martes, 30 de julio de 2013

CEPO: POR ESQUIVAR LA MOTO CHOCARON CON UN CAMION

 RECUERDOS: ASOCIADOS A LA ENTREGA DE LA NACION: PRESIDENCIA DE LA NACION
Vicente Nhario

“Hoy miraba la foto de un dia­rio y veía al com­pa­ñero Mujica, pre­si­dente de Uru­guay, en Cuba. Hoy se cum­plen 60 años del asalto al cuar­tel Mon­cada. Tal vez muchos no sepan, pero fue uno de los pri­me­ros inten­tos de Fidel Cas­tro de aba­tir a la dic­ta­dura de Ful­gen­cio Batista”. “Des­pués los detu­vie­ron, estu­vie­ron pre­sos y luego hizo el famoso alegato”.
Cris­tina Kirchner

Cepo: por esquivar la moto
chocaron contra el camión

Más allá de la arbi­tra­rie­dad del cepo cam­bia­rio, el tema es si no fue peor el reme­dio que la enfer­me­dad. Es decir, si por esqui­var la moto, el gobierno no chocó con­tra el camión.
Durante el período kirchnerista-cristinista se fuga­ron del país casi U$S 91.000 millo­nes. La mayor fuga se pro­dujo a par­tir del 2007 y se ace­leró en los años pos­te­rio­res hasta que se impuso el cepo cam­bia­rio justo luego de las elec­cio­nes del 2011.
Más allá de la arbi­tra­rie­dad del cepo cam­bia­rio, el tema es si no fue peor el reme­dio que la enfer­me­dad. Es decir, si por esqui­var la moto, el gobierno no chocó con­tra el camión.
La res­puesta directa es muy sen­ci­lla. Esos capi­ta­les se fuga­ban por falta de con­fianza en la segu­ri­dad jurí­dica del país. Las arbi­tra­rie­da­des y abu­sos con­tra la pro­pie­dad pri­vada y la feroz carga impo­si­tiva gene­ra­ron esa fuga masiva de aho­rro que, de haber habido segu­ri­dad jurí­dica, hoy esta­rían finan­ciando el cre­ci­miento de la eco­no­mía argentina.
Pero si antes del cepo los capi­ta­les se fuga­ban por los moti­vos apun­ta­dos, con el cepo esos moti­vos se acen­túan, par­ti­cu­lar­mente la falta de res­peto a los dere­chos de propiedad.
Tan así es la falta de con­fianza en el gobierno, que al 19 de julio, última infor­ma­ción dis­po­ni­ble al momento de escri­bir esta nota, el BCRA informa que el stock de CEDIN es de $ 24 millo­nes, unos U$S 4 millo­nes al tipo de cam­bio ofi­cial y cerca de U$S 3 millo­nes al tipo de cam­bio verdadero.
Ni siquiera con un blan­queo tan “gene­roso” el gobierno ha logrado atraer capi­ta­les para com­pen­sar la san­gría de reser­vas que tiene por dife­ren­tes razo­nes. Es más, ni siquiera logra­ron dete­ner la san­gría de reser­vas. Desde que pusie­ron el cepo cam­bia­rio el Cen­tral per­dió U$S 10.000 millo­nes, a pesar de las res­tric­cio­nes a las impor­ta­cio­nes, la prohi­bi­ción de girar uti­li­da­des y divi­den­dos, el recargo por com­pras en el exte­rior con tar­je­tas de cré­dito y, obvia­mente, la prohi­bi­ción que le impu­sie­ron a la gente de com­prar dóla­res. Toda esta bate­ría de medi­das no con­si­guió evi­tar la caída de reser­vas, pero sí con­si­guió que la gente huya del peso más ace­le­ra­da­mente y se refu­giara en el blue, gene­rando un bre­cha cam­bia­ria que no es mayor al 50% actual por las medi­das tipo poli­cia­les que aplica Moreno, caso con­tra­rio ya esta­ría en el 100% cómo­da­mente la bre­cha entre el dólar ofi­cial y el blue.
¿Qué fue el cepo cam­bia­rio? Una medida repre­siva e incons­ti­tu­cio­nal que pre­ten­dió actuar como par­che a un pro­blema mucho más pro­fundo: la des­con­fianza que hay en el gobierno.
Como de cos­tum­bre, en eco­no­mía hay que ana­li­zar lo que se ve y lo que no se ve. Lo que se ve es que baja­ron los giros al exte­rior por uti­li­da­des y divi­den­dos y por fuga de capi­ta­les, pero lo que no se ve es la fru­ti­lla del pos­tre a la inse­gu­ri­dad jurí­dica deri­vada del cepo. No entra un dólar ni por casua­li­dad salvo los que pro­vie­nen de las expor­ta­cio­nes. Pero ojo que con una bre­cha cam­bia­ria tan alta, no se ve la sobre­fac­tu­ra­ción de impor­ta­cio­nes y la sub­fac­tu­ra­ción de expor­ta­cio­nes. Dicho en otras pala­bras, no se ven los dóla­res que dejan de entrar por expor­ta­cio­nes debido a la sub­fac­tu­ra­ción de expor­ta­cio­nes ni los dóla­res de más que se van por la sobre­fac­tu­ra­ción de importaciones.
