viernes, 27 de junio de 2014

La historia secreta judía de los Rolling Stones (por el diario israelí Haaretz)


 
Por una vez, lo más importante del titular que encabeza a una noticia es el paréntesis: lo que sigue está escrito por el diario israelí de tendencia izquierdista, Haaretz. No hace falta que aclare mejor su valor, ¿verdad? ¿O tal vez sí? Significa, ni más ni menos, que dentro de la comunidad judía están siguiendo la línea conspiranoica.
El artículo sigue la pista judía dentro del único grupo superviviente de la era dorada del rock (junto con Pink Floyd) y comienza con un dato desconocido para mí: la mayor parte de los miembros de los Rolling Stones se formaron en el grupo del judío Alexis Korner: el desaparecido Brian Jones, el batería Charlie Watts, el primer teclista Ian Stewart y hasta Jagger y Richards tocaron en o con Blues Incorporated, de manera que no es exagerado afirmar que se formaron con ese guitarrista judío y que los Rolling Stones llevan ese sello desde el principio.
Después tomaron clases con el también judío Brian Epstein, propietario del local donde comenzaron a tocar la mayor parte de bandas de la época y, a la sazón, mánager de los Beatles, que les colocó en las manos del también mánager judío Andrew Loog Oldham, quien no sólo modeló su imagen sino su estilo musical. Quien creó a los Rolling Stones como hoy los conocemos; el concepto. La versión mala, provocativa y sexual, de los Beatles. Su contraparte. Oldham contrató al fotógrafo judío Gered Mankowitz para sus sesiones fotográficas y como encargado de las portadas de sus discos, siendo el fotógrafo oficial de su primera gira norteamericana, de 1965.
Oldham fue quien impulsó a los Rolling Stones a abrirse a otros estilos musicales además del blues y, por ejemplo, les convenció para grabar una versión del éxito del compositor judío Kai Winding “Time is on my side” que fue el primer gran éxito norteamericano de  los Stones. Oldham también les convenció para que compusieran sus propias canciones y uno de sus primeros hits fue cedido a una oscura cantante inglesa llamada Marianne Faithful, que resulta ser tataranieta del fundador del masoquismo, el noble alemán Leopold Von Sacher Masoch, además de nieta de judía. (La vida del juguete roto Marianne Faithful hizo perfecto honor a su antepasado).
Oldham traspasó su trabajo como mánager de los Stones al también judío Allen Klein, que acabó quedándose, también, con la gestión de los negocios de Los Beatles (sustituyendo al judío Brian Epstein) y para algunos fue la real causa de su separación.
En 1967, Los Stones publicaron una de sus canciones más enigmáticas (Paint it Black: “Píntalo de negro”), imbuidos de la moda de introducir el sitar, iniciada por los Beatles y los Byrds. Aunque por el uso de este instrumento se podría reclamar una influencia hindú, lo cierto es que la escala utilizada es claramente una influencia del folklore judío, algo que fue reconocido por el propio Keith Richards, que incluso llegó a afirmar que “podría ser una influencia de mi abuelo judío” (luego se desdijo de esas declaraciones).
Lo cierto es que es interesante porque esa canción tiene algunas resonancias “oscuras” por decirlo de manera suave.
Más claras son las referencias judías en la canción abiertamente luciferina “Simpathy for the devil” (Simpatía por el diablo) en la que Jagger canta a los campos de concentración. El título del álbum donde viene incluida “Exile on main street” parece ser una referencia al exilio y la diáspora judía, que se emparenta con el siguiente titulado “Puentes hacia Babilonia” (Bridges to Babylon).
Pero la canción más claramente judía de este grupo es, según el artículo de Haaretz, Shattered (incluida en el álbum Some Girls) y que parece ser un retrato de la escena judía neoyorquina de esos años de crisis. La referencia judía es clara porque Jagger canta varias frases en yiddish (dialecto judío): “Shmatta shmatta shmatta, I can’t give it away on Seventh Avenue