sábado, 28 de marzo de 2015

ENTREVISTA AL CARDENAL BURQUE

 ENTREVISTA AL CARDENAL BURQUE
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LSN: Después del sínodo extraordinario sobre la familia, hemos entrado en un período de incertidumbre y de confusión a propósito de varias cuestiones “sensibles”: la comunión para las parejas divorciadas y “vueltas a casar”, un cambio de actitud hacia las uniones homosexuales y una aparente relajación de actitudes hacia las parejas no casadas. ¿Considera, su Eminencia, que esta confusión ya está dejando sus efectos contrarios entre los católicos?
Cardenal Burke: Con toda seguridad, así es. Lo escucho yo mismo: lo escucho de los católicos, lo escucho de los obispos. La gente está reclamando ahora, por ejemplo, que la Iglesia ha cambiado su enseñanza con respecto a las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o en cuanto a la maldad intrínseca de los actos homosexuales. O las personas que están dentro de las uniones matrimoniales irregulares exigen recibir la Sagrada Comunión, afirmando que ésta es la voluntad del Santo Padre. Y tenemos situaciones sorprendentes, como las declaraciones del obispo de Amberes con respecto a los actos homosexuales, que pasan sin ser castigadas, y así podemos ver que esta confusión se está extendiendo, en realidad, de una manera alarmante.
LSN: El Arzobispo Bonny ha declarado que la Humanae vitae ha sido cuestionada por muchos: y que ahora es el momento para cuestionar otras cosas. ¿No estamos en un período en que las enseñanzas de la Iglesia están siendo discutidas más que antes?
CB: Sí, creo que sí. Ahora, parece que las personas, que antes no contestaban la enseñanza de la Iglesia, porque estaba claro que la autoridad de la Iglesia prohibía ciertas discusiones, ahora se sienten muy libres para disputar incluso la ley moral natural, que incluye una enseñanza como la Humanae vitae, que ha sido la enseñanza constante de la Iglesia con respecto a la cuestión de la anticoncepción.
LSN: Se ha dicho, después de la publicación de la Relatio post disceptationem, que hubo una manipulación que consistía en introducir en las preguntas sinodales lo que en realidad no tiene nada que ver con la familia. ¿Aceptaría expresarse sobre cómo y por qué se produjo esta “manipulación”? ¿Quién se beneficia?
CB: Es claro que hubo una manipulación, porque las intervenciones reales de los miembros del sínodo no fueron publicadas, y sólo el informe de la mitad de la sesión, o la “Relatio post disceptationem”, fue dado a conocer, el cual no tenía nada que ver con lo que estaba ocurriendo en el sínodo. Y es claro que había individuos que, obviamente, tenían una influencia muy fuerte en el proceso sinodal, que estaban presionando con un programa que no tiene nada que ver con la verdad sobre el matrimonio, como Nuestro Señor mismo nos lo enseña, como nos es transmitida en la Iglesia. Ese programa se refería a  tratar de justificar las relaciones sexuales fuera del matrimonio y los actos sexuales entre personas del mismo sexo y, en cierto manera, claramente relativizar -e incluso ocultar- la belleza de las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio como una unión fiel, indisoluble, procreadora entre un hombre y una mujer.
LSN: ¿Quién se está beneficiando? Como fieles católicos, estamos sorprendidos y preocupados por la aparición repentina de estos temas.
CB: Bueno, no puede ser un beneficio para nadie, porque no es cierto: no es la verdad. Y así sólo está haciendo daño a todos. Puede ser percibido como un beneficio, por ejemplo, para las personas que por alguna razón se encuentran atrapados en situaciones inmorales. Puede ser visto por algunos, en alguna manera, para justificarlos. Pero no pueden justificarlos, porque los propios actos no pueden ser justificados.
LSN: Usted ha hablado, en otra ocasión, sobre la firme resistencia puesta en estos puntos por muchos padres sinodales. ¿No es esto un gran signo de esperanza? ¿Esta resistencia le sorprende?
CB: No, no me sorprende, aunque yo estaba muy agradecido por ello, porque en cierto modo, cuando la Relatio post disceptationem fue publicada, por ejemplo, cuando se observaba la dirección que claramente se estaba dando al sínodo, se tenía miedo que, quizás, los padres sinodales no iban a hablar – pero lo hicieron. Y ellos hablaron con fuerza, un número de ellos, y gracias a Dios por eso. Confío que estos mismos padres sinodales – espero que muchos de ellos serán designados para la sesión de septiembre del 2015 – también hablarán con fuerza en esa ocasión.
