miércoles, 25 de noviembre de 2015

Jon Sobrino S.J., vs. Bertrand de Margerie S.J.


Jon Sobrino S.J., vs. Bertrand de Margerie S.J.

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 El análisis marxista reduce toda la historia a la lucha de clases, según el cual, la dialéctica de la historia, esencialmente la lucha de clases, conduce a la victoria del socialismo: el orden social y económicamente ideal. En ese arco, la llamada Teología de la Liberación «cree firmemente en una sociedad perfecta en el futuro», ignorando el hecho incontrastable de que dondequiera que el marxismo consiguió el poder, no condujo a la libertad del hombre, sino a la supresión de sus libertades. Es asimismo incontrastable la constatación de que en la estela del Concilio (Vaticano II), los errores de Rusia se hubieran difundido con audacia cada vez mayor por la Iglesia, y particularmente por medio de la «teología de la liberación» que es esencialmente marxismo revolucionario traducido a un modismo diseñado para hacerlo aceptable a una generación ya desposeída de sana instrucción catequética por la supresión del Catecismo Católico, por la misma mafia postconciliar de los neomodernistas anti-anti-comunistas. [1]
 
Esa «teología de moda», [2] ha venido siendo propagada en las últimas cinco décadas por los teólogos modernistas de turno, basta que éstos enseñen una doctrina nueva, distinta de la tradicional, aunque sean herejías, llegan exaltados y aplaudidos por las masas. Como sabemos, para éstos, la sana doctrina de Nuestro Señor Jesucristo y de los Apóstoles, e interpretadas por los Padres y el Magisterio de la Iglesia ya no se adapta a las exigencias de los nuevos tiempos. [3]
San Pablo ya se lo advirtió a Timoteo: Porque vendrá el tiempo en que no soportarán más la sana doctrina (1990), antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias. Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas (2 Timoteo 4, 3-4).
Y los «falsos doctores» vinieron, y seguirán viniendo, bien instrumentados y orquestados. San Juan los llamó «anticristos»: Así ahora muchos se han hecho anticristos, por donde conocemos que es la última hora. De entre nosotros han salido, más no eran de los nuestros, pues, si de los nuestros fueran, habrían permanecido con nosotros. Pero es para que se vea claro que no todos son de los nuestros (1 Juan, 2, 18), y llegaron los Ludwig Feuerbach, Rudolf Karl Bultmann, Dietrich Bonhoeffer, Thomas J.J. Alticer, William Hamilton, Paul van Buren, Dorothee Sölle, etc.
A éstos se sumaron Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff O.F.M., Segundo Galilea S.J., Frei Betto O.P., Carlos Mesters O.C., Clodovis Boff, O.S.M., Ignacio Ellacuria S.J., Jon Sobrino S.J., etc., entre estos últimos varios admiradores del Ché Guevara, algunos de ellos amigos personales del tirano Fidel Castro, especialmente Frei Betto.
Pongamos algunos ejemplos de sus erróneas proposiciones:
  1. Evolución del dogma. [4]
  2. Teología de la muerte de Dios. [5]
  3. Teología de la liberación. [6]
  4. «Eclesiogénesis».
  5. Teología negra.
  6. Teología india.
  7. Mariología marxista.
  8. «Ecoteología».
Las Comunidades eclesiales de base (CEBs), se inspiraron en los lineamientos de los «teólogos de la liberación». El jesuita Jon Sobrino entre varias de sus obras insufló especialmente estas dos Resurrección de la verdadera Iglesia (1981), Compañeros de Jesús.
Originalmente las CEBs brazo operativo de la Teología de la Liberación de corte marxista, actuaron bajo los denominativos de «Comunidades de base cristiana» o «Iglesia del pueblo».  Posteriormente al recibir la aprobación de múltiples obispos y hasta la bendición de Conferencias Episcopales, promoviéndolas como «su principal opción pastoral», éstas fueron multiplicándose no solamente en el Brasil, su país de origen, sino también en toda América Latina y otras latitudes con el denominativo de CEBs. [7]