Lo curioso de este modelo de vivir con lo nues­tro. Esta idea de sus­ti­tuir impor­ta­cio­nes, es que ni siquiera es sos­te­ni­ble con el cepo cam­bia­rio. Las expor­ta­cio­nes no alcan­zan para pagar la deuda pública, la can­ce­la­ción de cré­di­tos del sec­tor pri­vado y finan­ciar las impor­ta­cio­nes, par­ti­cu­lar­mente las de com­bus­ti­bles. ¿Qué hace Moreno? Mete otro par­che apli­cando un tor­ni­quete a las impor­ta­cio­nes que gene­ran fal­tante de insu­mos para pro­du­cir, afec­tando la acti­vi­dad pro­duc­tiva, al tiempo que reduce la oferta de bie­nes de con­sumo en un con­texto de cre­ciente emi­sión mone­ta­ria. La com­bi­na­ción per­fecta para ace­le­rar la inflación.
Pero encima de todo este zafa­rran­cho cam­bia­rio, ni siquiera resuel­ven el pro­blema de tipo de cam­bio real. Desde que asu­mió Kir­ch­ner el dólar ofi­cial subió el 94% y la infla­ción fue del 400%, es decir, como el dólar subió menos que los pre­cios en pesos. Cuando uno divide los pre­cios en pesos por el tipo de cam­bio, Argen­tina se vol­vió cara en dóla­res. ¿Cómo afecta esto a la eco­no­mía argen­tina? El pro­duc­tor local tiene cos­tos en dóla­res cada vez más altos lo cual lo deja fuera del mer­cado inter­na­cio­nal para poder com­pe­tir. Puede expor­tar cada vez menos. El ejem­plo más con­tun­dente de esta cruda reali­dad es la situa­ción de las eco­no­mías regionales.
Obvia­mente que las deva­lua­cio­nes no resuel­ven los pro­ble­mas de com­pe­ti­ti­vi­dad. Pero tam­bién es obvio que la inefi­cien­cia que genera esta polí­tica eco­nó­mica por la asfi­xiante carga impo­si­tiva, la falta de infra­es­truc­tura, prohi­bi­cio­nes y demás regu­la­cio­nes, con­du­cen inevi­ta­ble­mente a una devaluación.
El gobierno no va a dar mar­cha atrás en su polí­tica eco­nó­mica. Es más, aun­que qui­siera ya no es creí­ble para atraer inver­sio­nes, por lo tanto lo único que cabe espe­rar que es dejen tie­rra arra­sada si, como es pro­ba­ble, no logran eter­ni­zarse en el poder.
Si en las elec­cio­nes de octu­bre tiene una derrota que le impida ir por la re reelec­ción, dobla­rán la apuesta des­tru­yendo el escaso stock de capi­tal que queda para tra­tar de sos­te­nerse hasta el 2015.
Sobre este último punto y otro más quiero dejar algo bien en claro. He escu­chado varias veces que dife­ren­tes polí­ti­cos y perio­dis­tas dicen que quie­ren que a la pre­si­dente le vaya bien. Me parece un ver­da­dero dis­late decir que uno quiere que le vaya bien a alguien que quiere impo­ner una dic­ta­dura. Una cosa es ser polí­ti­ca­mente correcto y otra muy dife­rente es decir estu­pi­de­ces, por­que real­mente hay que ser estú­pido para decir que quie­ren que le vaya bien a un pro­yecto dictatorial.
El segundo punto tam­bién se lo he escu­chado a perio­dis­tas y polí­ti­cos. Dicen: la pre­si­dente tiene que ter­mi­nar su man­dato en 2015. ¿Por qué si la Cons­ti­tu­ción prevé la des­ti­tu­ción en el artículo 53? No nece­sa­ria­mente un pre­si­dente tiene que ter­mi­nar su man­dato si es res­pon­sa­ble de algu­nas de las cau­sa­les de jui­cio polí­tico. En otras pala­bras, la Cons­ti­tu­ción prevé que un pre­si­dente no ter­mine su man­dato y, como dice mi amigo José Bene­gas, la Cons­ti­tu­ción es des­ti­tu­yente por­que esti­pula las cau­sas de jui­cio polí­tico para des­ti­tuir a un presidente.
Por otro lado, Alfon­sín no ter­minó su man­dato y De la Rúa tam­poco. ¿Por qué debe­ría haber una defe­ren­cia espe­cial con una pre­si­dente de ori­gen pero­nista? Si exis­ten cau­sa­les para su des­ti­tu­ción la Cons­ti­tu­ción las esta­blece cla­ra­mente. Por eso me parece otro dis­pa­rate decir que la pre­si­dente tiene que ter­mi­nar su man­dato en 2015 como si lle­gar al 2015 fuera un dogma de fe que per­mite que se vio­len las ins­ti­tu­cio­nes y los dere­chos individuales.
Pero para fina­li­zar y vol­ver al tema eco­nó­mico, habrá que ver si la pre­si­dente logra sos­te­ner esta pre­ca­ria situa­ción eco­nó­mica sin tener antes del 2015 una ver­da­dera cri­sis social.
En todo caso, sabe­mos que todos los dis­la­tes hechos en estos años en mate­ria eco­nó­mica e ins­ti­tu­cio­nal no serán gra­tis para el ciu­da­dano común. Solo queda saber quién asu­mirá el costo polí­tico de los daños cau­sa­dos. Si la actual pre­si­dente u otro político.
Autor: Roberto Cachanosky