martes, 26 de mayo de 2015

DESPRECIABLE COMO BOFE DE GATO


DESPRECIABLE COMO BOFE DE GATO

Nuestra constante y empeñosa colaboradora María Dolores Ribeiro Orge, tuvo la amabilidad de hacernos conocer el siguiente video de un programa de su país natal, Brasil, llamado “Espacio Público”, donde ha vomitado sus excrecencias el hereje Leonardo Boff:
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Como datos de este apóstata, precisemos que su nombre genuino es Genésio Darci Boff, conocido por Leonardo Boff. Probablemente “Leonardo” sea su nombre de religión; pero se sabe de qué religión: la del Concilio Vaticano II en su vertiente de la pedrestre Teología de la Liberación. Ordenado sacerdote del Orden Franciscano de los Frailes Menores en 1964, ayudó a consolidar esa teología marxista y enemiga de la verdadera Fe.
María Dolores tuvo la gentileza de traducirnos pasajes salientes de la grabación mencionada, los que aquí reproducimos y comentamos brevemente, precisando la ubicación de cada uno de ellos:
Entre los minutos 1:50 y 2:14:
En 1964, yo temía, y todos los conventos ya tenían pavor— al Comunismo; entonces nosotros estábamos para dar apoyo a las fuerzas conservadoras; leíamos Gustavo Corção y teníamos rabía de García Amoroso Lima. Y hoy la situación es contraria, nosotros estamos defendiendo las ideas más progresistas, abiertas…
O sea: era un defensor de cierta especie de reblandecida rectitud doctrinal católica, “conservadora” (Corçao fue miembro de la Unión Democrática Nacional, y fue influenciado por Jacques Maritain), en contra del Comunismo… luego lo defendió, pero ahora bajo el eufemismo de “ideas progresistas y abiertas”.
Entre los minutos 7:53 y 11:05:
Y una de las personas más atentas y que llama continuamente la atención a ese hecho, es el Papa Francisco. Y no sin razón es que él se propone, se propuso, y va a ser publicada dentro de poco, una encíclica, cuyo objetivo es: “Cómo salvar la vida en el planeta.”
¿Y su participación en esta encíclica?, ella fue demasiado representativa incluso en la JMJ. Ha circulado información acerca de que asesores del santo padre estaban en busca de sus libros [de Boffe, se entiende] en las tiendas de Río de Janeiro, mientras él tomaba parte en el evento. ¿Cómo fué retomar este contato con la santa sede despues de todo lo ocurrido con Vd.?
Yo creo que con el papa Francisco, ha llegado la primavera en la iglesia, despues de un largo y tenebroso invierno, como dice el poeta. Y a ese papa yo pronto le saludé como el papa de salvación, porque la iglesia estaba absolutamente desmoralizada por los escándalos financieros, por los pedófilosningún cardenal europeo quería ser candidato porque se enfrentaba a una crisis terrible. Y tuvieron que buscar alguien afuera. Entonces yo creo que su nombre Francisco es más que un nombre, es la consigna de un proyecto. Proyecto de una iglesia simple, abierta a todo el mundo, un proyecto político de dialogo con todos los pueblos, sin discriminación alguna, renuncia a aquella exclusividad de la iglesia de ser la unica portadora de la verdad; de que todos tenemos que unirnos, apoyarnos el uno al otro para servir a la humanidad. Entonces él trajo una atmósfera nueva y la iglesia empezó nuevamente a ser una casa espiritual. Lo que ocurrió en muchos paises como Alemanía, donde había una gran emigración de católicos —y en otros paises— están regresando. Y nosotros hoy nos sentimos orgullosos. Y yo indirectamente; a través del embajador argentino del Vaticano, fue dirigida a mí la peticíon del papa para que le enviase materiales sobre ecología y él dijo “no envíe para el Vaticano porque no me lo entregan. Vd. entregue al embajador que él lo entrega en mi mano, si no ellos se hacen los distraídos, ellos se sientan encima y se olvidan de entregarme.” Yo por tres veces entregué y él me pidió especialmente un documento que yo ayudé a preparar, que sería una nueva configuración de la ONU, y tiene un meollo teórico que es el bien común de la tierra y de la humanidad, no como un desarrollo sostenible o algo así, sino como el bien común del planeta Tierra y de la humanidad. Y ahí elaboramos toda una concepción de un planeta unificado en que se distribuyen de forma decente e igualitaria los pocos recursos que tenemos. Y encaminé todo eso a él. Espero que haya sido útil.
