Google y Facebook anunciaron por separado este lunes 14 de noviembre que están tomando medidas contra los sitios que difunden noticias falsas y en contra de las páginas que publican contenido engañoso en redes sociales.
Estas medidas dan lugar a algunas preguntas serias acerca de la libertad de expresión.

 
¿Qué noticias son “falsas”? 

¿Y cómo y por quién se define eso? ¿Qué constituye contenido engañoso, y cómo se clasifica como tal? ¿Constituye por ejemplo un punto de vista político, una creencia religiosa extrema, o la crítica abierta sobre cuestiones tales como la operación para liberar a la ciudad iraquí de Mosul de ISIS, información de carácter engañoso y va por lo tanto a ser restringida?
No hay una respuesta clara a estas preguntas. Google anunció que va a castigar a los sitios mediante impedirles acceso a su red de AdSense, la que coloca anuncios en los sitios de Internet en todo el mundo. Facebook, por su parte, anunció que va a actualizar su política de publicidad y no permitirá obtener ingresos de los anuncios a páginas de medios sociales que distribuyen contenido “engañoso”.
Estos pasos son una dudosa extensión de las políticas que niegan los ingresos procedentes de publicidad a los sitios de Internet que publican pornografía, juegos de azar o violencia extrema.
El momento, sin embargo, es problemático: Estas iniciativas aparecen después de que los círculos demócratas estadounidenses culparan a los medios de comunicación sociales por la victoria electoral de Donald Trump. Fue rodeado por los usuarios durante la campaña y él mismo utilizaba ampliamente los medios de comunicación.
Hasta ahora, la libertad de expresión defendida por las organizaciones de usuarios, Facebook, Google, Whatsapp, Microsoft y otras han permitido la publicación de casi cualquier contenido político en las redes sociales y sin censura. Ahora, después de la elección de Trump como el 45º presidente de Estados Unidos, el contenido se enfrenta a revisión editorial. Su clasificación como noticia verdadera o falsa se pone en manos de censores sin rostro que pueden ser guiados por su visión del mundo político, religioso o personal al decidir que una noticia u opinión ses o no es apta para su publicación. ¿Quién puede saberlo?
El poder excesivo en manos de las redes sociales y sitios de noticias de Internet – a las cuales se estima unos 2,7 millones de usuarios – se demuestra por las últimas decisiones de Whatsapp y Facebook.

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