LSN: En los tres artículos que no obtuvieron una mayoría absoluta de dos tercios permanece alguna confusión en el significado de los votos. Se han incluido en el informe final y en los Lineamenta.  Ellos obtuvieron simples mayorías de más de la mitad, pero se me ocurre que la redacción de los párrafos es tal que realmente no se puede saber lo que significa el voto. ¿Es errónea mi idea?
CB: Es muy confuso. He participado, creo, en cinco sínodos, y en cada sínodo, excepto éste, en el cual participé, una propuesta – en este caso, un párrafo – que no recibió el voto de dos tercios necesario fue simplemente eliminado; no fue publicado, y no se convirtió en parte del documento del sínodo. En este caso se insistió en publicar el documento con todos los párrafos, simplemente indicando el número de votos. Y así, muchas personas toman esto como una indicación de que estos párrafos son, más o menos, tan aceptables como los otros. Pero, de hecho, ellos fueron excluidos por los miembros del sínodo. Tristemente, recibieron una mayoría simple de los votos, lo que es de gran preocupación para mí – que muchos padres sinodales hayan votado a favor de los textos que eran confusos, y algunos simplemente por error.
LSN: En repetidas ocasiones, todavía los padres sinodales que han promocionado los temas del “nuevo matrimonio” de los divorciados y de los homosexuales, o las uniones no matrimoniales, han repetido que la cuestión no es doctrinal, sino pastoral. ¿Cuál es su respuesta a esto?
CB: Eso es simplemente una falsa distinción. No puede haber nada que sea saludable propiamente en la pastoral que no sea saludable en lo doctrinal. En otras palabras: no se puede separar la verdad del amor. Todavía en otras palabras: no se puede amar no vivir la verdad (otra traducción: una vida fuera de la verdad no puede ser una vida de amor). Y así, decir que sólo estamos haciendo cambios pastorales que no tienen nada que ver con la doctrina es falso. Si se admiten a la Sagrada Comunión personas que se encuentran en uniones matrimoniales irregulares, entonces se está haciendo directamente una declaración sobre  la indisolubilidad del matrimonio, porque Nuestro Señor dijo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio”. Y la persona, en una unión matrimonial irregular, está viviendo en un estado de adulterio público. Si se le da la Sagrada Comunión a esa persona entonces, de alguna manera, se está diciendo que esto está bien doctrinalmente. Pero esto no puede ser.
LSN: Así que el simple hecho de poner esto en discusión es ya un error.
CB: Sí. De hecho, he pedido, más de una vez, que estos temas, los cuales no tienen nada que ver con la verdad sobre el matrimonio, sean sacados de los trabajos del sínodo. [Si la gente quiere discutir estas cuestiones, muy bien, pero no tienen nada que ver con la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio]. Y lo mismo pasa con la cuestión de los actos sexuales entre personas del mismo sexo, y cosas así.
LSN: Como católicos, conocemos que el matrimonio es vincularse a una vida, y que el matrimonio es un “signo” de la unión de Cristo y de la Iglesia, y también conocemos de su profundo vínculo con la Eucaristía. La “Teología del cuerpo” del Papa Juan Pablo II trajo una especial luz en esto, pero su trabajo no ha sido citado en los sucesivos documentos sinodales. ¿Cuál es su opinión sobre esta omisión? ¿La extensión de este trabajo no sería proporcionar respuestas reales a los problemas de hoy en día?
CB: Por supuesto. La enseñanza de san Juan Pablo II es tan luminosa, y él se consagró con tal atención e intención a la cuestión de la verdad sobre la sexualidad humana y la verdad sobre el matrimonio, como dijimos un número de nosotros en los debates del Sínodo y en los pequeños grupos de discusión. Nosotros abogamos por un retorno a ese magisterio del Papa San Juan Pablo II, que es un reflejo de lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado. Pero, de hecho, se ha dado la impresión de que la Iglesia no ha sentado cátedra en estas áreas.
