domingo, 31 de mayo de 2015

Sobre la estupidez


Sobre la estupidez

Reproducimos hoy parcialmente un artículo sobre la estupidez y los estúpidos. Esperamos que sea de provecho para todos, principalmente para los redactores de esta bitácora, que no están inmunes de ningún defecto intelectual o moral. Pero se lo dedicamos a un anónimo persistente que a diario hace de troll en nuestra bitácora, con nuestros mejores deseos de que mejore. Hasta tanto no cambie, no publicaremos sus comentarios porque sería cooperar con su estupidez, que ya es muy grave.
 
El filósofo francés Adam realizó hace varias décadas un estudio sobre «la estupidez» en el que enumera algunas características del sujeto — el estúpido— que se caracteriza por ostentar dicha «virtud»:
No se interesa por el conocimiento.
No acepta el esfuerzo.
No toma en cuenta la realidad.
Sus limitaciones no le molestan sino que es feliz en su estado.
En lo epistemológico, el estúpido da importancia a lo que no la tiene, a lo fútil, lo evanescente. Explica fenómenos banales que no necesitan explicación. No aprende cosas nuevas sino que se repite. En una discusión, no se apoya en argumentos. Le gusta lo superficial y no echa de menos otras dimensiones del pensamiento.
En lo social, el estúpido usa las palabras sin poner atención en su sentido. Se niega a prestar atención a las razones expuestas por los otros. No toma en cuenta la realidad. Convierte en víctimas a las personas sensatas, expuestas a su torrente de palabras. Adam no duda en calificar la estupidez como una agresión contra la sociedad. El estúpido llega a ejercer un «terrorismo intelectual» sobre su entorno porque, en la conversación, impone lo irrelevante, salta entre temas...
El ser inteligente, por el contrario, muestra una disponibilidad hacia lo real. Adam subraya que reconocer las limitaciones propias en cuanto a los conocimientos es estar ya en camino de aprender (…)
UNA GUÍA RÁPIDA PARA RECONOCER A LOS ESTÚPIDOS
Los estúpidos no se interesan por la realidad. Se «desconectan» de ella de manera activa y militante, reemplazando el mundo por su propia actitud frente al mundo. No se interesan por los datos precisos, por los diferentes niveles de abstracción, ni tampoco por las posibles perspectivas divergentes. La tendencia de los estúpidos es creerse el centro del universo, y una conversación es para ellos en primer lugar una posibilidad de decir su opinión. Hablan de sí mismos. Es un tema en el que no necesitan realizar una investigación previa y en el que son expertos.
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