viernes, 30 de mayo de 2014

Cortemos con los cortes


Cortemos con los cortes

mayo 30, 2014
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Se encuentra en trámite legislativo un proyecto de alcance nacional por el cual, de transformarse en ley, no serán prohibidas las protestas callejeras, pero aquellas que se reconozcan como “legítimas” deberán garantizar el libre tránsito en las arterias, rutas o autopistas donde se produzca la movilización.
Inclusive hay un proyecto similar en la legislatura porteña, por el cual se modificaría el artículo N° 78 del Código Contravencional que sanciona a quienes impiden la circulación en la vía pública, aunque aclara que ese castigo no se aplicará cuando se trate del “ejercicio regular de los derechos constitucionales”, como el derecho a la protesta o a peticionar a las autoridades.
Dicho proyecto impone a los manifestantes el dejar libre un carril de tránsito.
En mi modesto entender, sin dejar de reconocer el inalienable derecho de peticionar a las autoridades contemplado en el art. 14 de la Constitución Nacional, no debemos olvidar que una cosa es peticionar y otra muy distinta cortar calles o avenidas de alto tránsito en horas pico de mañana o tarde.
Quienes transitamos por la ciudad sufrimos a diario los terribles nudos gordianos provocados por piquetes de ciudadanos que reclaman sus derechos y que generalmente no llegan a la centena y no es raro ver cortados importantes cruces de avenidas por una docena de manifestantes custodiados por otra docena de policías.
Siendo así, dentro de la lógica que impone el respeto a la ley y los derechos del prójimo, considero que las peticiones a las autoridades deberían hacerse dentro del perímetro de la Plaza de Mayo, alineados los peticionantes hacia el Este si se tratare de cuestiones nacionales o del Oeste si fueran porteñas. Ambas Casas de Gobierno recibirían desde sus balcones los reclamos e inclusive podrían presentarse los mismos por escrito en las respectivas Mesas de Entradas que están siempre abiertas al público. No hay dudas que sería el camino más directo para publicitar cualquier petición y de yapa, con la liberación absoluta de calles y avenidas, los manifestantes recibirían el unánime apoyo popular.
Ésa sería una forma respetuosa y civilizada de ejercitar el derecho constitucional de peticionar a las autoridades.
Pienso en cambio que una ley que permita los cortes pero dejando un carril libre, amén de contradictoria, es un peligroso antecedente. Es permitir lo prohibido pero moderarlo, es consentir el daño pero disimularlo. Con ese razonamiento mañana algún legislador de los tantos que mantenemos en la opulencia, podría proponer una ley que obligue que cuando nos asalten en la vía pública nos dejen algún dinero en el bolsillo para poder volver a casa, o que cuando suframos alguna agresión y no contemos con obra social, los malhechores deban abstenerse de rompernos algún hueso.