jueves, 13 de noviembre de 2014

Pedro sobre los falsos profetas

Pedro sobre los falsos profetas 

Segunda epístola de San Pedro


2 Los falsos profetas

    1Verdad es que hubo también falsos profetas en el pueblo, así como verán entre vosotros maestros embusteros, que introducirán sectas de perdición, y renegarán del Señor que los rescató, acarreándose sobre sí mismos una pronta perdición. 2Y muchas gentes los seguirán en sus disoluciones, por cuya causa el camino de la verdad será infamado. 3Usando de palabras harán tráfico de vosotros por avaricia; más está dormida la mano que debe perderlos.
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Ejemplo de Justicia divina



    4Porque Dios no perdonó a los ángeles delincuentes, sino que amarrados con cadenas infernales los precipitó al abismo, en donde son atormentados y tenidos como en reserva hasta el día del juicio. 5Tampoco perdonó al antiguo mundo, bien que lo preservó al octavo predicador de la justicia, Noé, con siete personas, al enviar el diluvio sobre el mundo de los impíos. 6Las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, las condenó a desollamiento, poniéndolas para escarmiento de los que vivirán impíamente. 7Y libertó al justo Lot, a quien estos hombres abominables afligían y perseguían con su vida infame; 8pues conservaba puros sus ojos y sus oídos, morando entre gentes que cada día sin cesar atormentaban su alma pura con obras detestables.




Dios libra a los justos



    9Bien sabe el Señor librar a de la tentación a los justos, reservando los malos para los tormentos en el  día del juicio, 10y mayormente aquellos que, siguiendo la carne, andan en deseos impuros y desprecian las potestades, osados, pagados de sí mismos, y que blasfemando no temen sembrar herejías; 11mientras que los ángeles mismos con ser tanto mayores en fuerza y poder, no condenan con palabras de execración a los de su especie.




Corrupción de los falsos doctores



    12Más estos otros, que, por el contrario, como brutos animales, nacidos para el lazo y la matanza, blasfeman de las cosas que no conocen, perecerán en los vergonzosos desórdenes, 13recibiendo la paga de su iniquidad. Ellos ponen su horrura y suciedad, se entregan a los deleites y muestran su disolución en los convites que celebran con vosotros, 14como que tienen los ojos llenos de adulterio y de un continuo pecar. Ellos atraen con halagos las almas inconstantes, teniendo el corazón ejercitado en la avaricia; son hijos de maldición. 15Han dejado el camino recto y se han descarriado, siguiendo la senda de Balaam, hijo de Beor, el cual codició el premio de la maldad, 16más recibió el castigo por su locura: una muda bestia, hablando en voz humana, refrenó la necedad del profeta.




Seducción de los falsos doctores



    17Estos tales son fuentes sin agua, y nieblas agitadas por torbellinos, para los cuales está reservado el abismo de las tinieblas. 18Profiriendo palabras pomposas hinchadas de vanidad, atraen con el cebo de apetitos carnales de lujuria a los que poco antes habían huido de los que profesan el error, 19prometiéndoles libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción; pues quien de otro es vencido, por lo mismo queda esclavo del que le venció. 20Porque si después de haberse apartado de las asquerosidades del mundo por el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, enredados otra vez en ellas son vencidos, su postrera condición viene a ser peor que la primera. 21Por lo que mejor les fuera no haber conocido el camino de la justicia, que después de conocido abandonar la Ley Santa que se les había dado. 22En ellos se cumple lo que se suele significar por aquel refrán verdadero: Volvióse el perro a lo que vomitó, y la puerca lavada, a revolcarse en el cieno.



Comentarios de Mons. Straubinger


   2 1 Todo este capítulo, que nos muestra notables semejanzas con la Epístola de San Judas, es una terrible denuncia contra los falsos doctores o maestros embusteros que reemplazan a los falsos profetas del Antiguo Testamento, porque como ellos hablan con “razones inventadas” (v. 3; cfr. Jer. 23, 16 y 21); como ellos “se apacientan a sí mismos” (Ez. 34, 2ss.), “haciendo tráfico de las ovejas (v. 3), como ellos substituyen a Dios (Jer. 23, 27) para presentarse ellos como tales (cfr. II Tes. 2, 3 ss.). Y como serán  “del mundo”, muchos los seguirán (v. 2; cfr. Juan 5, 43; 7, 7; 15, 19) y el camino de los verdaderos discípulos de Cristo será infamado (v. 2; cfr. Juan 16, 1 ss.). (Véase I Tim. 4, 1 ss.; II Tim. 3, 1 ss.). Pronta Perdición: el destino del falso profeta es el mismo del Anticristo y de Satanás (Apoc. 20, 9).


   13“Es realmente asco lo que siente Pedro al pensar en esos servidores arrogantes” (Pirot). La paga de su iniquidad o el soborno que el mundo ofrece por ella (v. 15) es la terrible sentencia que anuncia Jesucristo cuando dice que “ya tuvieron su paga” aquí abajo (Mat. 6, 5 y 16; Luc. 16, 25) Véase también el castigo que San Pablo Señala en II Tes. 2, 10 ss.: la ceguera soberbia que los arraigará en el error para así llevarlos a la perdición final como a los fariseos enemigos de Cristo (Juan 12, 40; Hech. 28, 26).


  14“Los fieles deben reaccionar contra la seducción de los falsos doctores, bajo pena de sufrir una cruel desilusión cuando después del período de agitación febril en que les despiertan todas las esperanzas, se encuentran fríamente ante el vacío doctrinal”(Charue). Cfr. V. 17 ss.





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