viernes, 26 de abril de 2013

QUERIDA MARIA JULIA: "TE PIDO NOS PERDONES EN NOMBRE DE TODOS"

María Julia Alsogaray-4-13
Un nuevo llamado a juicio para vos, esta vez por una causa que ya ha prescripto, en tanto el terrible riojano hijo de puta sigue abulonado a su banca de senador. Buá; en realidá, y si uno repara en muchos de los legisladores que se pavonean por cualquiera de las dos Cámaras del Congreso de la Nación, concluirá conmigo, en que, si bien le van en zaga, no por ello se les debería eximir del rótulo más agraviante que se pueda dispensar a alguien en cualquier país del mundo, excepción hecha de nuestra Argentina. ¡Por supuesto que de ahí el que me tome semejante permiso, que seguramente no habrá de incomodar a ningún terrible hijo de puta. ¿Comprende?
Ricardo Pareja2Y hablando de agravios, estoy en condiciones de asegurarle que existen dos personajes que se disputan “La Supremacía Bourne”, en el afán de consagrarse definitivamente. Me estoy refiriendo a Miguel Ángel Pichetto, mezcla rara de Humphrey Bogart con escarlatina y Condorito, y Agustín Rossi, (a) “la chiva” para los amigos, y demasiados alias para aquellos que no son sus amigos, o sea, prácticamente todos. Sin embargo, entre ellos, observo una sustancial diferencia. A ver: el primero, más allá de repugnancia, me genera una suerte de ternura. El recinto de la cámara alta le cae, cuando menos, como una sala de partos a través de vías naturales. Humphrey sufre, padece, agoniza en las sesiones. “La Chiva”, en cambio, dueño al igual que el anterior de un penoso curriculum vitae, disfruta de las que se llevan a cabo en la cámara baja, y no creo que el motivo sea el que queda mucho más cerca de la puerta de calle, por la que deben salir custodiados por expertos, siempre en vehículos importados alta gama, marcas BMW o Mercedes Benz, no obstante la amplísima variedad y cantidad de automóviles que fabrica, a decir de La Señora, nuestra industria nacional. Sigo. A mí se me ocurre que a Rossi “le hirve” la gresán de otra manera, “le hirve”. Humphrey es sanguíneo como él solo. Rossi, en cambio, sanguinario como él solo. ¿Cacha la diferencia? De todas maneras, ninguno de los dos sirve para un sorete, más allá de lo funcionales que le puedan resultar a La Señora, quien, dicho sea de paso, junto a su segundo Amado Boudou, a esta carrera de agravios la gana por varios cuerpos y de galope largo, habida cuenta de los laureles que supo, sabe y sabrá conseguir. Y perdone que se me haya escapado la vena burrera, perdone. De hecho, no me hago responsable de cualquier consideración que pretenda ensayar el lector estableciendo una malsana comparación entre La Señora, y una yegua.
Ricardo Jorge Pareja