martes, 26 de mayo de 2015

“Generosos” y “tacaños”


“Generosos” y “tacaños”

 

La sociedad es como una torre: cuanto más sólidos y profundos son sus cimientos, más alta puede ser su construcción. El fundamento de la familia y de la sociedad es la moral. Los “tolerantes”, de “espíritu amplio”, llevan a los “prudentes” a aceptar un mundo sin Dios ni ley.
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La sociedad es como una torre: cuanto más sólidos y profundos son sus cimientos, más alta puede ser su construcción.
El fundamento de la familia y, por lo tanto, de la sociedad es la moral. Si esta base es insuficiente, cuanto más alta vaya siendo la torre de la civilización, mayor y más próxima será su ruina.
Y, cuando los escombros que llenen la tierra hayan demostrado la debilidad del edificio, los arquitectos de torres de Babel envidiarán la casa de amplios cimientos y de una altura proporcionada que desafía a las intemperies y se burla del tiempo.
La Iglesia, que pudo actuar libremente hasta el siglo XIV, puso profundos cimientos para después construir sobre ellos no un monumento vano de un orgullo temerario, sino el edificio fuerte y admirable de prudencia y de sabiduría que fue la Civilización Cristiana. Los fundamentos que restan, aún hoy soportan el peso inmenso de un mundo que se desmorona.
Y, cuando los escombros que llenen la tierra hayan demostrado la debilidad del edificio, los arquitectos de torres de Babel envidiarán la casa de amplios cimientos y de una altura proporcionada que desafía a las intemperies y se burla del tiempo.

Los gérmenes que amenazan nuestra existencia, nacieron de la inobservancia de las leyes de Dios y de la Iglesia. Hoy como ayer, una inmensa cantidad de hombres, organizados y actuando en diversos niveles, continúan socavando estos fundamentos: son los que se auto-titulan “liberales”, “generosos”, “tolerantes”, hombres “modernos” y de “espíritu amplio”. Bajo diversos pretextos y sofismas, van llevando a la masa incontable de los “prudentes” a aceptar la construcción paulatina de un mundo sin Dios ni ley.
Ellos acusan a quienes se oponen a sus designios de tacaños, mentes estrechas y sin generosidad, cuando no de fascistas y otros epítetos intolerantes.
Esta demolición que está siendo realizada en nuestro país, fue muy bien descrita por el dirigente del MIR, Andrés Pascal Allende: “Estamos hablando no sólo de un cambio político, es también un cambio de forma de vida, es un cambio civilizatorio (…) Ése es un cambio más radical y más profundo que el que nunca nosotros nos planteamos antes”.
(Puede bajar gratuitamente el libro: “La Revolución Cultural: un smog que envenena a la Familia chilena“)