domingo, 15 de enero de 2017

EL CANALLA- Capítulo XI Aventuras en el Congo- Fuga hacia adelante


  Capítulo XI
Aventuras en el Congo
Fuga hacia adelante
En busca de nuevos escenarios exóticos para aterrizar, el todavía ministro Guevara a partir del 25 de diciembre de 1964 emprendió una extensa gira por países africanos e incluso por China, a efectos de encontrar un hueco en donde lanzarse a una renovada faena guerrillera. En esta peregrinación, Guevara consiguió la bendición del presidente de Tanzania Julius Nyerere para montar una retaguardia en ese país, que limita con el ex Congo Belga y soto se halla separado por el extenso lago Tanganica. Guevara avizoró entonces la posibilidad de montar su guerrilla en apoyo a las fuerzas rebeldes que estaban peleando en el Congo.
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER ARTICULO

 
En el marco de la gira, Guevara también se reunió con el mandatario egipcio Gamal Abdel Nasser, con el propósito de entusiasmarlo con esta "brillante idea" y arrancarle algún apoyo. En la reunión, se produjo un desopilante diálogo en el cual el Che disparó con su monotemático discurso suicida: "'pero Perón se portó como un cobarde. No tuvo el coraje de afrontar la muerte y huyó... el momento crítico de la vida de un hombre es aquél en que toma la decisión de afrontar la muerte. Si decide afrontarla, es un héroe, termine en éxito o fracaso su empresa. Puede ser un buen o mal político, pero si no es capaz de afrontar la muerte, nunca será más que un político'. También ahí Nasser reacciona como un prudente hermano mayor. Le reprocha. Como habría dicho Montaigne, tener continuamente 'la muerte en la boca'. '¿Por qué hablar siempre de la muerte? Es usted un hombre joven. Si es necesario, moriremos por la revolución, pero es preferible que vivamos para ella'".1
Según narra Castañeda, Nasser encontró a Guevara con una "profunda angustia personal y "El Che al principio no quiso compartir sus penas; sólo
contó que se dirigía a Tanzania para estudiar la situación de los movimientos de liberación en el Congo, pero Nasser sintió que no abrigaba un gran entusiasmo al respecto. Al regresar de Tanzania, acompañado por Pablo Ribalta, el embajador de Cuba en Dar es Salaam (a la sazón capital de Tanzania), el Che le confiesa que en Tanzania recorrió los campamentos guerrilleros en la zona del vórtice Congo-Tanzania-Burundi. Había resuelto partir al Congo a encabezar personalmente la ayuda cubana a los luchadores congoleños: 'Creo que iré al Congo porque es el lugar más caliente en el mundo hoy. Con la asistencia de los africanos, a través del Comité en Tanzania, y con dos batallones de cubanos, creo que podemos golpear a los imperialistas en el corazón de sus intereses en Katanga'.
Nasser le manifiesta su asombro y procura disuadirlo. Insiste que un dirigente blanco y extranjero que mandara a negros en el África podría parecer una emulación de Torzón".2  No se equivocó una coma Nasser en tan pintoresco parangón, tal como luego lo veremos.
Seguidamente, Guevara participa en la conferencia de Argel el 27 de febrero de 1965 en la que lanzó una tajante arenga contra los soviéticos "los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperialista" .3   Esto causó obvia indignación en los dirigentes de la URSS, quienes a su vez le pedían explicaciones a Castro ante tamaña aseveración. Fidel estaba furioso y saturado del Che Guevara y sus inacabables declaraciones apolíticas, las cuales eran innecesariamente provocativas y rayanas en el infantilismo. Aparejadamente, el PSP cubano (el ala comunista prosoviética capitaneada por Aníbal Escalante) presionaba bravamente para que Fidel Castro definiera su posición en favor del revisionismo ruso y por añadidura en contra de China (quien se mostraba mucho más radical). Los argumentos por los cuales Castro debería tomar tal postura no eran meramente ideológicos, sino relacionados también con el hecho insoslayable de que la economía cubana sobrevivía gracias a los constantes desembolsos soviéticos. "Favor con favor se paga" reza el conocido adagio. No se podía ser un país subsidiado sin devolverle al subsidiante gestos políticos favorables al menos. Castro estaba, en ese sentido, acorralado: "O hay definición política prosoviética o se acaba la dádiva". Esa era la consigna. Y Cuba, cuya economía desde 1959 no había hecho más que retroceder, dependía imperiosamente de ese dinero para continuar con la "revolución".
Como si las provocaciones verbales de Guevara no bastasen, en el itinerario el Che pasó por China y se reunió con Mao Tse Tung para solicitarle apoyo en sus futuras correrías revolucionarias. Cuenta Gambini que en el encuentro "el Che reclamaba esa ayuda a China y se ofrecía para dirigir las operaciones guerrilleras una vez establecido el nuevo foco de subversión... Por su parte, China se mostraba interesada en el ofrecimiento, aunque prefería que el Che se quedara en Cuba.'Lo necesitamos allí. Usted es el hombre indicado para defender nuestra posición revolucionaría frente al revisionismo soviético', le pidió Mao. Pero él no estaba dispuesto a convertirse en una pieza de ajedrez y rechazó la idea".4
AI mismo tiempo en Cuba, Fidel Castro seguía recortando drásticamente el poder político al ingobernable Guevara. El presidente del Banco Nacional, Salvador Vilaseca (hombre de Guevara) había sido removido de su cargo y fueron separados tres ministros del Comité Central: Luis Álvarez Rom (leal a Guevara), Orlando Borrego (amigo personal de Guevara) y Arturo Guzmán (también leal a Guevara).
