domingo, 17 de enero de 2016

EL CAMPO ARGENTINO Por Augusto Esteban Margueirat

 Publicado por Revista Cabildo Nº 115
Meses Noviembre-Diciembre 2015-3era.Época
EL CAMPO ARGENTINO
Por Augusto Esteban Margueirat

 LA realidad del campo argentino desde el punto de vista económico es, en líneas generales, como todos los demás sectores empresariales del país. La injerencia del Estado en la actividad económica es cada vez mayor, a través de la carga tributaria y de mecanismos de regulación de la actividad.A esto hay que sumarle que los precios de los productos agropecuarios (commodities) han sufrido una baja drástica en su precio, y los valores de los insumos (en dólares) mantienen un aumento constante. Para el productor agropecuario la ecuación (margen bruto) cada vez cierra menos o directamente cierra en negativo.


La carga tributaria no sólo es altísima sino que es regresiva y está totalmente desvirtuada. La forma más equitativa para la redistribución de la riqueza es a través del impuesto a las ganancias. El que más gana más paga. Y no con impuestos a las ventas como son los derechos de exportación (retenciones).

Otro impuesto totalmente desvirtuado y que tiene que ver con la distribución de la riqueza es el inmobiliario. El pago es de acuerdo a la valuación fiscal y no de acuerdo a su valor real que está relacionado con su capacidad productiva y cercanía al mercado. Con la ventaja que la recaudación de este impuesto sería para la provincia y no para la caja de la Nación.

Con estos dos impuestos se podrían eliminar las retenciones a los granos y las carnes. Pero el gobierno se queda sin caja. Por eso lo hizo. No estamos en contra de una recta y decente intervención del Estado pero de forma clara y trasparente, y pensando en el bien común de la Nación y no en beneficio del gobierno o de algún sector.

Si bien desde el gobierno de turno se cumplen con los mandatos supranacionales emanados del norte también se aprovechan los mecanismos de regulación de las distintas actividades para favorecer ciertos sectores que al gobierno le interesa y no para defender los precios de los consumidores.

La exportación de trigo y maíz está limitada por medio de "derechos de venta al exterior" (ROE Verde). El gobierno otorga cupos de exportación totalmente arbitrarios lo que provoca la caída de los precios tanto del trigo como del maíz, adicional a lo causado por las retenciones.

En el caso del trigo se beneficia a los molinos harineros que compran su materia prima muy barata y en el caso del maíz se beneficia al engorde de pollos, cerdos y vacunos (feedlot). En definitiva el productor agrícola está subsidiando a la industria.

Como pasa siempre con estas intervenciones del Estado los más favorecidos son los grandes productores, los que tienen una economía de escala que les permite negociar de otra forma tanto con los proveedores como con los organismos recaudadores. Son conocidos los casos de grandes "pooles de siembra" que acumulan deudas impositivas millonarias que luego negocian su cancelación por valores irrisorios.

Cuanto menor sea el margen de ganancia de la actividad más productores quedan fuera del negocio y esto provoca la concentración de la producción en pocas manos.



Esto viene pasando en el sector agrícolaganadero desde el auge de los precios agrícolas (2003) primero porque los pooles de siembra podían pagar mayores precios de alquiler por los campos y hoy porque el margen de ganancia es tan bajo, o inexistente en algunos casos, que los pequeños y medianos productores dejan de alquilar campos y los toman los grandes. Muchos propietarios prefieren alquilar su campo a hacerlo producir y correr riesgos.

Uno de los efectos más notorios de los pooles de siembre es que al concentrar grandes superficies productivas tienen una gran necesidad de insumos de todo tipo pero que no se compran en el lugar (pueblos) sino que se concentran las compras en Buenos Aires en detrimento de la vida económica de los pueblos y del interior en general.

Otro perjudicado, pero desde vieja data, es el sector tambero. Primero se provocó una concentración de las usinas lácteas que terminó en un oligopsonio (pocos compradores). El productor recibe un bajo precio por la leche producida y el consumidor paga un altísimo precio por el producto terminado, la diferencia queda en manos de la industria.

Está claro que desde el exterior se busca destruir la república Argentina entre otras formas destruyendo al productor agropecuario arraigado a la tierra. Pasando los habitantes del interior a depender laboralmente de las grandes empresas. Pero en esta evolución de la crisis agropecuaria el productor tiene mucha responsabilidad. Como ha pasado en toda la sociedad argentina la mayoría de la gente se ha dejado ganar por el egoísmo, que es la base del liberalismo. Y en este egoísmo el productor ha buscado la maximización de su ganancia sin reparar en las consecuencias para su vecino ni para el sector.