Todo se reduce, aparentemente, al ecologismo… sin espíritu: cómo salvar la vida del planeta, en lugar de salvar las almas. ¡Y qué mejor para la vida del planeta que una Primavera! la que, como sabemos, comenzó con el Concilio Vaticano II. Durante la celebración de esta asamblea, se empleó repetidamente la locución “Primavera de la Iglesia”, ya prefigurada en palabras de Juan XXIII, que en una carta del 10 de Octubre de 1958, escribe: «Una cierta frase mía acostumbrada: “estamos en la tierra no para custodiar un museo, sino para cultivar un jardín floreciente de vida”, expresa la realidad más consoladora. Muerto el papa, viva el papa» (GIOVANNI XXIII, Lettere 1958-1963, Roma 1978, p. 482).
Más adelante retomará una expresión análoga —aunque disimulada detrás de reflexiones escriturísticas— Pablo VI, que en su carta apostólica “Summi Dei Verbum” (4 de Noviembre de 1963), escribió:
La buena semilla sembrada por el Concilio de Trento en el campo fértil de la Iglesia, por el decreto antes mencionado, es también el florecimiento de los seminarios o colegios con fines especiales, como la de “Propaganda Fide” en Roma, las Misiones Extranjeras de París, y Colegios para diversas naciones en Roma, en España, en Flandes, por lo que todo el complejo de los círculos providenciales de formación eclesiástica, en la Iglesia de hoy puede bien ser comparado con el árbol de la parábola evangélica, que nació a partir de una pequeña semilla, creció y se extendió a proporciones tan inmensas que podrían refugiarse en sus ramas innumerables aves de los cielos.
Juan Pablo II hizo lo suyo, cuando el 27 de Mayo de 1998 escribió en su mensaje a los participantes del Congreso Mundial de Movimientos Eclesiales, lo siguiente:
[Los movimientos eclesiales] Representan uno de los frutos más significativos de la primavera de la Iglesia que anunció el concilio Vaticano II, pero que, desgraciadamente, a menudo se ve entorpecida por el creciente proceso de secularización. Su presencia es alentadora, porque muestra que esta primavera avanza, manifestando la lozanía de la experiencia cristiana fundada en el encuentro personal con Cristo.
Ya en el trono de San Pedro Benedicto XVI, dos textos sucesivos de este pontífice retoman la idea: el primero, en el discurso al Congreso Internacional, en el XL aniversario de la Constitución Conciliar “Dei Verbum” (16 de Septiembre de 2005):
Estoy convencido de que, si esta práctica se promueve eficazmente, producirá en la Iglesia una nueva primavera espiritual.
Y en el Ángelus del 6 de Noviembre del mismo año, expresó:
Entre los múltiples frutos de esta primavera bíblica me complace mencionar la difusión de la antigua práctica de la lectio divina, o “lectura espiritual” de la sagrada Escritura.
Durante ese pontificado, en preparación de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (prevista para celebrarse entre el 5 y el 26 de Octubre de 2008), se elaboró el Instrumentum laboris de esa Asamblea (11 de Mayo de 2008), donde leemos en el quinto párrafo del Prefacio:
… con la esperanza, entre otras cosas, que a partir del redescubrimiento de la Palabra de Dios, que es siempre actual y no envejece jamás, la Iglesia pueda rejuvenecerse y conocer una nueva primavera.
En el punto 12 de este documento de trabajo, se manifiesta lo siguiente, con expresa remisión al texto de Summi Dei Verbum visto más arriba:
Pertenecer cada vez más a este “misterio” que constituye la Iglesia es la consecuencia lógica de la escucha de la Palabra de Dios, por ello el encuentro continuo con ella es causa de renovación y fuente de «una nueva primavera espiritual».
En el punto 38, sin remitir expresamente al documento original, se recuerda y repite la frase de Benedicto XVI del 16 de Septiembre de 2005, transcripta más arriba.