Al regresar a la isla, el Che se encuentra con un impaciente Fidel que lo estaba esperando en el aeropuerto junto a su hermano Raúl. Ni bien bajó Guevara del avión, los hermanos Castro lo llevaron "de prepo" a una reunión reservada de la que nunca se supo con exactitud su contenido, empero sí trascendió fehacientemente que estalló una discusión como jamás antes habían tenido.
Guevara ya no tenía sitio en ningún lado. Si bien los chinos lo miraban con simpatía, no lo apoyaron en su idea de exportar la revolución al Congo; los soviéticos lo detestaban por su coqueteo con los chinos y por sus agraviantes declaraciones (la citada afirmación en Argel fue el detonante) y en Cuba, Castro lo acababa virtualmente de expulsar del ministerio recortándole todo poder político y de decisión. El Che, acorralado y preso de sus acumuladas torpezas, debía apurar sus nuevas aventuras cuanto antes a modo de "fuga hacia adelante". Un ciclo de fracasos había terminado.
Seguidamente escribió una epístola de despedida a Fidel renunciando a todos sus cargos, títulos y honores. La carta debería ser dada a conocer públicamente si el Che moría en su próxima guerrilla. La misma entre otras cosas decía: "Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano... mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario... Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos... Hasta la victoria siempre. Patria o muerte. Te abraza con todo fervor revolucionario: Che".5
El Che fue reemplazado en el ministerio por Arturo Guzmán, y se llamó a cuarteles de invierno en absoluto secreto de estado por varios meses, preparando discretamente su nueva guerrilla en el África.
Poco antes de partir, en mes de marzo de 1965, le escribió una renovada "carta de despedida" a sus padres, en la que siempre rondaba la idea de esa búsqueda permanente de la muerte: "Queridos Viejos:... Hace de esto casi diez años, les escribí otra carta de despedida. Según recuerdo, me lamentaba de no ser mejor soldado y mejor médico; lo segundo ya no me interesa, soldado no soy tan malo... Puede ser que ésta sea la definitiva. No lo busco pero está dentro del cálculo lógico de probabilidades. Si es así va un último abrazo".6
El paradero de Guevara fue durante meses un secreto y en el plano internacional se montaron las conjeturas más variadas: desde que estaba haciendo la guerrilla en países disímiles hasta la especulación de que Castro lo había mandado matar. Cuenta Díaz Araujo al respecto que "El 14 de marzo de 1965 estaba de retorno en La Habana. Desde ese momento hasta fines de julio de 1965 se ignora el lugar en que dentro de Cuba pudo haber estado recluido por orden de Fidel Castro; pero sí se sabe que no contestó los apremiantes llamados de su madre moribunda (que falleció el 19 de mayo) ni de sus amigos argentinos"7 y agrega que "la única mujer que contó de veras en su vida fue su madre. Pero aun en esto hay una nota de relatividad. Ella está en la falta de respuesta a los llamados telefónicos y telegráficos que Celia, o sus familiares y amigos, le hicieron cuando el cáncer consumía aceleradamente a la madre de Guevara. Ricardo Rojo, que fue uno de los que urgió por cable, supone que el Che no contestó por estar autor recluido, con reglas tan rígidas al extremo que no fueron vulneradas por un motivo tan digno de atención como la muerte de la madre. Desde el punto de vista marxista revolucionario podrá o no justificarse esto que llaman un acto de disciplina política o sesión de autocrítica; pero desde un ángulo meramente humano es absolutamente indisculpable".8
Sin embargo, Guevara se encargó de dejarle a sus hijos (los reconocidos) una nota condicionándoles el futuro y la mentalidad: "A mis hijos Hildita, Aleidita, Camilo, Celia y Ernesto: Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la natu-raleza. Acuérdense que la revolución es lo importante'.9
Su entrañable amigo Alberto Granado recuerda que "En agosto de 1964, el Che quiso despedirse de mí; yo creí que se trataba de uno de esos viajes en que representaba a Cuba en asambleas internacionales, pero después me enteré de que se había ido a combatir al Congo. En ese encuentro yo le comenté que de todos los vicios capitalistas había dos que no lograba quitarme, uno era viajar y el otro era el trago. Él me respondió: 'Mira, petiso, vos sabes que el trago nunca me interesó y viajar, si no es con una metralleta, tampoco me atrae'.10 Efectivamente, Guevara nunca dejó de ser un turista, pero con los años, se convirtió en un turista criminalizado. A su amigo tambíen le dejó una carta de despedida, en donde nuevamente aparece su obsesión suicida y su amor por la pólvora: "No sé qué dejarte como recuerdo... mi casa rodante tendrá de nuevo dos patas y mis sueños no tendrán frontera, hasta que las balan digan, al menos... Te esperaré, gitano sedentario, hasta que el olor de la pólvora disminuya".11
Fiel al estilo Guevara, la empresa en el Congo carecía de todo realismo político. Castro, por su parte, hacía rato que no tomaba en serio al Che y sus excéntricos divagues. No sin razón Fidel ironizó al respecto: "Se fue para el África. El Che piensa que el África es una tierra de nadie donde ni Europa ni la Unión Soviética ni Estados Unidos tienen hegemonía" 12
Entre el ajedrez y la magia negra
Lo cierto es que promediando 1965, partió de Cuba un irreconocible Ernesto Guevara, con pelo corto, bien peinado, vistiendo ropaje solemne, afeitado y para que el disfraz fuera perfecto: se había bañado. El transformado Che Guevara llevaba pasaporte falso y no viajaba solo. Fue escoltado por dos lugartenientes, también vestidos con impronta formal: Víctor Dreke y José María Tamayo.
