miércoles, 14 de septiembre de 2016

El día de la bestia. Por Sebastián Miranda




El día de la bestia. Por Sebastián Miranda


No se necesita ser muy avispado para vislumbrar las consecuencias de algunas de las cosas que están pasando. Cualquiera que se tome la molestia de leer Página/12, (diario fundado con dineros mal habidos del ERP para reconvertirse en MTP financiados con dinero del narcotráfico, la trata de blancas y los secuestros) puede darse cuenta que la izquierda comunista -de la que forma parte el kirchnerismo- fogonea el descontento social con la idea de un diciembre que termine con Mauricio Macri abandonando la Presidencia de la Nación a bordo de un helicóptero. En sus sueños, el mismo que uso De la Rúa.

Así, los intelectualoides de Carta Abierta siguen sosteniendo su credo totalitario respecto a que todo lo que no comulga con el kirchnerismo es ilegítimo y antidemocrático. Especialmente el “macrismo”, cosa que aunque no exista para ellos es oligarquía, procesismo, entrega y la suma de todos los males. Sobre esa plataforma teórica se apoya la militancia de los Esteche, D’Elía, Bonafini y demás sostenedores de trapos rojos. Esos y otros sectores de la militancia kirchnerista, como el Partido Comunista Congreso Extraordinario que adoran a Cristina Fernández viendo en ella la reencarnación de Stalin, suman “666” y sueñan con que para el 18 de Diciembre, en las vísperas de Navidad, el descontento social, con marchas, piquetes, paros y ollas populares, haya alcanzado su clímax. Dejemos algo en claro, no es que las cosas vayan a salir como desea el zurdaje cuando llama a Macri “Loto”, porque “sale o sale”; lo que se afirma es que están activando con esa finalidad. Y debe quedar en claro que no preocuparía en lo más mínimo si el gobierno de Cambiemos demostrara coherencia, pero la coherencia no es lo que predomina en la gestión.
Las inconsistencias del gobierno son un flanco débil que la izquierda observa como oportunidad. Particularmente notorio es el silencio kirchnerista sobre la suspensión de Juan José Gómez Centurión al frente de la Aduana. No callan porque la corrupción de 12 años les cierre la boca, nunca tuvieron decoro ni les importó la evidencia de la realidad y tampoco en esta cuestión. Si los kirchneristas hacen silencio en este punto es porque saben cuánto se debilitó el Presidente Macri al tomar una mala decisión. Disfrutan con morboso placer el espectáculo que ofrecen tanto las evidentes mentiras de Majadalani como el imprudente afán de protagonismo de Patricia Bullrich secundada por Gerardo Milman, cuya capacidad de análisis no va más allá de copiar lo publicado en el Rincón del Vago.
La izquierda siente tener en el gobierno idiotas útiles a sus planes. Lo peor del caso no es que lo crean, sino que tal vez sea cierto.
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