viernes, 24 de junio de 2016

TOTUS REVOLUTUS

Nacionales



TOTUS REVOLUTUS

Como en un juego de niños, pero sin inocencia en ninguna parte, la ronda ha comenzado nuevamente. Viejos y nuevos nombres han desembarcado en la Rosada, tras la evacuación típica de los residuos y demás parásitos, enquistados en la gestión anterior, incluyendo la renovación de los espacios vitales colmados por “malos espíritus”. Pero el actual gobierno trae los suyos propios y ha quedado en la superficie del drama.
Mientras que, desde las tribunas populares o de “clase A”, piden que les demos un tiempo, nosotros optamos por no concederles respiro. Claramente se ve, a mayor distancia, que más progresista será la bocanada liberal que alimenta el ideario PRO.
 
“Para muestra, solo hace falta un botón”, dice el refranero. Y miren Uds. si no le asiste razón. Porque poco sabemos de la trastienda de “Cambiemos”, si hemos de guiarnos por la prensa, sea la adicta, que no le falta, o la condenatoria, que no suele ser por los mejores motivos. Pero los hechos son los hechos. Y uno de ellos es el de las “buenas relaciones” que el flamante presidente ha restablecido con los amos del mundo. El Estado Mercenario comienza su marcha. El promisorio futuro está delimitado por la necesidad de consolidar el próximo modelo económico, con enormes costos para los tiempos venideros.
Algunos dirán que no puede culparse a la nueva gestión por las malas decisiones que a corto plazo ha debido tomar. Puede concederse, en parte. Algunos insisten en exaltar el condicionamiento al que ha quedado supeditado el actual mandatario. De acuerdo. Sin embargo, y a pesar de la crisis de gobernabilidad que debe enfrentar, sus planteos no han ido al fondo de la cuestión. O han ido, pero para resolverlas mal.
Hasta hoy, el PRO no ha sido más que una mascarada. Como en toda fiesta privada, el partido triunfante ha buscado agasajar a los invitados “vip” del convite. El desguace de la AFSCA, por ejemplo, tuvo su consiguiente eco en la potenciación del multimedio “Clarín”, que pudo, finalmente acceder a la compra de la empresa de comunicaciones Nextel. Y “Clarín”, ya sabemos, suena para el lado donde estén sus ganancias, con los K o con los M. No es cuestión de letras sino de números.
El otro botón de muestra es la primera estampida de precios, ocurrida entre el anuncio de la medida de levantamiento del cepo y la liberación efectiva del dólar. Nadie estaba de acuerdo con el Estado fisgón, obstaculizador y esquilmador a la vez. Pero es dable preguntarse si el equipo económico de Macri –el famoso “equipo”– no ha podido prever semejante corrida.
Frente a la reserva y la falta de medidas preventivas concretas, solo podemos pensar en la connivencia de la nueva gestión con los altos empresarios. Acá, el fantasma de la gestión K, tampoco, resulta una excusa válida. En todo caso, cambia el nombre de los empresarios favorecidos.
Preocupados por la decoración cursi e ideológicamente infantil de la vetusta Cristina, cuelan el mosquito y se tragan el camello. Las mentiras setentistas, por poner otro ejemplo, tampoco han sido derrumbadas. En cuestiones de narcotráfico, la ley de derribo parece una broma de mal gusto. Lo primero que deberían derribar son los vendedores de merca de las calles del conurbano, que continúan siendo tierra de nadie.
El “futbol para todos” sigue siendo un efectivo somnífero para mantener a la turba idiotizada. Ínterin, continúa el desembarco de los grandes maestres de la masonería y los representantes de la usura. En definitiva, entre sonrisas y colores veremos desatarse una versión remozada de un capitalismo salvaje, que no termina de irse.
Otra vez, nos espera una nueva batalla. O la misma, si bien se mira. El enemigo ha cambiado de nombres y de rostros –no de todos, siquiera– más no de proyecto esencial. Debemos guardar firmes y atentos, pues la patria no puede estar segura en las manos de mercaderes.

Octavio Guzzi