El avión partió hacia Moscú, para tras varias escalas desorientadoras, arribar por fío a destino, en donde Guevara, utilizando como nombre de guerra el apodo afro Tatú, comandaría a más de cien guerrilleros cubanos que irían llegando paulatinamente. Anota Kalfon que en Dar Es Salam "la presencia del Che debe permanecer secreta. Ni siquiera el presidente Nyerere, favorable a la cooperación cubana, debe enterarse todavía del asunto.
Al mismo tiempo, a Brazzaville al otro lado del ex Congo belga, llegan más soldados y oficiales cubanos que se dirigían a Dar Es Salam, punto de reunión. En pequeñas unidades, durante los siguientes meses desembarcarán más de un centenar de hombres".13
A poco de llegar, cuenta O'Donell que "El Che pudo constatar entonces lo pernicioso de ese lugar para la indispensable moral revolucionaria, pues los supuestos combatientes cruzaban el lago y se sumergían en burdeles, cantinas y casinos haciendo estragos, drogados o alcoholizados, en los bares y espacios públicos del puerto".14 El embajador cubano en Dar Es Salam, Rivalta le ratifica a Guevara sus preocupaciones: "Esta gente se dedicaba a beber, a andar con mujeres. Siempre fuera del Congo, metidos en Kigoma, y en Dar Es Salam... No eran gente realmente decidida a luchar por la liberación. A mí, el gobierno de Tanzania me enseñó la lista de gastos de esta gente, de todo el movimiento de liberación. La cifra era alta, en bebidas, en burdeles".15
El 23 de abril, en una modesta embarcación, zarpan desde Kigoma (puerto ubicado en Tanzania, en el litoral este del lago Tanganíca) en un viaje muy accidentado. A las seis de la mañana, tras haber llovido toda la noche, desembarcan en la orilla congoleña del lado de Kibamba. Salvo Guevara y alguna excepción, todos los guerrilleros cubanos escogidos eran de color a efectos de no despertar sospechas en el continente negro. Guevara no iba en calidad de comandante (excepto del grupo cubano), sino en apoyo de insurgentes locales, al mando del líder congoleño rebelde Laurent Désire Rabila, quien rara vez estaba en los campamentos y dirigía a sus hombres desde lejos. Este aceptaba el apoyo de Guevara y los suyos, pero no permitía que el Che peleara personalmente para impedir que fuera divisado por el enemigo y levantara alarmas. El Che. que era un peleador impaciente, se irritaba notablemente con la conducta pasiva que se le había designado.
A la mañana siguiente de su llegada "el Che decide revelar su identidad al responsable congoleño que los ha acompañado y que le inspira confianza. Charnaleso se queda pasmado. 'La reacción fue de aniquilamiento —escribe Guevara-. Repetía las frases: 'Escándalo internacional' y 'que nadie se entere, que nadie se entere'. El congoleño se apresura a regresar a Tanzania para comunicar la inaudita noticia a su jefe Kabila. ..A la espera de que la revelación produzca efecto. Tatú organiza su campamento junto al poblado de Kibamba, donde han desembarcado, a orillas del lago... Los reclutas de Kibamba parecen estimar poco a sus dirigentes... preocupa ver que los soldados de Kibamba, provistos de un salvoconducto cualquiera, se transforman en turistas para cruzar el Tanganica y visitar en Kigoma, del lado tamaño, a las prostitutas que allí abundan".16
Entre enfermedades venéreas y excesos por parte de los guerrilleros locales, Guevara retoma fugazmente su rol de médico amateur ayudando a curar otra plaga: "la intoxicación alcohólica provocada por un brebaje peligroso, el pombe, que se fabrica a partir de harinas fermentadas de maíz y yuca, destiladas de modo rudimentario (y las consiguientes peleas y heridas de bala durante las borracheras)... A orillas del lago otro mal se apodera de los hombres del Che: la fiebre -paludismo u otro tipo de fiebre tro¬pical- que produce un sentimiento de cansancio general y hace nacer, dice el Che, una pizca de pesimismo"'.17
Las tropas revolucionarias estaban compuestas por tres contingentes: cubanos, ruandeses y congoleños. Si bien el Che hacía varios días que había llegado a destino, no lograba aclimatarse y no podía salir de su asombro por los usos y costumbres autóctonos. Pero el shock mayúsculo se dio al producirse un diálogo despampanante entre Guevara y el jefe de la expedición congoleña: "El Che fue informado de que la defensa antiaérea estaba asegurada, lo que lo sorprendió porque no había visto cañones apuntando al cielo. El teniente coronel Lamben le explicó que el Ejército de Liberación no tenía problema con la aviación enemiga ya que poseía como defensa el 'dawa'.
