domingo, 30 de junio de 2013

UNA NACION SIN SUEÑOS ES UNA CARAVANA SIN DESTINO

UNA NACION SIN SUEÑOS ES UNA CARAVANA SIN DESTINO

 A esta altura de los acontecimientos cuando nos hemos convertido en los hazmerreír de todo el mundo por la cantidad de cosas sin sentido que hacemos si no practicamos una severa autocrítica y cambiamos el rumbo; el destino final de nuestro país es cada vez mas incierto.
 Como primera medida debemos bucear en nuestra historia, para no repetir errores; si persistimos en nuestra conducta, todo es mas difícil.
 “Veo bandas rapaces, movidas de codicia, la mas vil de todas las pasiones, enseñorearse del país, dilapidar sus finanzas, pervertir su administración, chupar su sustancia, pavonearse insolentemente en las cínicas ostentaciones del fausto; comprarlo y venderlo todo, hasta comprarse y venderse unos a los otros a la luz del día.”
“Veo más. Veo un pueblo indolente y dormido que abdica de sus derechos, olvida sus tradiciones, sus deberes y su porvenir, lo que debe a la honra de sus progenitores y al bien de la posteridad, a su estirpe, a su familia, a si mismo y a su Dios.”
“Y se atropella en las bolsas, pulula en los teatros, bulle en los paseos, en los regocijos y en los juegos; pero ha olvidado la senda del bien; y va a todas partes, menos donde van los pueblos animosos. Cuyas instituciones amenazan derrumbarse carcomidas por la corrupción y los vicios. La concupiscencia arriba y la concupiscencia abajo... Eso es la decadencia, ... eso es la muerte.”
 Buenos Aires, 3 de abril de 1890 - José Manuel Estrada
 “En la República Argentina para obtener un negocio, hay que comprar desde el Presidente de la Nación hasta el último portero.”
 Citado por Raúl Scalabrini Ortíz de una recopilación de Víctor M. Molina del Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación del 19 de agosto de 1891.
A pesar de todo esto, nacía una nación con sueños; los de esos inmigrantes que venían de lejos a soñar con un futuro; cuyos hijos vieron en Hipólito Yrigoyen un vehículo para lograrlos.
Los mismos sueños que treinta años después otro sector marginado de la población; la Argentina oculta; visualizaba en Juan Domingo Perón.
Los sueños son nuestra razón de ser. En nuestra niñez tenemos los primeros, relacionados con lo que queremos ser de grande. Imitamos a nuestros padres o aquellas profesiones que nos llaman la atención.
Crecemos y nos desarrollamos por nuestros sueños. Cuando nos ponemos de novios planificamos el futuro inmediato, las vacaciones. Con el casamiento ya pensamos en los hijos y en sus propios sueños reciclados.
Los sueños motorizan nuestra vida; el de la casa propia; del auto cero kilómetro; del viaje a Europa; el negocio que nos convierte en independientes.
Durante décadas el esfuerzo era transmitido por los padres, con el objetivo que cada generación fuese mejor. “Mi hijo el dotor” era el símbolo de lo que estoy expresando.
La sumatoria de los millones de sueños individuales motorizan los de la nación. Quienes planifican el futuro lo hacen pensando en desarrollarlo con seguridad personal, sin sobresaltos económicos ni sociales.
Durante muchos años hasta la llegada del Menemismo el gobierno fomentaba esos sueños financiando la compra a largo plazo de la vivienda por medio del Banco Hipotecario; incentivaba la producción con el Banco Industrial; motorizaba el crecimiento con el Banco Nacional de Desarrollo.
La república hoy anda a la deriva, no planifica a futuro; todo es inmediatez; tapar los agujeros.
Le han quitado los sueños a la gente; aquellos que aún creen en algo ocupan gran parte de su tiempo en ver como hacen para protegerse de la inseguridad; de los cambios bruscos de las reglas de juego; del flagelo de la droga.
Se observa la población caminando por la calle sin un norte definido, desconfiando de todo aquel que se acerca mas de lo debido; ensimismados en sus problemas; con el horizonte cada vez mas alto e incierto.
Los argentinos semejamos una caravana peregrinando sin destino; nos hemos vuelto tan inmediatitas como pretenden nuestros gobernantes. La primer aspiración es llegar sano y salvo a casa.
Está todo trastocado; aquello que contábamos como un derecho adquirido se ha convertido en un objetivo a conseguir y con gran esfuerzo.
Ya no tenemos sueños, solo aspiraciones de mínima. Antes pensábamos en el futuro de nuestros hijos; hoy solo deseamos verlos regresar sanos y salvos; el gran objetivo es que no los envuelva la droga.
Nuestros padres fundacionales hicieron la patria tratando de cumplir sus sueños. Hoy, muchos de esos sueños se trastocaron por la involución que hemos sufrido estos últimos años. Si aspiramos a ser una nación con todas las letras, debemos cumplir, primero, esos sueños inconclusos del pasado, para, luego, realizar los propios.
Si no lo hacemos seguiremos siendo una caravana peregrinando sin destino que, de a poco, se irá dispersando hasta que el último llegue sin saber donde ni para que.