miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA GRAN ESTAFA DE LOS 30.000

La gran estafa de los 30.000

En la semana la luna estuvo más grande que nunca. Un her­moso meda­llón de plata ha sido la luna en éstos días, ilu­mi­nando la oscu­ri­dad de la noche. Y de algu­nas vidas también.
Nunca vie­nen mal cier­tas luces cuando ilu­mi­nan vidas oscuras.
El barrio ya venía anun­ciando la pri­ma­vera. Por­que el Hom­bre no tanto, pero la Natu­ra­leza sí que es sabia y pre­siente el cam­bio de los tiem­pos más allá de los fríos pos­mo­der­nos, de los calo­res a des­tiempo o de los Papas haciendo populismo.
Las seña­les del afuera pue­den ser con­fu­sas, pero aún así la Natu­ra­leza no con­funde y sigue el ritmo a su ritmo. Todo pasa y todo vuelve… pero lo nues­tro es pasar, decía alguien que no recuerdo, pero al que evi­den­te­mente le asis­tía la razón.
Todo pasa y todo vuelve, eter­na­mente gira la rueda del ser. Todo muere, todo reflo­rece; eter­na­mente se des­en­ro­lla el año del ser. Todo se rompe, todo se reajusta; eter­na­mente se edi­fica la morada del ser”… y sí, Nietz­che lo dice mejor que nadie. Que todos.
Los jaz­mi­nes de los cer­cos han flo­re­cido a tiempo para dar la bien­ve­nida. El lapa­cho inmenso de mi vecino explotó en des­te­llos fuc­sias por encima de las tejas espa­ño­las que domi­nan la manzana.
Desde las ramas de los paraí­sos des­nu­dos, se aso­man un millón de bro­tes tan ver­des como la espe­ranza de un tiempo sin fin.
Los pája­ros can­tan en el par­que anun­ciando la buena nueva.
Las gen­tes cami­nan con cierto sosiego ante un clima que parece errá­tico y con­fun­dido. Pero las gen­tes con el mundo y con el paso de los tiem­pos han per­dido mucho pre­sen­ti­miento y han que­dado atra­pa­dos en la trampa del ver para creer. De mucho rea­lismo y poca magia.
La vida es eso que pasa… mien­tras vos jugás al Candy Crush.
Una golon­drina no hace verano” dijo mi abuela el día en que anun­cia­ron por la radio el ase­si­nato del Gene­ral Aram­buru. Pero las golon­dri­nas se hicie­ron cuer­vos en ban­dada terro­rista y encen­die­ron el terror apa­gando tan­tas vidas con tanta muerte.
No hicie­ron verano… pero hicie­ron cosas peo­res. Y no con­for­mes con encen­der el terror se car­ga­ron 30 años min­tiendo la historia.
El perio­dista entre­rriano Cefe­rino Reato, publicó esta semana en el dia­rio más pres­ti­gioso de Argen­tina, lo que a mí me costó más de un dolor de cabeza hace casi diez años cuando publi­qué lo mismo: No fue­ron 30.000.
Nos min­tie­ron con descaro.
Leed a Reato. Leed: “Los kir­ch­ne­ris­tas, en espe­cial los líde­res de las orga­ni­za­cio­nes de dere­chos huma­nos, que insis­ten en que los des­a­pa­re­ci­dos durante la dic­ta­dura fue­ron 30.000, me recuer­dan a los diri­gen­tes de esas ONG “tru­chas” que se ponen con­ten­tos cuando aumenta el número de pobres por­que ima­gi­nan que, de esa manera, podrán cap­tu­rar mayo­res sub­si­dios, ayu­das y res­pal­dos den­tro y fuera del país.
¿No les basta acaso con las heri­das abier­tas a los fami­lia­res, ami­gos y com­pa­ñe­ros de las más de 7000 víc­ti­mas que regis­tra el último docu­mento publi­cado por el Gobierno sobre este tema, en 2006? ¿Les parece poco? ¿Por qué insis­ten en un número que todos ellos reco­no­cen en pri­vado como una suerte de men­tira nece­sa­ria de otros tiem­pos, cuando debían cap­tar la aten­ción de la opi­nión pública nacio­nal e internacional?