-¿Qué es eso? -preguntó, extrañado, el comandante.
-Un medicamento natural preparado con el jugo de ciertas hierbas que, untado sobre la piel de los combatientes, los hace inmunes a las balas enemigas -le explicó Lambert, y a continuación aclaró-: Pero a todas las balas, no sólo a las de los aviones.
En un principio el Che creyó que se trataba de un chiste y había arrancado una sonrisa para agradar al jefe congoleño, pero poco tardó en darse cuenta de que la cosa iba en serió".18  El Che anotará en sus cuadernos "El dawa hizo bastante daño a la preparación militar. El principio es el siguiente: un líquido, donde están disueltos jugos de hierbas y otras sustancias mágicas, se echa sobre el combatiente al que se le hacen algunos signos cabalísticos y, casi siempre, una mancha con carbón en la frente; de esa manera, el combatiente ya se encuentra protegido contra toda clase de armas del enemigo, aunque esto también depende del poder del brujo que lo prepara. El soldado, para que el efecto dawa no se pierda debe cumplir con tres condiciones ineludibles: no tocar objeto alguno que no le pertenezca, no estar en contacto con una mujer y tampoco sentir miedo. Cuando un hombre muere bajo el fuego enemigo es porque tuvo miedo o robó o se acostó con una mujer".19
El cúmulo de supersticiones, dialectos y costumbres extrañas, provocaron que Guevara no pudiera congeniar jamás con los africanos. Una de las prácticas autóctonas que más impresionaban a Guevara y al contingente cubano fue "el festín que se mandan (los africanos) con los adversarios que matan. Estos caníbales le comían el hígado o el corazón a sus prisioneros".20
Los africanos contaban con un sistema de propiedad de la tierra más parecido al colectivismo primitivo que a un sistema de tipo feudal. Eso los hará totalmente indiferentes a las prédicas a favor de la reforma agraria con la que Guevara pretendía entusiasmarlos. El mismo error cometerá en su posterior aventura en Bolivia.
Freddy Yunga, un congoleño que durante la experiencia guerrillera obraba de traductor entre los cubanos y tos africanos confesará: "No me cayó bien el Che; yo tenía la orden de estar permanentemente junto con él. No entendía qué estaba haciendo allí, tampoco me gustaba su mirada irónica. ¿Por qué tenía que soportar yo a ese blanco? No me gustaba para nada"21 En el mismo sentido, Alexis Salemani, otro integrante de las fuerzas guerrilleras congoleñas, confiesa que la cuestión no era clara para ellos: "Yo no podía entender que un blanco viniera a ayudarnos a nosotros los negros porque nuestra lucha era contra los blancos. Eso lo hacía irremediablemente desconfiable. Para nosotros, luchar por nuestra libertad era luchar contra los blancos y el Che era un blanco".22 Las advertencias de Nasser a Guevara, ironizando acerca de que se convirtiera en un "Tarzán" frustrado no fueron vanas, aunque inocuas ante un Guevara que, henchido de soberbia hacía oídos sordos de las sugerencias de los que sabían más que él.
Las relaciones entre los congoleses y los cubanos se deterioraban día a día. Los primeros se negaban a llevar mochilas de peso alegando "yo no soy un camión" o "¿me ves cara de Cubano?" y como punto álgido, se sumó una extraña pérdida, al morir ahogado el guerrillero Mitudídi en circunstancias extrañas: "cruzando en bote hacia Ruanda, adonde pensaba trasladar el Estado Mayor, cayó al agua y sus dos lugartenientes, que se arrojaron para salvarlo, también murieron a pesar de que era un día de aguas mansas. La explicación que se le transmitió al Che fue insólita, por no decir sospechosa: 'Cuando Mitudidi cayó paramos el motor para subirlo, pero una fuerza mágica nos impedía acercarnos a salvarlo"23
Guevara estaba desorientado del derecho y del revés: Kabila no aparecía, los guerrilleros locales eran indisciplinados, lo miraban con desconfianza, poseían supersticiones, practicaban ritos extraños y además, el Che tenía grandes dificultades para comunicarse dado su desconocimiento de los lenguajes autóctonos. Para mal de males, ante un clima tan hostil y antihigiénico, Guevara proseguía con su habitual praxis de no bañarse: a poco andar se desplomó víctima de un feroz ataque de paludismo.