LSN: Esto es lo más extraordinario…
CB: Es muy extraordinario. Es pasmoso. Lo encontré difícil de creer habiendo sido testigo de ello. De hecho, creo que algunas personas se niegan a creer esta realidad porque es absurdo.
LSN: En realidad, san Juan Pablo II respondió a la ideología de género antes que llegara a ser bien conocida.
CB: Absolutamente. Él estaba tratando todas estas cuestiones en un nivel más profundo, y tratando con ellas estrictamente en términos de la ley moral natural, qué razón nos enseña, y qué la fe nos enseña, obviamente, en la unión con la razón, pero elevando e iluminando lo que la razón nos enseña sobre la sexualidad humana y sobre el matrimonio.
LSN: Entre los puntos de vista del cardenal Kasper y, más recientemente, del arzobispo Bonny de Amberes, y de otros, fue la consideración de que los “fieles” homosexuales, los divorciados “vueltos a casar” y las parejas no casadas, muestran cualidades de abnegación, generosidad y dedicación que no pueden ser ignoradas. Pero a causa de su elección de forma de vida, permanecen, en lo que exteriormente se juzga, como en un estado objetivo de pecado mortal: un estado de pecado mortal elegido y prolongado. ¿Podría recordarnos la enseñanza de la Iglesia sobre el valor y el mérito de la oración y las buenas obras en este estado?
CB: Si se está viviendo públicamente en un estado de pecado mortal no hay ninguna buena obra que pueda ser hecha que justifique esta situación: la persona permanece en pecado grave. Creemos que Dios ha creado a cada uno bueno, y que Dios quiere la salvación de todos los hombres, pero que sólo puede lograrse mediante la conversión de la vida. Y así, tenemos que llamar a las personas, que viven en estas situaciones gravemente pecaminosas, a la conversión. Y  dar la impresión que, de alguna manera, hay algo bueno en una vida en estado de pecado grave, es simplemente contrario a lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todas partes.
LSN: Así que cuando el hombre de la calle dice, sí, es verdad que estas personas son amables, se dedican una a la otra, son generosos, ¿eso no es suficiente?
CB: Por supuesto que no lo es. Es como la persona que asesina a alguien y todavía es amable con otras personas…
LSN: ¿Qué auténtica pastoral recomienda para las personas en esas situaciones, y qué pueden obtener de la práctica de su fe, en la medida en que es posible, cuando no pueden obtener la absolución o recibir la Sagrada Comunión?
CB: En mi propia experiencia pastoral he trabajado con personas que se encuentran en estas situaciones, y he tratado de ayudarlos, con el tiempo, con respecto también a las obligaciones, que en justicia tienen que cumplir, para cambiar sus vidas. Por ejemplo, en el caso de los que están en uniones matrimoniales no válidas, tratar de ayudarlos, ya sea que se separen si eso es posible, o que vivan como hermano y hermana en una relación casta, si hay niños y están obligados a criar a los niños.
LSN: En el caso de las parejas vueltas a casar que tienen sus propios hijos e hijos de un matrimonio anterior, ¿no crea esto situaciones muy difíciles?
CB: Evidentemente. De hecho, estoy profundamente preocupado por el debate acerca del proceso de nulidad matrimonial: se da la impresión de que hay sólo una parte involucrada, es decir, la persona que está solicitando la declaración de nulidad. El hecho es que hay dos partes involucradas, hay niños involucrados, y hay todo tipo de relaciones implícitas en cualquier matrimonio. Y así, el asunto es extremadamente complejo, nunca se es capaz de dar cualquier solución fácil.
LSN: Se ha planteado la cuestión de la comunión espiritual para estas personas que viven en matrimonios inválidos o uniones imposibles. No entiendo muy bien cómo se puede tener una comunión espiritual en esta especie de estado.
CB: Este término fue utilizado de una manera imprecisa. Para hacer una comunión espiritual hay que tener todas las disposiciones necesarias para recibir, en la práctica, la Sagrada Comunión. La persona, que hace una comunión espiritual, está simplemente en una situación en la que -él o ella- no tiene acceso al Sacramento, pero se halla totalmente dispuesta a recibirlo, y así hace un acto de comunión espiritual. Creo que algunas personas que utilizaron este término, estaban hablando sobre el deseo de la persona, que se encuentra a sí misma en una situación de pecado, de ser liberada de esa situación, y así ruegan y piden la ayuda de Dios para voltear sus vidas, cambiar sus vidas, para encontrar una nueva forma de vivir, y así puedan estar en estado de gracia. Podemos llamar a esto el deseo de la Sagrada Comunión, pero no es la comunión espiritual. No puede ser. La naturaleza de la comunión espiritual, por cierto, fue definida en el Concilio de Trento: se dejó muy claro que se requiere de todas las disposiciones, y así tiene sentido.