Ahora, con Bergoglio al timón, la iglesia conciliar insiste en este concepto, no sólo por las expresiones del Boffe reproducidas más arriba, sino también teniendo en cuenta una de las primeras expresiones de… otro argentino (¿cuándo no?), que ponderaba al arrabalero Decimejorge (La Nación, 24 de Marzo de 2013):
El cardenal argentino Leonardo (¡Leonardo!, igual que Boffe… y tan despreciable como él) Sandri, de 69 años y una de las figuras de la Iglesia que llegó a ser señalada como “papable”, aseguró que “con Francisco empieza una primavera para la Iglesia
Cosa curiosa la de esta primavera, que no termina de aparecer, o que reaparece con cierta frecuencia en la vida de esta iglesia corroída, como que cada advenimiento termina en un fracaso invernal; verdaderamente, es una primavera a la que no se le ven las flores… pero sí los frutos (Mateo VII, 17-20).

* * *

Parece, además, que no sólo Boffe fue citado por Decimejorge, sino que también estuvo en el Cónclave, porque sabe que “… ningún cardenal europeo quería ser candidato,… “; pero esto no debe asombrarnos: la mentalidad de Boffe es pionera y promotora de eso que hoy ocupa el pináculo del Vaticano, y que constituye, en palabras del mismo “teólogo” brasileño, “una crisis terrible”.
Una crisis que se ha puesto el santo nombre de Francisco; no por seguir al poverello de Asís, sino para parodiar y ultrajar su nombre y su genuina caridad, del mismo modo en que sus predecesores hicieron con la ciudad natal del santo, profanándola con las infames y sincretistas “jornadas de oración por la paz en Asís”: Juan Pablo II, el 27 de Octubre de 1986, los días 9 y 10 de Enero de 1993 y el 27 de Octubre de 2002; y Benedicto XVI, el 27 de Octubre de 2011.
Y esta parodia, ultraje y profanación consumadas por Decimejorge, ciertamente constituyen mucho más que la consigna de un proyecto; se trata de un proyecto en acción, en pleno desarrollo para convencer al mundo de que la Iglesia ha cambiado; ha cambiado, en verdad, pero hace ya largo tiempo y de modo que ya no es la Iglesia de Cristo —que se refugia en los lugares, grupos y personas que permanecen fieles a Nuestro Redentor— sino que es la iglesia de los hombres, la iglesia de algunos hombres, la iglesia del hombre; en resumen, la iglesia conciliar.
Por eso, si más que una consigna es un proyecto, en cuanto al nombre lo que porta Bergoglio es apenas una denominación hipócrita; es mucho menos que el nombre del santo de Asís, Francesco: “el abanderado” (del alemán); “el francés” (del italiano); el franco, el abanderado de la verdad, a diferencia de Decimejorge que escolta al demonio en su calidad de Padre de la Mentira.
Coherentemente con esto, la iglesia de Bergoglio es una iglesia simple (una simple secta, en realidad), abierta a todo el mundo (por eso el mundo se le ha infiltrado —a pedido de Juan XXIII— y la copó), un proyecto político de dialogo con todos los pueblos (mera política, y cuanto más pueblerina, mejor), sin discriminación alguna, renuncia a aquella exclusividad de la iglesia de ser la unica portadora de la verdad (declinando la misma doctrina de Jesucristo; Juan XIV, 6).
Y esta iglesia corrupta y farisaica, encabezada por otro Caifás más de estos últimos tiempos, se encamina hacia el Sanedrín del Siglo XXI, encarnado en una nueva configuración de la ONU, donde se ha de elaborar toda una concepción de un planeta unificado en que se distribuye de forma decente e igualitaria los pocos recursos que tenemos. Como la cúpula de la iglesia mosaica en la época de la vida terrena de Nuestro Señor, una iglesia ocupada sólo en las cuestiones temporales; importan más los cuerpos que las almas… (Mateo X, 28)
Entre los minutos 11:20 y 14:15:
¿Por qué la Teología de la Liberación no fue aceptada por el Vaticano? (…) ¿Por qué Vd. ha sido tan perseguido, a que se puede atribuir esto?
