domingo, 25 de mayo de 2014

¿Renovará Francisco el beso de Judas?

¿Renovará Francisco el beso de Judas?


Sería una canallada

¿Su "desagravio" será el gesto anunciado por Skorka?
El periódico israelí Israel Hayom, y su colega Arutz Shaeva que repite la noticia, informan que Francisco tiene la intención de realizar un gesto de desagravio al fundador del Sionismo, por la "injusticia" cometida por San Pío X.
Esto dice el segundo de los mencionados informativos (Todas las traducciones son nuestras):
El Papa Francisco llegará a Israel el próximo Domingo, donde tiene la intención de realizar un gesto histórico de disculpas por una injusticia cometida, 110 años atrás, por el Vaticano.
En 1904, el líder sionista Teodoro Herzl visitó el Vaticano para pedirle al Papa Pío X que ayudara en el establecimiento de un moderno estado judío en Israel, la patria histórica de la Nación Judía. Pedido que Pío rechazó.
Ahora, Francisco planea visitar la tumba de Herzl, en el monte Herzl de Jerusalem, para colocar una ofrenda florar sobre su lápida, en señal de disculpas y como pedido de perdón, informó Israel Hayom.
Si este homenaje se concreta, veremos ante nuestros ojos una verdadera canallada cometida por un Papa.
No puede ignorar Francisco que los sionistas han estado detrás de muchas persecuciones que, durante el siglo XX, sufrieron los cristianos, por ejemplo en México y en los países del este Europeo.
Tampoco puede ignorar que detrás de los ataques a las comunidades cristianas de Irak y de Siria, está el Nuevo Orden Mundial en el que ellos tienen papel fundamental.
Finalmente, no puede ignorar que su gesto será interpretado como una condena a San Pío X, aunque no fuera esa su intención.
Desde el punto de vista político, no sabemos cómo podrá evitar la crítica de los nacionalistas palestinos que han sufrido el ataque despiadado del Sionismo, ni de los árabes en general que lo han tenido por décadas como su enemigo por antonomasia. Al respecto basta recordar que llamaban, y algunos como Irán (que no es árabe pero sí musulman) aún llaman a Israel: "Entidad Sionista", para no reconocer su estado ni de nombre.
Quizá Francisco crea que su visita a Belén, criticada por los nacionalistas judíos, y el pedido de "una justa solución al conflicto entre árabes e israelíes" que acaba de hacer en Jordania, sirvan como compensación. No en vano, su amigo el rabino Sergio Bergman ha dicho que el Papa tiene la intención de definirse a sí mismo como "el Che Guevara de los palestinos", apoyando sus derechos y su lucha.
Sin embargo no creemos que a Hesbolla le causen muchas gracias las flores que se depositarían sobre la tumba de Herzl. El periodista Daniel Siryoti, en la nota del Israel Hayom que comentamos, dice lo siguiente:
Dos figuras respetadas acompañarán al Papa a su llegada: el jefe de la Iglesia Ortodoxa Oriental, el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla, quien llegará desde Estambul, y el Cardenal Mar Bechara Boutros Rai, Patriarca maronita de Antioquía, que vendrá desde El Líbano. La decisión del patriarca Rai de unirse a la visita del Papa a Israel, despertó duras críticas en el Líbano, y lo puso bajo una fuerte presión. Funcionarios de alto rango de Hezbollah intentaron disuadirlo de participar en la visita; incluso llamándolo a una reunión en la que le aseguraron que su viaje a Israel tendría "consecuencias políticas de largo alcance".
Hace meses que el rabino Skorka, el alter ego de Bergoglio y ahora integrante junto a él y al mufti Omar Abboud de la santa Trinidad que se aguarda en Jerusalem, como llama a esta sociedad el nombrado periodista del Israel Hayom, acaso proféticamente, dijo que Francisco debía hacer un gesto definitivo en favor de Israel durante esta visita. ¿Será el que se anuncia? Si así fuera, qué Dios lo perdone.
Abajo dejamos a nuestros lectores una crónica atribuida a Teodoro Herzl, en la que relata su entrevista con el Papa San Pío X del 26 de Enero de 1904; texto que fue publicado por  “La Terre Retrovée”, el 1º de Julio de 1956.