Creo que la res­puesta es sim­ple: han hecho de los 30.000 des­a­pa­re­ci­dos una ban­dera de lucha polí­tica y ahora no quie­ren reco­no­cer que el número es otro. Temen pagar un costo polí­tico si admi­ten la cifra real; que, por ejem­plo, bro­ten o se con­so­li­den dudas sobre otras afir­ma­cio­nes y posi­cio­na­mien­tos. Razo­nan con una lógica de poder, ya no les interesa la ver­dad… .El acceso a los lega­jos está res­trin­gido, pero pode­mos supo­ner que los here­de­ros de todas esas per­so­nas han cobrado la indem­ni­za­ción pre­vista ori­gi­nal­mente para las víc­ti­mas del terro­rismo de Estado, que en estos momen­tos asciende a 1.700.000 pesos aproximadamente.
Aun­que no sería así en todos los casos, por ejem­plo en la redu­cida can­ti­dad de Madres que sigue a Hebe de Bona­fini y entre los here­de­ros de Fer­nando Abal Medina, según me ase­guró un fami­liar del actual jefe de Gabinete.
Cifras que no son cier­tas, víc­ti­mas que no fue­ron tales, pagos irre­gu­la­res de dine­ros que salen del pre­su­puesto público: dema­sia­das opa­ci­da­des para una his­to­ria que mere­cía otro desen­lace y que ha sido corrom­pida por el recurso polí­tico del relato.”
Reato dice lo que muchos ya sabíamos.
Una golon­drina no hace un verano, es cierto, y así como una golon­drina no hace verano, debe­rían saber los que man­dan que tam­poco una calza hace una primavera.
Una noti­cia así, en una socie­dad sana, haría cor­tar para siem­pre la carrera polí­tica de muchos. Pero esta­mos en Argen­tina. Así que no debe­mos enga­ñar­nos. Sabe­mos que hasta la denun­cia del hecho más cruel, suele ser tomada en éstos lares con paté­tica liviandad.
Claro que no es cues­tión de núme­ros. No es cues­tión de con­tar muer­tos. Es cues­tión de tomar con­cien­cia del tamaño de la men­tira. Si alguien, una per­sona, un fun­cio­na­rio, un juez, un minis­tro, un pre­si­dente o una ciu­da­da­nía es capaz de men­tir más de 20.000 muer­tos para fines polí­ti­cos, ¿cómo no creer­los capaz de men­tir cual­quier cosa en bene­fi­cio propio?
De eso se trata.
De la estafa moral.
De la estafa de la historia.
De la estafa a las arcas de ese Estado que somos todos nosotros.
Esta­fa­do­res de guan­tes blan­cos y con­cien­cias negras.
Las golon­dri­nas se min­tie­ron mari­po­sas para fin­gir pri­ma­vera. Pero se hicie­ron cuer­vos y nos deja­ron el invierno y la men­tira en una estafa. La gran estafa.
Es sábado. El día gris que ame­naza una tor­menta sabe que hoy comienza ofi­cial­mente la primavera.
En los días como hoy siem­pre recuerdo los 21 de sep­tiem­bre de mi juventud.
Aquél salir con ami­gos en la bici… hacia el será­fico o hacia el Campo de la Glo­ria en la her­mosa San Lorenzo, o rumbo a ese par­que inmenso que tenía Cerá­mica San Lorenzo… tam­bién recuerdo los 21 de sep­tiem­bre en el Par­que Quin­tana junto al río en Gua­le­guay… san­gu­chi­tos de mila­nesa los con más suerte, y de jamón y queso los demás. Galle­ti­tas con paté, bote­lla pesada de vidrio con una, de las 3 gaseo­sas posi­bles, la pelota (infal­ta­ble) y ese cora­zón a mil en busca de los ojos que se soña­ban por las noches.
Día inter­mi­na­ble con ami­gos, gui­ta­rrea­das y jue­gos… mira­das cóm­pli­ces y besos que sella­ban amo­res que se jura­ban para siempre…
Recuer­dos imbo­rra­bles. Pri­ma­ve­ras y corazón
Los cora­zo­nes cam­bian. La pri­ma­vera no.
Y acá, tan­tas pri­ma­ve­ras roba­das con mentiras.
Los 30.000. La gran estafa… solo ruego, como dice un amigo injus­ta­mente preso que “nadie dis­frute la ven­ganza con la ves­ti­menta de la justicia”.
Des­pués de todo, nos espe­ran un millón de pri­ma­ve­ras… pero un solo futuro.
Fuente: El Día de Gualeguay-Gualeguay-Entre Ríos
Autor: Horacio R. Palma