En medio de tantas rarezas, el Che seguía sin permiso para intervenir en combate y distraía su tiempo jugando al ajedrez. Kabila seguía sin aparecer y ni siquiera le contestaba sus cartas o lo hacía de manera dilatoria e imprecisa. Relata Guevara "Todos los días teníamos el mismo canto matinal... Kabila no llegó hoy pero mañana sin falta, o pasado mañana... Ha anunciado su ingreso en reiteradas oportunidades y nunca lo ha hecho; la desorganización es total.24 Preso de la impaciencia y el desconcierto, el Che se había vuelto más intransigente que nunca. En una de las tantas partidas de ajedrez que usaba para matar el extenso tiempo libre, fue vencido por el camarada Dogna y cuando éste se negó a concederle la revancha, Guevara amenazó con matarlo.25 ¿Había viajado tantos kilómetros tan sólo para jugar domésticas partidas de ajedrez? El biógrafo cubano Enrique Ros, agrega que durante la estada de Guevara en el Congo "nadie lo atiende, la gente del Congo no le presta atención, Kabila lo tiene a él como un becario, un cero a la izquierda".26
El estado anímico del Che se advierte en sus anotaciones: "La característica del Ejército Popular de Liberación era la de un ejército parásito, no trabajaba, no se entrenaba, no luchaba, exigía de la población abastecimiento y trabajo, a veces con dureza extrema... De no cambiar el orden de
 cosas existente, la revolución congoleña estaba irremisiblemente condenada al fracaso".27
El Che y Kabila convienen (por vía epistolar, porque este último seguía sin apersonarse) efectuar un ataque a la planta hidroeléctrica Front de Forcé protegida por centenares de soldados y situada a unos 40 Km. del campamento cubano. El ataque se programó para fin de junio. Ya había sobrados indicios de que la operación iba a constituirse en un fracaso. Días antes, el sargento Torres, alias Nane, llevó consigo algunos expedicionarios autóctonos para espiar la central hidroeléctrica. A dos días de marcha recuerda Nane "Los congoleños estaban muertos de miedo cuando descubrieron a los centinelas. Huyeron corriendo, repitiendo "Askari Tshombé". (los soldados de Tshombé)"28
Finalmente la operación se llevó adelante con 40 guerrilleros cubanos y 160 ruandeses. Relata Kalfon que "A Guevara le cuesta disimular el despecho que le produce que no lo autoricen a participar en la operación... Mientras cubanos y ruandeses además de algunos congoleños se dirigen hacia el cuartel fortificado, un cuarto grupo de treinta y nueve cubanos, tan negros como los anteriores, llega a la base de Kimbaya... El ataque a Front de Forcé es la más importante de las escasas operaciones militares a que los cubanos serán invitados a participar".29
Como saldo, las tropas rebeldes padecieron veintidós muertos (cuatro de ellos cubanos) y unos sesenta heridos. El Che resume el episodio como una "desbanda completa" y anota en su diario que "De los ciento sesenta congoleños, sesenta habían desertado antes de comenzar el combate y muchos no llegaron a disparar tiro alguno a la hora convenida. Abrieron fuego contra el cuartel tirando al aire casi siempre, pues la mayoría de los combatientes cerraban los ojos y oprimían el disparador del arma automática hasta que se acababa el parque. El enemigo respondió con un fuego certero de mortero 60 causando varias bajas y provocando la desbandada instantánea. En el primer momento fue atribuida la derrota a que el brujo era ineficiente y había dado un dawa malo... el brujo se las vio negras y fue sustiuido; el mayor trabajo del comandante Calixto, jefe de esa agrupación, fue buscar un nuevo 'mubanda'.30  Añade Castañeda que "la derrota de Front de Forcé mermó la moral de los expedicionarios cubanos, quienes comprueban con amargura y resentimiento que los congoleses se niegan a pelear: tiraban los fusiles y huían, o sólo disparaban al aire. Varios miembros de la tropa plantearon formalmente su deseo de volver a Cuba... El Che fue perdiendo paulatinamente los estribos, tornándose cada vez mas recurrentes sus descargas contra los congoleses sobre todo contra los cubanos que 'se rajan', y exigiéndose a sí mismo y a los demás dosis crecientes de sacrificio y esfuerzo. Con frecuencia creciente recurría al castigo más severo de todos: dejar a los culpables sin alimentos por uno, dos o tres días, argumentando que se trataba de la sanción más eficaz en una guerrilla".31  Además de papaliza militar, a partir de ese combate se dio a conocer la presencia cubana en África.
No obstante, Guevara siempre se las rebuscaba para escapar de la realidad y proseguía con su fantasía del Hombre Nuevo y la falta de tales especímenes (que sólo existían en su imaginación) es el argumento que el Che utilizará en sus anotaciones como excusa para justificar a Fidel su eventual fracaso: "Puedo asegurarte que si no fuera por mí este bello sueño se desintegraría en medio de la catástrofe general... hay que tener realmente el espíritu bien templado para aguantar las cosas que suceden aquí; no se trata de hombres buenos, aquí hacen falta superhombres".32 Esta extraña apelación casi obsesiva al hombre de acero, según Díaz Araujo obedecía a que "Guevara era aristócrata, antes que aristocratizante. Y, por más marxista que hubiera sido, nunca se apeó de su rango social. Nobleza obliga. Él, descendiente de virreyes, se sentía más obligado a emprender la aventura (ahora denominada internacionalismo proletario) que cualquier patán del común. Ahí está la clave de las exigencias y rigorismos con su propia persona (hombre nuevo), cuya interpretación desvela a los especialistas. Él trasvasó dos de sus categorías vitales: el aristócrata lo transformó en el hombre nuevo, y el aventurero en el internacionalista".33
