miércoles, 18 de mayo de 2016

Lázaro Báez y Cristóbal López, los dos grandes del mal humor

Lázaro Báez y Cristóbal López, los dos grandes del mal humor

Lázaro Báez y Cristóbal López, los dos grandes del mal humor
Suele buscársele alguna diferencia, separarlos por “calidad” empresaria, se los intenta distinguir por su historia personal, pero ambos, Lázaro Báez y Cristóbal López demuestran ser exactamente dos gotas de agua. La impronta de ambos es haberse servido de los dineros públicos para crecer haciéndose cómplices de quienes sostenían el poder. Nos hay diferencias entre ambos, excepto las de su origen ocupacional: Cristóbal fue un pollero en Comodoro Rivadavia y Báez cajero de un banco en Río Gallegos. El resto es historia. (Por Rubén Lasagno)


Suele hacerse una cuestión semántica esto de si Lázaro Baéz fue socio de Néstor Kirchner, empleado o testaferro. Lo mismo se puede decir de Cristóbal López. La pequeña diferencia entre ambos es que cuando Lázaro pasó de pato a escopeta, Cristóbal ya venía en carrera, pero, en el fondo, tampoco López hizo su fortuna en base a la transparencia y a los negocios lícitos. Cualquiera que averigüe de él en Chubut y particularmente en Comodoro Rivadavia, va a encontrar en su vida empresaria lunares del tamaño de una pelota de fútbol porque nadie precisamente excelso e impoluto, se desarrolla exitosamente en la industria del juego sin transas, acomodos, coimas y facilidades acordadas con funcionarios y/o políticos y menos aún en Argentina.
Es decir, sacando el origen de ambos, en el caso de Cristóbal López pelando pollos en la granja de su padre para venderlos en la ciudad o el de Lázaro atendiendo en la caja del Banco Nación, el resto han sido caminos más o menos cruzados por el aprovechamiento de las mieles que da la corrupción, provista de socios inmunes e impunes, como en este caso lo fue Néstor Kirchner, que cruzó la vida y el destino de los dos.
Si ambos eran “socio, amigos o testaferros”, es un cuestionamiento insustancial y sin importancia; es poner el carro delante del caballo a la hora de responder por los negocios que hicieron en conjunto. En este momento, estamos en capacidad de afirmar que tanto Báez como López, eran ramas de un mismo tronco que buscaba sumir fondos públicos, cuyo originantes eran Néstor y después Cristina, en dos personas de suma confianza que les retornaban una parte de esos dineros, para su caja personal/familiar. Otra parte de ese dinero iba a la caja política, a fin de controlar y mantener el poder y una porción importante, quedaba en manos de estos “amigos, socios, o testaferros”, indistintamente, que no supieron ser disimulados, porque la impunidad les daba la cobertura necesaria para sobrevivir. El problema para ellos, fue que nunca pensaron que se terminaría.
Hoy Lázaro y Cristóbal son “los dos grandes del mal humor”. Uno está preso, quebrado, desfinanciado, embargado y próximo a que su familia ingrese a “protección de testigos”, el otro, libre pero embargado y debido a la mezcla que hizo de intereses y negocios, hoy ve afectadas todas sus empresas preexistentes al kirchnerismo y se ha visto en la obligación de vender, cerrar o desactivar negocios, por la burda complicidad que tienen sus intereses con el de los Kirchner y Báez.
Ni uno ni otro está contento. Destilan furia y miran hacia la viuda que sigue viviendo en su “nube de Úbeda” sin inmutarse, sin creer aún que las balas de la justicia le están picando cerca. CFK trata de desconocer públicamente a Lázaro y Cristóbal y ambos esperan una señal que no llega y se preparan para contraatacar si el caso lo amerita. Más aún Báez, que Cristóbal; el “zar de la construcción” está en la lona, el “zar del juego” viene cayendo.
A Lázaro nadie lo va a sacar del pozo, excepto que él mismo negocie su situación entregando a la familia Kirchner y sus colaterales. Lo de Cristóbal, en tanto, no depende tanto de él, sino de la AFIP y los 8 mil millones de pesos que robó al estado, respondiendo a una estructura pensada para generar ese latrocinio, con una norma implementada por Echegaray a las órdenes de Néstor y Cristina. Esta causa, si acaso trepa a los niveles de justicia que debería llegar tarde o temprano, lo pueden dejar sin empresas o preso.
López y Báez son lo mismo. Han sido partícipes necesarios de un robo nacional y como tales, deberán enfrentar las consecuencias de haber disfrutado por más de una década del dinero fácil. El crimen no paga; siempre y cuando haya jueces y fiscales que quieran hacer su trabajo. (Agencia OPI Santa Cruz)