Dos esclarecedores documentos desvelaron completamente el accionar de las CEBs: «Las CEBs de las cuales mucho se habla y poco se conoce» del Prof. Plinio Correa de Oliveira, y la también «muy oportuna publicación por el episcopado mexicano de un excelente informe sobre la «Iglesia del Pueblo», escrito por el Padre Boaventura Kloppenburg, OFM, Rector del Instituto Pastoral del CELAM, documento que «frenó la acción subversiva marxista en México», desarrollada en vísperas de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla. [8]
«Las CEBs pretendieron y pretenden formar una clase social que lucha contra las instituciones civiles e incluso eclesiásticas. Estimulan a las bases a rebelarse contra las cúpulas, apoyando partidos que alientan la lucha de clases. Las comunidades eclesiales de base se convierten así en minas inagotables de acción partidista, representando al “pueblo” en el quehacer socio-político».
«En este ambiente toma cuerpo la “Iglesia Popular”, creada por el pueblo o comunidades eclesiales de base contaminadas por la lucha de clases, en oposición a la Iglesia con autoridades superiores, la Iglesia tradicional».[9]
En mayo de 1999 tuve la gracia de conocer personalmente al teólogo francés Bertrand de Margerie, sacerdote jesuita y miembro de la Pontifica Academia de Santo Tomás de Aquino, quién me entregó su precioso libro: Daily Communion and Frequent Confession, así comencé a conocer la vasta bibliografía de este ejemplar jesuita, santo y erudito. Muchos de sus libros no se han traducido aún del francés al español, y es una pena, porque ha escrito, dada su profunda formación tomista, una variedad de temas, especialmente dentro de su especialización la teología dogmática, y particularmente la cristología, con una exégesis rigurosa, ortodoxa y profunda, «nutrida de las Sagradas Escrituras, de San Agustín, y de los Padres de la Iglesia, de Santo Tomás de Aquino – su bienamado maestro – los de místicos, de John Henry Newman, y de los textos del Magisterio».
Dos de sus últimas obras han sido «El Corazón de María, Corazón de la Iglesia» y el par de volúmenes de la «Historia doctrinal del culto al Corazón de Jesús».
Pero, dentro de toda esa vasta biografía del eximio jesuita francés, destaca su «Crítica al libro de Jon Sobrino, S.J. Jesús en América Latina su significación para la fe y la cristología». Crítica singular, dada la pertenencia de ambos a la Compañía de Jesús.
En dicho escrito De Margerie, señala entre otros que: La Cristología de Sobrino, tal como ha sido expuesta aquí, sufre de un grave defecto metodológico de donde resultan, a menudo, minimizaciones o negaciones de muchas enseñanzas importantes de la Iglesia Católica.
El autor parece ser tributario, casi exclusivamente, de algunos exegetas y teólogos contemporáneos de lengua holandesa y alemana; sus vistas exegéticas dependen sobre todo de autores no católicos citados sin espíritu crítico. Es visible que el Magisterio de la Iglesia y la Tradición de los Padres han ejercido poca influencia sobre él; inclusive él mismo sería el primer sorprendido al comparar el número muy limitado de citas que hace de ellos frente al elevado número de referencias tomadas de autores que la Iglesia todavía no ha hecho sus Doctores.
Sobrino, inspirándose en Cullmann, piensa que «sin duda alguna Jesús considera una injusticia que haya ricos y pobres». Lógicamente, para él, los ricos deberían renunciar a sus bienes para seguir a Jesús: nos encontramos aquí muy lejos de Agustín y de las encíclicas pontificias; para decirlo en pocas palabras, nos encontramos en pleno «integrismo anti-ricos», lo que no es nada sorprendente habida cuenta que los teólogos de la liberación -en su conjunto- son tributarios del plan económico-social del marxismo y poco fieles a la doctrina social de la Iglesia.
Con ocasión del 50.º aniversario del llamado «Pacto de las Catacumbas» [10] se busca resucitar a Jon Sobrino cuyas erróneas proposiciones fueron censuradas por la Santa Sede en 2007.
Germán Mazuelo-Leytón
1 cf.: G