Yo digo con toda sinceridad, el cardenal Ratzinger, Juan Pablo II, nunca comprendieron la Teología de la Liberación y condenaron aquella versión dada por los militares, por los grupos más reaccionarios de Latinoamérica. Y ahora viene un nuevo jefe del santo oficio, cardenal Muller, y dice “la Teología de la Liberación es teología católica.” Antes decían que era teología marxista. Entonces nosostros hasta nos quedamos confundidos. Yo casi ni lo creo. Porque esta teología siempre se entendió como teología católica hecha por nosotros, teólogos que teníamos un pie y aún tenemos un pié en la favela, en las comunidades, en la lucha del pueblo; otro pie en la enseñanza de la teología, intentando unir las dos puntas, la punta de la injusticia y de la miseria con la punta de la fe cristiana y de su reflexión. Entonces esa teología es una teología, yo diría hoy, perenne, y es la teología más importante en este momento, a tal punto que este papa, que en la Argentina representaba una de las tendencias de esa teología, que era la teología del pueblo, del pueblo oprimido o la teología de la cultura silenciada, que era la forma argentina dentro de la dictadura militar de no poder usar categorías marxista, de clase, etc. para explicar la pobreza; él fue uno de los primeros en adoptar esa teología; su profesor aún está vivo hoy, Juan Carlos Scannone, diciendo que él como estudiante, ingresado ya mayor, formado en química, había hecho el propósito de continuamente visitar las “villas miseria”, que son las favelas de ellos y hacer personalmente el voto de pobreza. Y en esto él fué coherente hasta los días de hoy. Entonces yo creo que la Teología de la Liberación ganó hoy respetabilidad. Él invitó a Gustavo Gutiérrez, fundador de esa teología, para hablar. Yo estaba en Italia y él me invitó a mí, pero yo en aquel día iba a empezar un gran congreso en torno de la espiritualidad y le dije “santidad, yo no puedo”, “santidad, no, santidad es el dalái-lama, yo soy obispo de Roma”. Pero alguna otra vez, yo te llamo. Entonces él está buscando restablecer, yo creo, a aquellos que recibieron condenaciones que yo juzgo injustas, porque ofendieron tanto a los pobres que decían “nosotros construímos aquí en la miseria y el papa construye allá junto a los ricos, y cuando leemos el Evangelio, Jesús está de nuestro lado y no está de aquel lado, y a nosotros nos gustaría comprender esto.”
[Aquí alaba a los apóstatas Paulo Evaristo Arns y Aloysio Lorscheider.]
Sigue estando claro el sesgo nítidamente marxista que tiene la teología de la liberación, tanto para Boffe como para Decimejorge, que exalta la figura del Dalái Lama, ese abuelito bueno que preside el budismo tibetano. Es cierto que medida por medida, luce mucho más valioso Tenzin Gyatso (el actual Lama), que el obispillo de Roma; por lo menos no es tan chabacano como nuestro (desgraciadamente) compatriota.
Pero no se trata aquí de una comparación de personas, sino de lo que aparece a los ojos del mundo: quien figura como el Vicario de Cristo, considera al líder de una falsa religión como superior, y a sus ídolos como mayores que Dios Nuestro Señor; es decir, que pone a los demonios por encima del verdadero Dios.
Se nota con claridad cómo este renegado identifica la injusticia y la miseria, con la fe cristiana y su reflexión; o intenta decir que antes de la teología de la liberación, la fe cristiana no reflexionaba sobre la injusticia y la miseria… Dos mil años de historia lo desmienten contundentemente.
Entre los minutos 22:09 y 27:17:
Boff, Vd. ha dicho diversas veces que el papa Francisco es el mayor líder religioso y político mundial; ante esto, dos cuestiones aún sobre el pontificado de Francisco. Una es: durante las congregaciones generales en 2013, las reuniones que precedieron el sínodo, mientras el mundo entero hablaba de Vatileaks, de pedofilia, de matrimonio homosexual, los cardenales decían y reafirmaban que estaban en busca de un perfil de alguien que pudiese hacer la tal reforma de la Curia Romana; primera pregunta en ese sentido es ¿qué reforma de la Curia Romana es esta y si el papa Francisco está consiguiendo realizarla?. Y otra inquietud que aparece a veces también, Boff, es la siguiente, hay un consenso de hecho en que el papa Francisco, desde el primer momento en que apareció en aquel balcón de la Basílica de San Pedro, se ha mostrado como un pontífice más cercano al pueblo hasta por sus maneras latinas, pero en algunos momentos, cuando se parte del punto de vista de la doctrina, hay una continuidad. Por ejemplo, en una audiencia general, él hizo un discurso fuerte, defendiendo la familia tradicional; y por eso me quedé preguntándome si Benedicto XVI hubiera dicho esto, ¿cuál seria la reacción?. ¿No hay un riesgo de mitificar también al papa Francisco? 