LSN: ¿Cómo puede ayudar la Iglesia realmente a todos los implicados en estas situaciones: cónyuges abandonados, hijos de matrimonios legítimos que han sido heridos por el divorcio de sus padres, personas que están luchando con tendencias homosexuales o que permanecen en alguna manera “atrapados” en una unión ilegítima? ¿Y cuál debe ser nuestra actitud: la actitud de los fieles?
CB: Lo que la Iglesia puede hacer, y que es el mayor acto de amor por parte de la Iglesia, es presentar la enseñanza sobre el matrimonio, la enseñanza que viene de las palabras mismas de Cristo, la enseñanza que ha sido una constante en la tradición, a cada uno, como un signo de esperanza para ellos. Y también ayudar a reconocer la pecaminosidad de la situación en la que se encuentran; y al mismo tiempo llamar a abandonar esa situación pecaminosa, y encontrar una forma de vivir de acuerdo con la verdad. Y esta es la única manera que la Iglesia puede ayudar. Esta fue mi gran esperanza para el Sínodo: que el Sínodo levantara ante el mundo la gran belleza del matrimonio, y la belleza del matrimonio es la verdad sobre el matrimonio. Siempre le digo a las personas: la indisolubilidad no es una maldición, es la gran belleza de la relación matrimonial. Esto es lo que da belleza a la relación entre un hombre y una mujer, que la unión es indisoluble, que es fiel, que es procreativa. Pero, ahora casi se comienza a tener la impresión que, de alguna manera, la Iglesia se avergüenza del tesoro tan hermoso que tenemos en el matrimonio, como Dios hizo al hombre y la mujer desde el principio.
LSN: Algunos pastores, algunas veces, dan la impresión que se avergüenzan de hablar sobre el pecado, o de hablar sobre la castidad.
CB: Esto también fue planteado en el sínodo. Uno de los padres sinodales, dijo: “¿Acaso no existe más el pecado?” Uno tiene esa impresión. Y, lamentablemente, desde la caída de nuestros primeros padres, siempre existe la tentación de pecar, y existe el  pecado en el mundo, y tenemos que reconocerlo y  llamarlo por su nombre, y tratar de superarlo.
LSN: ¿No están llamados de una manera especial los católicos y los padres cristianos para educar a sus hijos en la modestia y en la decencia? Esto ha desaparecido completamente en muchos lugares.
CB: Sí, esto es tan cierto. Una parte del Evangelio de la Vida ordena enseñar a los niños, en el hogar y en las escuelas, las virtudes fundamentales que muestran el respeto por nuestra propia vida y por la vida de los demás, así como para nuestros propios cuerpos; a saber, la modestia, y la pureza, y la castidad. Formar en esta manera, desde sus primeros años a los niños pequeños. Pero esto también está en gran peligro, simplemente porque la catequesis en la Iglesia ha sido tan débil, y en algunos casos confusa y errónea, y ha habido una tal fractura en la vida familiar, que los niños han sido sometidos a una educación que les deja indefensos para vivir la verdad sobre el matrimonio, y vivir la verdad sobre su propio cuerpo, su propia vida humana.
LSN: ¿Qué es lo más urgente que deberíamos hacer para evitar el desorden del divorcio y de todas las uniones inaceptables?
CB: Yo, realmente, creo que comienza en la familia. Necesitamos fortalecer las familias, formar primero al esposo y a la esposa para que vivan la verdad del matrimonio en su propia casa, que se convierte, entonces, no sólo en la fuente de salvación para ellos, sino también en una luz en el mundo. Un matrimonio que viva en la verdad es tan atractivo y tan hermoso, que lleva a la conversión de otras almas. Necesitamos formar, de esta manera, a los niños y, sobre todo, hoy día, los niños tienen que ser criados de tal manera que sean capaces de vivir contra la cultura. No pueden, por ejemplo, aceptar esta teoría del género que está infectando a nuestra sociedad; tienen que ser criados para que rechacen estas falsedades y vivir la verdad.