Fue lamentable ver como todo el campo argentino se fue convirtiendo en soja. Se eliminaban superficies tamberas o ganaderas para sembrar soja. Fueron muy pocos los que respetaron, mínimamente, las rotaciones agrícolas. Se recibían en Liniers (mercado de carnes) vacas (o vaquillonas) para faena con un estado de gestación avanzado.

El consumo de agroquímicos fue en aumento, al igual que la contaminación ambiental. La sustentabilidad del ecosistema está seriamente amenazada, al igual que las producciones regionales. En el único momento que se puso un freno a esto fue en el año 2008, y fueron los productores que estaban tan mal que ya no tenían prácticamente nada que perder. A los que tenían algo que perder les costó adherirse y los medianos y los grandes estaban haciendo cuentas para aprovechar la situación por la falta de oferta de productos agropecuarios. Lo único que los detuvo fue la gente que se movilizaba en las rutas ejerciendo control.

Lamentablemente no existe cohesión entre las entidades gremiales rurales, y mucho menos entre los productores, que les permita un reclamo unificado pensando en el bien común del sector. El reclamo justo del 2008 se escurrió como agua entre las manos en cuanto las figuras más sobresalientes entraron en el perverso juego electoralista de la partidocracia argentina.



Actualmente el gobierno intenta parchar la situación con dádivas para los pequeños y medianos productores, supeditadas a la liquidación de divisas por parte de los exportadores, mediante unos mecanismos de subsidio segmentados de muy difícil aplicación y de peor control. Solución ésta que seguramente va a terminar como todas las anteriores del actual gobierno.

Este embayere político-económico del sector en el que estamos metidos no lo soluciona el actual gobierno ni la oposición por las buenas. Tampoco se soluciona democráticamente con el consenso de la mayoría; la única solución es que a través de alguno de los distintos cuerpos intermedios se tome las riendas de un reclamo justo imponiéndolo por la fuerza si fuera necesario. •
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SUBVERSIÓN MORAL

Un hecho similar ocurrido recientemente me trajo a la memoria otro ocurrido en 2002 y me demuestra que nada ha cambiado. Una mujer policía, en defensa de su familia asaltada por ' un precoz delincuente que había herido de dos balazos a su hermano, un niño de pocos años, hizo uso legítimo de su arma reglamentaria con consecuencias fatales para el agresor. En otros tiempos, los parientes directos del delincuente, detenido por ladrón en tres oportunidades anteriores y con varios hermanos presos por idéntico y excesivo amor a lo ajeno, se hubiera refugiado en el silencio y la vergüenza. Pero no. Salió a la calle acompañada por vecinos, insultó y apedreó la casa de la familia asaltada. Como consecuencia de esta pequeña y repugnante pueblada, sus miembros debieron mudarse por temor a mayores represalias.

Así, a costa de una baja que la sociedad no puede llorar sino apenas apiadarse, la delincuencia hizo valer sus fueros en el barrio ante la indiferencia del ministerio público y la "neutralidad" de los asépticos periodistas presenciales, que bien pudieron haberle preguntado a la madre vociferante: "¿Pero señora, su hijo era un ladrón y homicida, ¿qué ha hecho Usted para evitarlo y qué ha hecho para que el resto de sus hijos no tengan que estar purgando en la cárcel sus crímenes? ¿Qué derecho tiene a reclamar enfurecida en vez de pedir perdón?"

Hay una tosca perversidad y un total desprecio por el prójimo en las conductas como las descriptas; hay una subversión moral profunda cuya causa no hay que buscarla, sino en mínima parte, en la marginación y en la pobreza. Reside básicamente en el quiebre de la educación, que entre otras cosas no transmite valores morales, refugiada como está en su asepsia. Aquí debe distinguirse entre una pobreza digna y una pobreza abyecta. La primera se sobrelleva porque está asentada en los valores cristianos transmitidos por la familia, la catequesis y la escuela. Mas cuando estas instancias fallan o están ausentes, la anomia y relativismo se adueñan de los espíritus. Entonces, ¿qué otro resultado que el que vemos delante de nuestros ojos podemos esperar?

Es hora de meditar sobre los daños sociales que la izquierda (llámenla "progresismo" si quieren), dueña de la educación y de los medios, nos ha infligido; es hora de pensar con libertad y sin temor a los sambenitos con que fulminan los pontífices de esa cultura permisiva y agnóstica, que ha confundido a tal punto que ya no se sabe distinguir entre el bien y el mal, la república de la democracia y la dictadura de la tiranía. •

        Eugenio Rodríguez Marangoni