“La ONU no es amiga de la democracia, no es amiga de la libertad, ni siquiera es amiga de los Estados Unidos de América”. Palabra de Donald Trump. Lanzó este desafío meses antes de ser elegido presidente de este país. A pesar de que el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha recapacitado en algunas de sus opiniones al llegar al poder -por ejemplo, ahora no quiere “dañar” a Hillary Clinton aunque hace días quisiera llevarla a la cárcel por el escándalo de los correos – lo cierto es que el magnate ha dejado claro que su política exterior es una mezcla de aislacionismo y nacionalismo: “Primero, Estados Unidos”.

¿Cómo afectará esta concepción del mundo al Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano más importante de esta institución, cuyas resoluciones son de obligado cumplimiento para el resto de estados miembros? Más aún, ¿cómo funcionará un Consejo de Seguridad cuyos miembros permanentes estén representados por Donald Trump, (EEUU), Theresa May (Reino Unido), Vladimir Putin (Rusia), Xi Jinping (China) y, si las encuestas aciertan en las elecciones presidenciales francesas del próximo abril, Marine Le Pen?
“Esos nuevos líderes se incorporan con un comportamiento de ensimismamiento en los intereses nacionales. Esto se ve con Theresa May, que dedica sus energías a poner en marcha el Brexit y con Trump, que no parece tener un compromiso con la agenda internacional”, opina María Solanas, Coordinadora de Proyectos del Real Instituto El Cano, experta en política exterior, género y gobernanza.
Pero, ¿cómo son los recién llegados a esta ‘mesa’ de miembros permanentes? Donald Trump representa al país que más contribuye a los fondos de Naciones Unidas (en 2015 esa cantidad alcanzó los 1.600 millones de dólares, unos 1.480 millones de euros, según datos de la propia organización). El republicano dijo que dejaría de contribuir al fondo de Naciones Unidas para programas en contra de calentamiento global y su elección como presidente provocó que varios funcionarios norteamericanos que han trabajado en el Consejo de Seguridad durante los mandatos de Obama hayan expresado su deseo de dejar sus puestos, según recogía el periódico ‘The Daily Beast’ el pasado 11 de noviembre.
Theresa May, enfrascada en su tarea de sacar al Reino Unido de la Unión Europea, declaró, en su primer discurso en la Asamblea General de la ONU el pasado septiembre, que sus prioridades eran “actuar contra los niveles sin precedentes de migración sin control” y defendió el derecho de su país a “controlar sus fronteras y proteger a sus ciudadanos”.
En cuanto a Marine Le Pen, posible candidata -si los sondeos aciertan en Francia- a representar a Francia en este ‘selecto’ grupo de embajadores mundiales, baste una frase suya: “Francia debe ser libre de decir no a la OTAN, a la ONU y a Estados Unidos como habría sido capaz de hacer como nación soberana. Un Consejo de Seguridad de líderes nacionalistas