espero que para siempre porque el
tipo de nacionalismo que predica, exclusivo, excluyente y xenófobo no
es bueno para nadie, incluidos sus seguidores.
Se comprende la angustiosa situación en que se encuentra, con la
máquina legal del Estado lista a aplastarle por un lado y la CUP por el
otro, afilando los cuchillos, pero él se lo ha buscado. Quiso engañar a
todos y sólo se ha engañado a si mismo. La farsa se acabó. Esta era su
última oportunidad, y la ha desaprovechado. El gobierno nos ha dicho que
tiene previstos todos los escenarios. También a Rajoy se le ha acabado
la etapa de aguante, paciencia de que las infracciones de la ley
tuvieran nombre y fecha. Aunque no haya declaración formal de
independencia, los delitos ya cometidos bastan y sobran para que la ley
caiga sobre él con todo su peso. Cuál será el instrumento legal que se
utilice contra quien tan desaprensiva como irresponsablemente ha llevado
a España y Cataluña a una confrontación con ánimo de ruptura lo dirán
los tribunales. Lo que no puede ser es que esto no quede en empate ni,
menos, con premio a quienes lo provocaron. Aquí ha habido no un simple
golpe de Estado, sino un golpe de Estado dado desde sus propias
instituciones, lo que lo agrava. De lo que ocurra en las próximas horas y
días dependerá que los españoles, catalanes incluidos, podamos
finalmente dormir tranquilos.
*Articulista de ABC