LSN: Existe un vínculo entre la anticoncepción y el divorcio: del 30 al 50 por ciento de las parejas casadas, que usan la anticoncepción, llegan al divorcio; mientras que menos del 5 por ciento de las personas, que no usan la anticoncepción, ya sean cristianos o no, o que usan la planificación familiar natural, se divorcian. ¿Está de acuerdo que un lenguaje claro y una mayor participación pastoral de la Iglesia para promover la Humanae vitae son esenciales para obtener uniones más estables?
CB: Absolutamente. Y el Beato Papa Pablo VI lo dejó claro en la Carta Encíclica Humanae vitae: que la práctica de la anticoncepción llevaría a la desintegración de la vida familiar, a la pérdida del respeto por la mujer. Simplemente, necesitamos reflexionar sobre el hecho que una pareja, que usa la anticoncepción, ya no se entrega totalmente el uno al otro. Que introduce ya un elemento de ruptura en el matrimonio; y si esto no se corrige y se remedia, fácilmente puede conducir al divorcio.
LSN: Sobre la cuestión del número de la familia y la libertad de los padres, ¿es materia de especial preocupación para usted el movimiento mundial “ecológico” y la promoción internacional de la planificación familiar y del control de la población?
CB: Sí, estoy muy preocupado sobre esto, porque las personas están siendo conducidas falsamente a pensar, que deberían usar alguna forma de control de la natalidad con el fin de ser  administradores responsables de la tierra. En realidad, la tasa de natalidad, en la mayoría de los países, es muy inferior a lo que debería ser para reemplazar la actual población. Dejando de lado todo esto, la verdad es que si Dios ha llamado a una pareja al matrimonio, entonces Él los está llamando también a ser generosos para recibir el don de una nueva vida humana. Y así, hoy necesitamos muchas familias numerosas, y gracias a Dios veo hoy, entre algunas parejas jóvenes, una generosidad notable con respecto a los niños. La otra cosa que escucho que rara vez se menciona hoy, pero que siempre se enfatizó cuando yo estaba creciendo, y también en la tradición de la Iglesia, es que los padres deberían ser generosos en tener hijos para que algunos de sus hijos pudieran recibir la llamada al sacerdocio o a la vida consagrada, y al servicio de la Iglesia. Y que la generosidad de los padres, sin duda, inspirará, en el niño que tiene una vocación, una generosa respuesta a la misma.
LSN: El matrimonio monógamo de por vida es muy bien conocido para los católicos, muchos dirán, pero la “dureza de corazón” de los no católicos debiera permitir el divorcio y el nuevo matrimonio en las legislaciones civiles. Por otro lado, las naciones cristianas han hecho mucho para llevar la estabilidad social y la dignidad del matrimonio natural en muchos lugares del mundo. ¿La venida de Cristo cambia la situación de todos los hombres, y es correcto promover e incluso, tal vez, imponer esta visión del matrimonio natural, incluso en las sociedades no católicas?
CB: Creo que tiene que ser exactamente subrayado, que la enseñanza de Cristo sobre el matrimonio es una afirmación, una confirmación, de la verdad sobre el matrimonio desde el principio, para usar Sus palabras, o que la verdad sobre el matrimonio está escrita en cada corazón humano. Y así la Iglesia, cuando enseña sobre el matrimonio monógamo, fiel, de toda la vida, está enseñando la ley moral natural, y tiene razón en insistir en esto en la sociedad en general. El Concilio Ecuménico Vaticano II se refiere al divorcio como una plaga en nuestra sociedad, y lo es. La Iglesia tiene que ser cada vez más fuerte en la oposición a la práctica generalizada del divorcio.
LSN: ¿Cree que los estudios sobre la situación y mejores resultados de los niños en las familias estables monógamas deberían desempeñar un papel más importante, en los preparativos para el matrimonio?
