sábado, 26 de octubre de 2013

SOMOS TODOS SUBVERSIVOS




Cualquier opositor a la dictadura sanguinaria de los 70 recibía el mote de “subversivo”. Bastaba una tibia crítica para ser tildado de desestabilizador, de conspirar contra la paz social, de servir a oscuros intereses ajenos al “ser nacional”. En aquella época aciaga la mayoría de los argentinos éramos “subversivos”. Porque el descontento se expresaba en un silente inconformismo ante el terrorismo de Estado. Luego la bronca se organizó y ganó la democracia y se quedó para siempre.
En la actualidad, la Presidenta de los kirchneristas se encarga -frecuentemente desde Twitter- de abonar la teoría conspirativa propia de los regímenes antidemocráticos. Así, cualquier opositor es desestabilizador. Es decir, un subversivo. Porque el populismo no concibe la diferencia, el pensamiento crítico, en una palabra, el populismo desprecia a los opositores a los que ubica en el bando del enemigo.
El mensaje frenético de la Presidenta es asimilado por las huestes oficialistas siempre listas para reproducir cualquier dislate. Entonces las redes sociales y los voceros del régimen salen a reprobar a los señalados por el dedo acusador de la Jefa para lincharlos mediáticamente.
El populismo es linchamiento de los disidentes. Necesita alimentar a la jauría con carne fresca, para mantenerla unida y obediente, sedienta de venganza, dispuesta a lanzarse sobre las víctimas marcadas desde la cúspide máxima del poder.
En la Argentina no existe ningún peligro de golpe de Estado ni de desestabilización institucional. Nadie desde la oposición está tramando sacar a la Presidenta de la Casa Rosada. Sin embargo, el relato inventa situaciones falsas para posicionarse y copar la agenda cotidiana con temas ajenos a la realidad.
La democracia demanda de una oposición. Pero el kirchnerismo no entiende la democracia en términos republicanos. Porque ningún populismo es democrático ni republicano. Es totalitario, busca dominar y someter al conjunto bajo la invocación de la patria y del pueblo. Y como se creen la patria y el pueblo, los disidentes quedamos en la vereda de la antipatria y del antipueblo. Sí, aunque parezca una locura esto sucede en la Argentina en plena sociedad de la información. Todavía existen sectores alucinados que viven encerrados en los sarcófagos de las ideologías antiguas y provocan daños impredecibles en la convivencia ciudadana.
La Presidenta debe entender que se desestabiliza sola. La mentira tiene las patas cortas y enseguida se la alcanza. El futuro ya llegó y Ella sigue amarrada al rencor cavernícola que una minoría usufructúa y la mayoría rechaza.
Por tanto las críticas legítimas y sinceras son consideradas por los populistas como ataques a la estabilidad democrática cuando sólo expresan una imprescindible aspiración de cambio, de parte de los ciudadanos que no compartimos la forma y el fondo con que el elenco gobernante nos lleva al matadero. Pero no somos ovejas. Somos todos subversivos. Como en los tiempos dictatoriales. Y vamos a volver a ganar con las reglas limpias de la democracia.
Ya ganamos.

CHAVO RAMELLO – DEMIÁN ABBOTT
LA SOLANO LIMA