Bueno, hay un riesgo de mitificar al papa Francisco porque hay un vacío de liderazgo en el mundo entero. Nosotros tenemos presidentes, que son todos discípulos de las escuelas de administración, son burócratas, administran más la economía que su propio pueblo. De pronto viene alguién con otra visión de mundo. Entonces en lo que se refiere a la reforma de la Curia, yo creo que sólo la figura de él ya despaganizó el papado, él no usa más aquellos símbolos de poder, aquella famosa muceta, aquel manto corto que se usa en los hombros, que sólo los emperadores llevaban como señal del absoluto poder, la tiró fuera, se la dio de regalo al secretario y dijo: lleéala para tu casa como recuerdo. Y yo voy a gobernar no en el poder sino en la caridad. Y él introdujo algo de nuevo en la iglesia, un gobierno colegial. Por el derecho canónico, el cánon 3331 dice “el papa tiene el poder absoluto, inmediato, general, sobre todas y cada una de las personas.” Él es la imagen infalible. Si tu quitas “papa” y pones “Dios”, igual funciona. Tal es el exceso de poder. Él no, renunció a todo eso. Se siente, no papa de la iglesia universal, sino obispo de Roma. Y como obispo de Roma, lógico que tiene la presidencia de las iglesias. Entonces estes hechos son fundamentales. Y, para mí, otro gesto simbólico que implica una determinada teología fue que, antes de dar él la bendición al pueblo, le pidió la bendición al pueblo de Dios. Esta es la categoría central para él. No es poder sagrado, no es la jerarquía. La categoría central que ordena la iglesia es la categoría pueblo de Dios. Pueblo de Dios en marcha, los curas tienen que oler a pueblo, a oveja; tienen que caminar juntos. Entonces en eso, él reformó. Lógico que es un proceso largo la reforma de la Curia; ella tiene más de mil años, incrustada con mil hábitos y ceremonias que él está desmontando; no quiere vivir en palacio, come en la cola con todo el mundo y dice con humor al teléfono “así es más difícil envenenarme”, porque lógico, varios papas fueron envenenados. Y en cuanto a lo segundo, yo creo lo siguiente: él por un lado mantiene la doctrina tradicional, es decir, el testimonio de todo un siglo de Cristianismo, pero hay una diferencia de los otros papas, porque tanto con Juan Pablo II y Benedicto XVI, estaba prohibido, estrictamente prohibido, discutir temas de sexualidad, familia, aborto, divorcio. Con este, no. Dejó discutir, pidió hacer consultas internacionales. Él dá su opinión, sobre los homosexuales fue extraordinario; dijo “¿quién soy yo para juzgar?”, y si ellos son así y existe amor [entre ellos], tienen que vivir con responsabilidad. Entonces, él abrió brechas que permiten a la iglesia ser más flexible. Y el propio Sínodo muestra una gran discusión, y cuando la discusión se inclinaba más para la derecha, repentinamente él la canceló: Y vamos a hacer pausa, volvamos para nuestros países para ganar tiempo. De ahí yo espero que él permita esta discusión amplia y posiblemente deje estas cuestiones a las iglesias continentales. En ellas se han de encontrar los caminos pastorales, o sea, sacar de la categoría de la doctrina para pasar a la categoría de la pastoral, como tratar a parejas separadas o divorciadas que son cristianos ejemplares. Eso en cada región es distinto y los obispos encontrarán continentalmente un camino que sea responsable y, al mismo tiempo, permita libertad a los hijos de Dios.