CB: Creo que sí. Enfatizar la belleza del matrimonio como es vivida por muchas parejas hoy en día, de una manera fiel y generosa, y la vida familiar, como es experimentada por los niños que viven en una familia amorosa… lo cual no significa que no haya problemas. Esto no quiere decir que no haya tiempos difíciles en la familia y en el matrimonio, pero que con la ayuda de la gracia de Dios, la respuesta es siempre, en última instancia, una respuesta de amor, de sacrificio, de aceptación de cualquier sufrimiento que sea necesario para ser fieles en el amor.
LSN: Pero la sociedad moderna no acepta el sufrimiento, ya sea al final de la vida, o durante el embarazo, o en el matrimonio…
CB: Por supuesto, no lo hace porque no entiende el significado del amor. Cristo dijo: si alguno quiere venir en pos de mí tome la cruz y sígame, y así la esencia de nuestra vida es sufrir en el nombre del amor: el amor de Dios y del prójimo.
LSN: ¿Estaría de acuerdo, como dice algunas personas, que muchos matrimonios católicos hoy en día, a causa de una preparación insuficiente o por la ignorancia del significado de los votos matrimoniales, son a menudo inválidos? ¿Cuál es su específica experiencia en este punto como prefecto del supremo Tribunal de la Signatura Apostólica?
CB: Creo que es muy injustificado hacer declaraciones generales sobre el número de los matrimonios que son válidos o inválidos. Cada matrimonio debe ser examinado; y el hecho de que las personas puedan no haber tenido una buena catequesis,  y así ciertamente puedan haber sido débiles (espiritualmente) para la vida matrimonial, no necesariamente es una indicación que lleve un consentimiento inválido del matrimonio, porque la naturaleza misma enseña sobre el matrimonio. Lo vimos en la Signatura Apostólica: sí, hubo más declaraciones de nulidad del matrimonio, pero examinando esos casos que se presentaron no se  estableció la nulidad del matrimonio, no se demostró ser verdad.
LSN: Usted ha mostrado en el libro “Permanecer en la Verdad de Cristo” que la simplificación del procedimiento no es la respuesta.
CB: No, en absoluto.  Porque se trata de situaciones muy complejas y requieren un proceso cuidadosamente articulado con el fin de llegar a la verdad. Si la verdad no nos importa  más, entonces cualquier proceso será aceptable; pero si la verdad nos preocupa, entonces tendrá que haber un proceso como el que la Iglesia emplea actualmente.
LSN: Y la Iglesia ha hecho mucho por los procedimientos judiciales en el mundo civilizado…
CB: La Iglesia ha sido admirada durante años como un espejo de justicia; su manera de administrar justicia fue un modelo para otras jurisdicciones. Ya ha existido una experiencia en la Iglesia con un proceso modificado de nulidad matrimonial, que tuvo lugar en los Estados Unidos de 1971 a 1983. Tuvo efectos desastrosos y las personas comenzaron a hablar de “divorcio católico“, y no sin razón. Esto es un escándalo para aquellos que trabajan en el ámbito de la justicia o son ministros de justicia en el orden secular, porque cuando ven que la Iglesia no practica la justicia, la verdad no les importa  más, entonces ¿qué pueden posiblemente significar la ley y la justicia?
LSN: Un exorcista italiano, el padre Sante Babolin, dijo recientemente que durante un exorcismo, el espíritu malo, que atormentaba a la esposa de uno de sus amigos, le dijo: “No puedo soportar que se amen” ¿No es esto un mensaje que las parejas casadas deberían meditar?
CB: Por supuesto. No hay mayor fuerza, en el mundo, contra el demonio que el amor entre un hombre y una mujer en el matrimonio. Después de la Santa Eucaristía, tiene un poder más allá de lo que podemos imaginar. Yo no sabía nada de esta historia, pero no me sorprende; y seguramente es cierto que cada vez que una pareja ha contraído matrimonio con toda su mente y su corazón, el diablo va a hacer el trabajo de  tratar de destruir ese hogar, porque ese hogar es una cuna de gracia, donde la gracia se recibe, no sólo para la pareja, sino para los niños y para todos aquellos que están cerca de la familia.
LSN: ¿Cómo pueden las parejas casadas valorar mejor y proteger su amor conyugal?