La cuestión es que el hombre nuevo nunca apareció, pero el que sí se apersonó fue el escurridizo Kabila, quien aterrizó el 7 de julio "acompañado por su jefe de estado mayor Massengho y por su ministro de Relaciones Exteriores -no se ahorran títulos- rodeado de algunas cajas de whisky y una escolta de mulatas guinéanas, el inaprensible y huidizo Kabila viene a observar cómo marcha la revolución congoleña "34  Al llegar el añorado jefe, Guevara no deja de anotar su asombro ante el manejo político de Kabila y la sumisa actitud de los africanos: "Hizo hablar a los campesinos, dando respuestas rápidas y que satisfacían a la gente. Todo acabó con una pequeña pachanga bailada por los mismos participantes al son de una música cuyo estribillo cantado era 'Kabila va, Kabila eh'.35
Para levantar la alicaída moral de las tropas, Guevara propone lanzarse a operaciones de menor tenor en lugar de efectuar ataques rimbombantes: "Los informes indicaban que por la ruta hacia Albertville pasaba sin custodia un camión cada dos días y se fijó ese objetivo sencillo como parte del entrenamiento. Cincuenta hombres atacaron al camión. Con un bazucazo se abrió el fuego paralizando el vehículo y luego durante varios minutos dispararon acribillando a balazos a los dos conductores, de los que sólo uno portaba armas. Se trataba de un transporte de alimentos y bebidas. Al iniciarse el fuego contra el indefenso camión, ¡os guerrilleros ruandeses disparaban retrocediendo y por ese descontrol una bala perdida hirió a un cubano en la mano, arrancándole un dedo ".36  Anotaría Guevara que "el capitán Zacarías, cuando se enteró de la herida provocada por la ráfaga de un FM, la examinó y dictaminó que se perderían dos dedos, resolviendo aplicarle al culpable la ley del Taitón; allí mismo sacó un cuchillo y le hubiera cortado la extremidad al pobre diablo si no fuera por la intervención de Mbili, quien con mucho tacto logró que se lo perdonara"37
Es verdad que el Che estaba en un ambiente extraño, tribal, supersticioso, con usos y costumbres totalmente desconocidos. ¿Acaso no se ocupó Guevara de averiguar estos "detalles" antes de lanzarse a su aventura?, ¿tan ligeramente decidía ir a hacer la guerra a cualquier lugar del planeta sin tomar el más mínimo recaudo ni conocimiento del estado de situación? Esto ratifica nuevamente su condición de impaciente trotamundos y de pésimo estratega militar.
En medio de las pujas entre cubanos, ruandeses y congoleños, llega un grupo de estudiantes congoleños entrenados en China y Bulgaria, quienes comienzan su "bautismo de fuego" reclamando quince días de vacaciones.38  Todo era un desmán, a lo que debe sumarse el paludismo desgastante y la gastroenteritis de la que ni Guevara ni sus hombres se libraron. Las diarreas duraron más de un mes, provocando pérdida de peso y fuerzas. Resumirá Guevara en su diario: "más de treinta defecaciones en veinticuatro horas".39
Como si no sobrasen malas noticias, desde Cuba Fidel Castro le asesta a Guevara un golpe fulminante. El día tres de octubre de 1965, Fidel dio a conocer públicamente el texto completo de la citada misiva de despedida que el Che oportunamente le entregara a su jefe pero para que fuera leída en caso de su muerte (en la cual el Che renunciaba a todo, incluso a la ciudadanía cubana). Muchos alegan que esta lectura apurada fue una jugada de Fidel para deslindar a Cuba de toda responsabilidad en cuanto a las aventuras del Che en el Congo y de paso sacárselo definitivamente de encima.
Guevara al enterarse, no pudo ocultar su pesar contra Fidel y anotó "Esta carta debía ser leída después de mi muerte. No es divertido que te entierren vjvo'40 y agregaba ofuscado "Intencionalmente o no, me desapareció del ámbito internacional.41  El guerrillero cubano Daniel Alarcón Daniel (Benigno) recuerda "yo estaba con Guevara en el Congo cuando Fidel hizo pública una carta en la que el Che renunciaba a cualquier puesto y a la nacionalidad cubana. El Che comenzó a dar patadas a la radio mientras gritaba: 'mirad a dónde lleva el culto a la personalidad"42
Aparejadamente, Castro anunciaba la composición del Partido Comunista sin que el Che tuviera parte, ni influencia, ni opinión en su composición, no pudiendo colocar en sus cargos a gente de su entorno. En tanto, en el Congo, se produjeron algunas escaramuzas que siguieron provocando sucesivas bajas en las tropas rebeldes y acabaron por agotar la paciencia de los expedicionarios. Ya nadie quería pelear y hasta los cubanos le reclamaron a Guevara retirarse. Las posibilidades de éxito eran nulas. Llovía todos los días, la aviación los acechaba, la moral de la tropa estaba por el subsuelo y en las sucesivas desbandadas habían perdido armamento y estaban cercados. Sin embargo, Guevara lanzó uno de sus últimos delirios, consistentes en recorrer el Congo de cabo a rabo, de este a oeste, para intentar llegar a la zona donde el dirigente Fierre Mulele (antiguo ministro del ex mandatario del Congo Patrice Lumumba -asesinado en 1961-) mantenía a un grupo de insurgentes y a algunos refuerzos en la región del Kasai, en torno a la ciudad de Leopoldville (capital del Congo). La empresa comprendía atravesar más de mil quinientos kilómetros a pie, por territorio desconocido y en el corazón de la selva ecuatorial. Nadie estaba dispuesto acompañar al Che ante tamaño desvarío.43
Salvo los cansados cubanos, nadie obedecía al Che, tal como lo confiesa Mafú, teniente del ejército cubano: "Ya los ruandeses habían abandonado la lucha, nos quedaban sólo los congoleños y el Che me dice: 'Si no podemos cruzar el lago Tanganica, tú con tu grupo (que estaba compuesto por trece compañeros cubanos más diez o doce congoleños) te vas a alzar en las montañas y tratas de subsistir; igual vamos a hacer nosotros. Te alzas, organizas una guerrilla, empiezas a golpear al enemigo como tú sabes posteriormente, si eso da éxito, vamos a hacer la revolución en el Congo'. Esto fue como a las cinco de la tarde y ya a las siete de la noche me mandó a buscar y me dijo: 'No hay tal guerrilla; el Movimiento de Liberación decidió que los cubanos abandonen la lucha y se dirijan a Tanzania porque esto no da más'.44 Guevara, superado otra vez por la realidad decide emprender la retirada.
