jueves, 27 de noviembre de 2014

El asistencialismo y las herejías del obispo de Roma - Augusto TorchSon

El asistencialismo y las herejías del obispo de Roma - Augusto TorchSon

  Nuestro querido director espiritual y mentor, Padre Emilio Parrado, solía insistir frecuentemente en sus magistrales homilías que hasta para mendigar había que hacerlo con dignidad.
  En una oportunidad mi señora le comentó que le daba pena ver a los indigentes afuera del templo (aunque muchas veces molestaban durante las Misas), y le preguntó sobre la razón por la cual Dios no les daba la oportunidad de salir de ese estado. A lo que el Padre Parrado le respondió con un tajante: “Porque no rezan”
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  Como siempre le pasaba a mucha gente que visitaba a este santo varón, les tomaba un tiempo entender cabalmente el significado profundo de sus palabras, aunque estas fueran claras y sencillas. Era el caso de mi señora y mío ya que teniendo el sentido común bastante maltratado, requeríamos además del tiempo y reflección, instrucción para poder interpretar adecuadamente lo que nos decía.
  Este sacerdote ejemplar pasaba más de 8 horas diarias confesando. Así, en su columna donde esperaba a los penitentes, se produjeron inmensas conversiones (incluyendo la mía), tanto de católicos renegados de su fe, como de judíos, musulmanes y hasta recuperando fieles de los protestantes.
  En una de sus siestas esperando a quienes iban a confesarse, fui a visitarlo y comentándome sus viejas anécdotas, se refirió a la época en la que les daba el desayuno y merienda a los indigentes de la zona. Me explicó cómo consiguió “sponsores” que contribuyeran para poder  alimentar a estas personas y de cómo los comensales fueron creciendo en número. Sin embargo, ninguna de estas personas asistían a Misa ni querían recibir catequesis, por lo que ante tal requerimiento del Padre a esta gente, las mismas dejaron de ir a recibir sus gratuitos beneficios ya que, evidentemente la contraprestación le parecía excesiva. Esta era, agradecer a Dios.
  En dicha oportunidad me dijo que la Iglesia hace 50 años que se venía equivocando haciendo asistencialismo y regalando sus bienes en vez de evangelizar, reconociendo que hasta él había caído en el engaño de tan falaz forma de “cristianizar” de acuerdo al relato que acababa de contarme.
  Estos últimos tiempos podemos observar como el error del humanismo desprovisto de la prédica evangélica, se está llevado hasta el paroxismo en la Iglesia de la “cultura del encuentro”. Encuentro sin Cristo, ya que su promotor, el obispo de Roma Jorge Mario Bergoglio, les recomienda a los musulmanes seguir rezando el Corán, a los judíos les dice que la Antigua Alianza sigue vigente, con lo que no obviamente no requieren ninguna conversión, a los protestantes que no somos católicos ni luteranos sino simplemente cristianos y las diferencias están puestas en doctrinas humanas, y a los ateos que sólo necesitan actuar bien para llegar al cielo. De hecho resultan lógicas sus palabras en su audiencia general de ayer cuando dijo: “Es muy bonito pensar esto, pensar en el Cielo. Y todos nos encontraremos allí. Todos, todos... Allí, todos” (http://www.romereports.com/pg159257-francisco-en-la-audiencia-general-oetodos-nos-encontraremos-en-el-cielo-todos-es). 
  En ésta, su última herejía, tal vez se resuman todas las anteriores y las que pudiera pronunciar en el futuro, ya que con la misma hace completamente innecesaria la vida Sacramental, la práctica de las virtudes, tanto teologales como cardinales, y la existencia misma de la Santa Iglesia Católica, ya que no sería ésta necesaria para salvarnos a pesar del dogma de “Extra ecclesiam nullas sallus”, ya que “todos nos encontraremos allí” 
  Puedo entender que cueste a los fieles católicos reconocer en la figura de un Papa a un enemigo de Dios, pero las obras y palabras de Jorge Mario Bergoglio no dejan lugar a dudas el desprecio que siente por el Magisterio eclesiástico y por la Santa Tradición de la Iglesia. Pero no podemos dejar de considerar que hay culpa, aunque sea por negligencia en el conocimiento de las verdades básicas y esenciales de nuestra fe, en quienes no advierten las herejías de ésta persona, y su apoyo a conductas que constituyen pecados mortales y fueron condenadas en las Sagradas Escrituras y no por preceptos “meramente humanos” como nos quiere hacer creer. El inmenso peligro de un “papa” que no sólo justifica el pecado, sino que lo promueve.
  Pero lo cierto es que lo que vislumbraba nuestro muy querido Padre Parrado, hoy, la Iglesia se está transformando en la institución filantrópica que propone Bergoglio, en donde como dijo en la Unión Europea: “ha llegado la hora de construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana”, o sea, la divinización del hombre. Y así, olvidando la misión del Pontífice, del Pastor de pastores de ser el principal transmisor y defensor de la Fe; sólo dedica su prédica a la promoción del asistencialismo y solidaridad para con los pobres, los inmigrantes, desempleados, los sin techo, los sin tierra y demás desposeídos del sistema democrático que por otro lado dice promover, pero nunca hablando como Papa o como religioso, sino como político o asistente social, a pesar de repetir en varias oportunidades que la Iglesia no es una ONG.
  Así con respecto a los pecadores, nunca hace un llamado a la conversión abandonando los hábitos que los alejan de Dios, sino que pretende acogerlos sin exigirle contraprestación a cambio. Esto sería como ya dijimos, el agradecimiento a Dios viviendo en su Gracia.
  Y en esta nueva orientación antropocentrista de la fe que comenzó a institucionalizarse con el Concilio Vaticano II, se busca la dignidad social de las personas, más no la más importante, la de Hijos de Dios, hijos adoptivos por el bautismo, que se mantienen en tal estado en la medida en la que vivan en la Gracia para no romper la amistad con el Creador. Y probablemente el quid de la cuestión radique en la conciencia de lo que implica esa dignidad y de quien nos viene. En ese sentido el gran padre Parrado repetía casi en cada homilía: Omnia per ipsum facta sunt,et sine ipso factum est nihil quod factum est” (Todas las cosas fueron hechas por Él, y nada de lo que fue hecho, se hizo sin Él). Y en esa convicción, reconociendo en Dios sus atributos de Infinitud, Soberanía sobre todas las cosas que creó y Fidelidad que se manifiesta en la seguridad que sus promesas se cumplirán, no podemos, bajo pretexto de obediencia a una autoridad humana, desobedecer al Alfa y Omega, al inmutable, para aggiornarlo a los nuevos tiempos dejando de escucharlo a Él, para escuchar al mundo. Esto a pesar de las palabras del Obispo de Roma cuando dijo: ““Porque si la Iglesia no escucha al mundo, el mundo no escuchará a la Iglesia”. (Ciudad del Vaticano, 7 octubre 2014 http://www.news.va/es/news/segunda-congregacion-general)
  Lo que queda claro es que todos los que cayeron en esta situación de contemporización con el mundo en la Iglesia, aún desobedeciendo a los mandatos divinos, llegaron a esa situación “Porque no rezan”.
  Aprovechemos entonces de esa poderosa herramienta que Dios nos regaló, y pidamos la fortaleza para alcanzar la Perseverancia Final.

Augusto TorchSon

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