CB: En primer lugar, con una vida diaria de oración fiel, y con la confesión frecuente, porque todos necesitamos esa ayuda con el fin de vencer el pecado en nuestras vidas, incluso pecados pequeños, pecados veniales, y también protegernos contra los pecados más graves. Y luego, por supuesto, la Eucaristía que es el centro de toda vida cristiana de una manera muy particular. Es el centro de la vida matrimonial porque es comunión con nuestro Señor Jesucristo, para vivir de ese amor que Él tiene por la Iglesia, donde el matrimonio es sacramento: es el signo de Su amor en el mundo, y así en la Eucaristía la pareja recibe la gracia, de la manera más abundante y más fuerte, que le permite vivir su alianza de amor.
LSN: ¿Cree usted que existe un vínculo entre el “culto a la muerte” – una liturgia antropocéntrica, sin adoración a Dios – y la cultura de la muerte?
CB: Estoy muy convencido que donde los abusos introducidos en la práctica de la liturgia en la Iglesia, abusos que reflejaban una dirección muy antropocéntrica, en otras palabras, donde el culto sagrado comenzó a ser presentado como la actividad del hombre en lugar de la acción de Dios entre nosotros, claramente ha conducido a las personas en una dirección equivocada, y que ha tenido un impacto muy negativo en la vida de cada individuo, y de un modo particular en la vida matrimonial. La belleza de la vida matrimonial es percibida y confirmada, en una manera muy particular, en el Sacrificio Eucarístico.
LSN: Como católicos estamos obligados a actuar en la sociedad y también a actuar políticamente, teniendo un compromiso político. Pero en Francia no existe un único partido representado que defienda el matrimonio por completo y que defienda la vida completamente. ¿Qué deberían hacer los católicos: comprometerse en un movimiento incluso cuando saben que este movimiento está en contra de los principios no negociables, o deberían tratar de construir otra cosa?
CB: Lo ideal es que deberían tratar de construir una fuerza política en la sociedad que se mantenga totalmente en la verdad, en los bienes no negociables con respecto a la vida humana y a la familia. Y ellos deberían manifestar con claridad su propia posición, e insistir en esto con los partidos políticos existentes, para ser una fuerza que reforme esos partidos políticos. Es evidente que no se puede tomar partido en ningún tipo de movimiento que sea contrario a la ley moral. Por otro lado, si en ese partido o movimiento político hay signos de una reforma, de una adhesión a la ley moral, entonces deberíamos apoyarlo y alentarlo.
LSN: ¿Qué santos deberíamos invocar hoy día para la familia?
CB: En primer lugar, la Sagrada Familia de Nazaret: la Virgen María, San José y Nuestra Señor Jesús. Y luego, hay  grandes santos casados. Pienso, por ejemplo, en los padres de la pequeña Teresa, el Beato Luis y Celia Martin; pienso también en un gran santo como San Gianna Molla, aquí en Italia; en un gran santo que murió mártir por la familia, Santo Tomás Moro, que era un hombre casado y comprendió plenamente la vocación matrimonial. También la pareja Luigi y Maria Beltrame Quattrocchi, beatificados aquí en Italia. Pienso mucho de Santa Rita de Cascia, que era una madre muy fiel: rezó mucho por la conversión de su esposo, y también por la conversión de sus dos hijos… Estos serían sólo algunos ejemplos… hay tantos otros.
LSN: ¿Cómo podemos permanecer fieles a la Iglesia y al Papa en estos tiempos difíciles?
CB: Hay que adherirse claramente a lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado; esta es nuestra ancla. Nuestra fe no está en las personas individuales, nuestra fe está en Jesucristo. Sólo Él es nuestra salvación, y Él está vivo para nosotros en la Iglesia a través de su enseñanza, a través de sus sacramentos, y a través de su disciplina. Digo a las personas – porque muchas personas hoy día están en comunicación conmigo, las cuales se encuentran bastante confusas, preocupadas y molestas – no, tenemos que mantener la calma, y ​​debemos permanecer llenos de esperanza para llegar a una apreciación cada vez más profunda de la verdad de nuestra fe, y adhiriéndose a esto. Esto es inmutable, y nos dará la victoria al final. Cristo dijo a San Pedro cuando hizo su confesión de fe: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia“. Sabemos que esto es verdad, y tenemos que sufrir, mientras tanto, por la verdad; pero tenemos que estar seguros de que el Señor va a ganar la victoria al final.
Traducción no oficial de la entrevista en inglés al Cardenal Burke. En la versión francesa.