Para tal fin debía cruzar el lago Tanganica, que los conducirá hasta Tanzania. En el barco, llevó a los cubanos y dejó "en desplante" a los soldados rebeldes congoleños que, aunque de modo deficiente, habían decidido pelear a su lado. Para distraerlos los envió a "patrullar zonas" mientras él preparaba la fuga con su gente. Confesará Guevara: "Nuestra retirada era una simple huida y, peor, éramos cómplices del engaño con que se dejaba a la gente en tierra".45
Castañeda relata sobre el episodio que "la fuga por el lago a fines de noviembre encierra varios enigmas no resueltos... En varias ocasiones, al deambular por las pistas que comunicaban a un pueblo con otro, el Che sufre ataques de la aviación mercenaria y anticastrista, sin jamás correr peligro... los cubanos pudieron huir indemnes cuando estaban cercados... según Gérard-Libois, el jefe de base de la CÍA en Albertvüle le confesó a dos oficiales belgas que había recibido instrucciones de no provocar ningún incidente con los cubanos antes del 1º de diciembre... Gerard Libáis relaciona este enigma con un hecho que se producía en los mismos días, del otro lado del mundo: el llamado acuerdo migratorio de Catnarioca entre Cuba y Estados Unidos, negociado a través del embajador suizo en La Habana, y que previo la salida durante varios meses de decenas de miles de cubanos deseosos de abandonar la isla. A lo largo del primer año de vigencia, más de 45 mil cubanos se acogieron a sus disposiciones emigrando a Florida... ¿Cómo y por qué salió el Che del Congo? No sería la última de las ironías de su historia que en efecto deba su sobrevivencia en el África a una extraña y afortunada coincidencia; los escasos dos años que le restaban de vida quizás deban abonarse a una tácita convergencia de intereses entre Fidel Castro, las autoridades migratorias y diplomáticas de los Estados Unidos, y la CÍA y los mercenarios sudafricanos en las cercanías del lago Tanganika".46 O' Donell agrega que efectivamente "Eran muchos los aspectos negociables en las relaciones entre Cuba y los EEUU, y uno de ellos pudo haber sido la supervivencia del Che a cambio de alguna pretensión de Washington, como pudo haber sucedido en la sorprendente huida de Guevara y sus cubanos en el Congo, cuando los aviones y las cañoneras enemigas no dispararon probablemente para no perturbar el acuerdo por el que Castro permitiría la salida de la isla a muchos de los que desearan hacerlo".47
Todo indica que Guevara, en el fracaso del Congo (aventura obrante entre julio de 1965 y marzo de 1966) sobrevivió por voluntad de sus enemigos y no por mérito propio. Toda su estrategia no dejó desastre por practicar. Ni siquiera en la retirada, en la que abandonó deliberadamente cantaradas de armas y salvó su vida por designio de un acuerdo ajeno a su incumbencia. El Che se hallaba sumido en una profunda depresión confesada en su diario: "Personalmente, tenía la moral terriblemente deprimida; me sentía culpable de aquel desastre por imprevisión y debilidad".48
El argentino se dirige a Dar Es Salam y se encierra en la embajada de Cuba, en donde el embajador Rivalta dispone uno de los ambientes de la misma para que se recluya y recupere. Se instaló allí unos tres meses anotando reflexiones que ponían de manifiesto su crisis personal: "Quise aplicar coerciones morales y fracasé. Traté de que mi tropa tuviera el mismo punto de vista que yo sobre la situación, y fracasé... No me animé a exigir el sacrificio máximo en el momento decisivo. Fue una traba interior, psíquica" y agregó "Habíamos ido a cubanizar a los congoleños y, en cambio son los congoleños los que nos han congolizado".49
En verdad, la angustia de Guevara no se reducía sólo a la frustración en el Congo, sino que era el prolegómeno de un cumulo de fracasos que comenzaron en el momento mismo en el que se produjo la revolución de 1959 en Cuba. Ya antes de su aventura congoleña, Nasser había advertido en Guevara "una profunda tristeza personaf tal como más arriba se expuso. Y motivos no faltaban para su congoja. Fracasó en su primer matrimonio. Su segundo matrimonio no había sido mucho mejor. Tanto como presidente del Banco Nacional de Cuba como capitaneando el Ministerio de Industrias llevó adelante gestiones desastrosas. También fué un fiasco su proyecto de derrocar al presidente Illia en Argentina. Se equivocó al recostar a Cuba sobre la URSS para finalmente acabar peleándose con los soviéticos. Tardíamente pretendió seducir a los chinos en su aventura africana y éstos le negaron apoyo militar. Castro en Cuba acababa de leer anticipadamente su carta de despedida. La única mujer importante en su vida, Celia, su madre, acababa de morir y él no le brindó siquiera atención afectiva y como colorario, se sumaba su infortunio en África.