Si hay un vacío de liderazgo en el mundo entero, esto amerita dos lecturas: Por un lado, el papado renunciando paulatinamente, desde el CVII, al papel de Vicario de Cristo y orientador del pueblo fiel (Lucas XXII, 32). Por otra parte, ese vacío de genuino liderazgo es aprovechado por los enemigos de la verdadera Fe (especialmente Bergoglio, actualmente considerado el mayor líder religioso y político mundial), que pululan en el mundo ocupando los lugares en los que declinan quienes debieran conducir, hasta que llegue el Máxuimo Usurpador y junte en su persona no sólo todo el poder sobre la Tierra, sino también la máxima perversidad, opuesta a la más alta bondad que proviene de toda autoridad que obedece a Cristo Nuestro Señor.
Como Boffe niega todo lo que es verdadero y lo torna en falsedad, puede decir que Bergoglio despaganizó el papado. cuando en realidad es evidente que a partir del CVII se ha “desdivinizado” el papel de los ocupantes del Trono de San Pedro, hasta llegar en su culmen a esta figura más propia de un marginal de los bajos fondos de Buenos Aires, que de una jerarquía eclesiástica auténtica. Y denigra también, por lógica consecuencia, los símbolos del poder divino y terreno querido y ordenado por Nuestro Señor para San Pedro y sus sucesores legítimos (Juan XXI, 15-17), que no es un exceso de poder, sino la máxima delegación de la autoridad espiritual, mandada por el Hijo de Dios; lo mismo hace con las ceremonias litúrgicas de la verdadera Iglesia, prostituidas desde el CVII y despreciadas miserablemente por este… miserable.
No se trata de apacentar estas ovejas bergoglianas y boffianas, que sólo tienen el olor de tales, sino de obrar como verdaderos pastores, sabiendo que de su conducción del rebaño depende la salvación y la gloria de tantas almas; paradójicamente, estos líderes de la impiedad están llevando a la Humanidad a su perdición como corderos al matadero.
La categoría central que ordena la iglesia es la categoría pueblo de Dios, categoría que viniendo del marxismo no incluye a toda la población en la definición de pueblo, sino sólo a una clase que lucha contra otras con la finalidad de eliminarlas y ocupar el lugar preponderante en la sociedad, aunque esa eliminación de las otras clases se lleve a cabo —como se ha visto a lo largo de casi todo el siglo XX— por medio de masacres organizadas y concretadas por hombres sin fe, sin patria y sin escrúpulos. Esa lucha de clases marxista se ensaña expresamente contra la verdadera Fe, contra el Hijo de Dios, de forma tal que estas expresiones del Boffe brasileño y las actuaciones del Decimejorge argentino, los ponen realmente contra Cristo (Mateo XII, 30).
Las últimas expresiones de este despreciable sujeto, apuntan a la estrategia hipócrita y farisaica de Bergoglio y sus secuaces: Y el propio Sínodo muestra una gran discusión, y cuando la discusión se inclinaba más para la derecha, repentinamente él la canceló: Y vamos a hacer pausa, volvamos para nuestros países para ganar tiempo. De ahí yo espero que él permita esta discusión amplia y posiblemente deje estas cuestiones a las iglesias continentales. En ellas se han de encontrar los caminos pastorales, o sea, sacar de la categoría de la doctrina para pasar a la categoría de la pastoral, como tratar a parejas separadas o divorciadas que son cristianos ejemplares. Eso en cada región es distinto y los obispos encontrarán continentalmente un camino que sea responsable y, al mismo tiempo, permita libertad a los hijos de Dios. O sea: se detienen un poco como tanteando el terreno y calibarndo resistencias y oposiciones; si es necesario, se da un pasito para atrás, pero el objetivo ya está fijado: Abrir brecha que permitan a la iglesia ser más flexible.
Y con esro se cierra el asunto porque ahí está la clave: La Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana no puede ser flexible (Mateo V, 37), porque es Santa, Pura, Intachable y Perfecta, No puede haber flexibilidad ni desvío en la Esposa de Cristo, como inmutable e indefectible es el propio Dios, su Divino Consorte. Si una institución religiosa o pseudoreligiosa —aunque no fuese algo depravado y abominable como esta iglesia conciliar empeñada en al destrucción de las almas— admite esa flexibilidad propia que reclama Boff y propicia Begoglio para su secta conciliar apóstata, esa predisposición constituye la prueba más indiscutible de que no se trata de la verdadera Iglesia de Cristo, sino de una acreditada contraiglesia: Aquella que prepara el camino y reinado del Anticristo y su Falso Profeta.

¡Mater Cæli, horas acelerandas!