domingo, 19 de febrero de 2017

Teresa LA GARRÉ

Teresa


LA GARRÉ

“Estamos todos repasados
De mentira soportada”
Macedonio Fernández

Ahora resulta que Garré, esa suerte de paseante de la política, que ha transitado por caminos sinuosos, tan entreverados que van desde Onganía, hasta su actual honrosa diputación por el kirchnerismo, la misma que tan bien vive ‒siempre del estado por supuesto‒ propone encarcelar, de entre los mismos que pagamos su sueldo, aquellos que no pensemos como ella.

La cosa se las trae, porque dentro de esa madeja inextricable, de sus brincos de un lado al otro de la vereda, tal como ha sido su tránsito político, hasta sería posible de acuerdo a su proyecto, tener que poner presa a la misma diputada, sorprendida en el momento inapropiado y en lado oscuro del jardín.


El riesgo no es menor, porque ¿a cuál Garré juzgaríamos? a la abogada del ministerio del interior de Onganía, a la supuesta montonera, a la beneficiaria de los “registros de automotor” que graciosamente le regaló el menemismo, a la embajadora que tan bien supo apretar vínculos con el chavismo, a la titular de aquel ministerio de defensa, una gestión digna de figurar en cualquier antología del espanto, a la que formó parte del gobierno más corrupto de la historia –quién lo sabe, no sería raro que cuando lo hayamos decidido, tal vez la diputada ya haya cambiando de bando y esté destruyendo otra cosa.



Pero la diputada insiste: el que niegue a las víctimas del proceso debe ir preso.



Sospecho que la Garré no incluye dentro de la palabra “victimas” a “los otros” miles de muertos, a las otras víctimas que fueron asesinadas por la guerrilla terrorista.



En fin habría que revisar su diccionario, es probable que haya perdido alguna página, o acaso la vendió, vaya uno a saber.



Y ya que estamos imaginando, si imaginamos intensamente, podríamos llegar a admitir que para alguien que ha vivido emborrachándose con fábulas y enamorándose y desenamorándose de tantas mentiras como encontró o prefirió encontrar, al final del camino, ya no distingue con claridad de que está hablando.



Porque claro, las fábulas y las mentiras terminan por fatigar y una manera de huir del hartazgo es hacia delante, o sea redoblar la apuesta y darle otra vuelta de tuerca a la misma mentira, esta vez con la forma perversa de las leyes que usa el totalitarismo de todos los tiempos.



¡Bien diputada!



Muy bien hecho, cuando uno legisla debe proponer algo para ganarse el pan, tratando en primer lugar, que no sea desmesuradamente imbécil lo que propone, y después, que obedezca más al bien común de la sociedad, que como mordaza o condición de cárcel para aquellos que se aparten del pensamiento único.



No vaya a suceder que alguno, parafraseando a Sartre, se atreva a decir con el francés, que la diputada está ahí, estúpidamente ahí, para nada.

Miguel De Lorenzo