Ayer fui recibido por el Papa Pío X. Me recibió de pie y tendió la mano que no besé. Se sentó en un sillón, especie de trono para “los asuntos menores” y me invitó a sentarme cerca de él.
El Papa es un sacerdote lugareño, más bien rudo, para quien el Cristianismo permanece como una cosa viviente, aún en el Vaticano.
Le expuse mi demanda en pocas palabras. Pero, tal vez enojado porque no le había besado la mano, me contestó de modo demasiado brusco:
“No podemos favorecer vuestro movimiento. No podemos impedir a los judíos ir a Jerusalén, pero no podemos jamás favorecerlo.
La tierra de Jerusalén si no ha sido sagrada, ha sido santificada por la vida de Jesucristo. Como jefe de la Iglesia no puedo daros otra contestación. Los judíos no han reconocido a Nuestro Señor. Nosotros no podemos reconocer al pueblo judío".
De modo que el antiguo conflicto entre Roma y Jerusalem, personificado por mi interlocutor y por mí, revivía en nosotros.
Al principio traté de mostrarme conciliador. Le expuse mi pequeño discurso sobre la extraterritorialidad. Esto no pareció impresionarlo. “Gerusalemme”, dijo, no debía a ningún precio, caer en manos de los judíos”.
— Y sobre el estatuto actual, ¿qué pensais vos, Santidad?
“Lo sé; es lamentable ver a los turcos en posesión de nuestros lugares Santos. Pero debemos resignarnos. En cuanto a favorecer el deseo de los judíos a establecerse allí, nos es imposible”.
Le repliqué que nosotros fundábamos nuestro movimiento en el sufrimiento de los judíos, y queríamos dejar al margen todas las incidencias religiosas.
“Bien, pero Nos, en cuanto Jefe de la Iglesia Católica, no podemos adoptar la misma actitud. Se produciría una de las dos cosas siguientes: o bien los judíos conservarán su antigua Fe y continuarán esperando al Mesías, que nosotros los cristianos creemos que ya ha venido sobre la tierra, y en este caso ellos niegan la divinidad de Cristo y no los podemos ayudar, o bien irán a Palestina sin profesar ninguna religión, en cuyo caso nada tenemos que hacer con ellos.
La fe judía ha sido el fundamento de la nuestra, pero ha sido superada por las enseñanzas de Cristo y no podemos admitir que hoy día tenga alguna validez. Los judíos que debían haber sido los primeros en reconocer a Jesucristo, no lo han hecho hasta hoy”.
Yo tenía a flor de labio la observación: “Esto ocurre en todas las familias; nadie cree en sus parientes próximos”; pero de hecho contesté: “El terror y la persecución no eran ciertamente los mejores medios para convertir a los judíos”.
Su réplica tuvo, en su simplicidad, un elemento de grandeza:
“Nuestro Señor vino al mundo sin poder. Era povero. Vino in pace. No persiguió a nadie. Fue abbandonato aún por sus apóstoles. No fue hasta más tarde que alcanzó su verdadera estatura. La Iglesia empleó tres siglos en evolucionar. Los judíos tuvieron, por consiguiente, todo el tiempo necesario para aceptar la divinidad de Cristo sin presión y sin violencias. Pero eligieron no hacerlo y no lo han hecho hasta hoy”.
“Pero los judíos pasan pruebas terribles. No sé si Vuestra Santidad conoce todo el horror de su tragedia. Tenemos necesidad de una tierra para esos errantes”.
¿Debe ser Gerusalemme?
“Nosotros no pedimos Jerusalem sino Palestina, la tierra secular”.
“Nos no podemos declararnos a favor de ese proyecto”.