En el diario del viaje al Congo, el Che comienza diciendo: "Ésta es la historia de un fracaso". Con esa misma frase bien podría comenzarse cualquier biografía sobre su vida.
Notas
1 Kalfon, Fierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 439.
2    Castafieda, Jorge O. La vida en rojo, una biografió del Che, Guevara, Espasa, 1997, pág. 345.
3 Díaz Araujo, Enrique, La rebelión de la nada, o ideólogos de la subversión cultural, Cruz
y Fierro Editores, 1983, pág. 340.
4    Gambini, Hugo. El Che Guevara. La biografía, Planeta, 19" ed., 2007, págs. 281,282.
5               Gambini, Hugo. El Che Guevara. La biografía. Planeta, 19a ed., 2007, pág. 293.
6    O'Donneli. Pacho. Che, la vida por un mundo mejor. Sudamericana, 2* ed., 2005, pág. 243.
7    Díaz Araujo, Enrique, La rebelión de la nada, o ideólogos de la subversión cultural, Cruz
y Fierro Editores, 1983, pág. 261.
8    Diaz Araujo, Enrique, La rebelión de la nada, o ideólogos de la subversión cultural, Cruz
y Fierro Editores, 1983, pág. 285.
9               Gambini, Hugo. El Che Guevara. La biografía, Planeta, 19" ed., 2007, pág. 295.
10             O'Donnell. Pacho, Che, la vida por un mundo mejor. Sudamericana, 2" ed., 2005, pág. 67.
11             Alberto Granado, entrevista con el autor, La Habana 1992, citado en Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 450.
12             Sebreli, Juan José. Comediantes y mártires. Debate, 2008, pág. 140.
13             Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 460.
14             O'Donneli. Pacho, Che. la vida por un mundo mejor. Sudamericana, 2* ed., 2005, pág, 247.
15             Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 464.
16             Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes Editores, 1997, págs. 466,467.
17    Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 468.
18    O'Donnell Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana, 2a ed., 2005, pág. 248.
19             O'Donnell Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana, 2a ed., 2005, pág. 249.
20             M Díaz Araujo, Enrique, Ernesto Guevara de la Serna, Aristócrata, aventurero y comunista,
Ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael, Mendoza, 2008, pág. 350.
21             O'Donneli, Pacho, Che, la vida por un mundo mejor. Sudamericana, 2a ed., 2005, pág. 259.
22    O'Donneli. Pacho. Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana, 2" ed., 2005, pág. 259.
23    O'Donneli. Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana. 2" ed., 2005, pág. 260.
24             Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 472.
25             Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 473
26    Enrique Ros, Investigador. Autor de "Ernesto Guevara: mito o realidad". Caimán
Productions. Instituto de la memoria histórica cubana contra el totalitarismo. Guevara:
Anatomía de un mito
27    Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 474
28             Katfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 469.
29    Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, págs. 476,478.
30    O'Donneli. Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana, T ed., 2005, pág. 262
31             Castañeda, Jorge G. La vida en rojo, una biografía del Che Guevara, Espasa, 1997, págs.
375, 378.
32    Guevara, Ernesto Che, Pasajes de la guerra revolucionaria: Congo, págs. 157, 158 ,
citado Díaz Araujo, Enrique, Ernesto Guevara de la Serna, Aristócrata, aventurero y comunista
, Ediciones del Verbo Encarnado, San Rafael, Mendoza, 2008, pág. 364.
33    Díaz Araujo, Enrique, Ernesto Guevara de la Serna, Aristócrata, aventurero y comunista
ta, Ediciones del Verbo Encamado, San Rafael, Mendoza, 2008, pág. 365.
34    Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 480.
35    Kalfon, Pterre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 481.
36    O'Donneli. Pacho, Che, la vida por un mundo mejor, Sudamericana, 2" ed., 2005, pág. 265.
37             O'Donneli. Pacho, Che, ¡a vida por un mundo mejor, Sudamericana, 2" ed., 2005, pág. 265.
38    Ver Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 484
39    Citado en Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo, Plaza &
Janes Editores, 1997, pág. 487
40    Daniel Alarcón Ramírez, Benigno, entrevista con el auto. París 19%, citado en Kalfon, Pierre.
Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 487
41    Sebreli, Juan José. Comediantes y mártires. Debate, 2008, pág. 140,
42    El ex guerrillero "Benigno" acusa a Castro de traicionar al Che por orden de Moscú,
Corriere della Sera, 07/01/09
43    Kalfon, Pierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 498
44    Kalíon, Fierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes
Editores, 1997, pág. 272
45    O'Donnell. Pacho, Che, la vida por un mando mejor. Sudamericana, 2a ed.. 2005, pág. 273
46    Castañeda. Jorge G. la vida en rojo, una biografía del Che Guevara, Espasa, 1997, págs.
380,390, 391, 392.
47             O'Donnell. Pacho, Che, la vida por un mundo mejor. Sudamericana, 2º ed., 2005, pág. 340
48             Citado en Castañeda, Jorge O. La vida en rojo, una biografía del Che Guevara, Espasa, 1997, pág. 385
49             Kalfon. Fierre. Che, Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janes Editores, 1997, pág. 502
-----0-----