domingo, 28 de abril de 2013

MACRI DEBE ENCONTRAR UN EQUILIBRIO




Vamos a tocar un tema álgido, políticamente incorrecto, de esos que te hacen perder seguidores en twitter, y exacerban pasiones fugaces en todos lados. Los temas que, hoy, no garpan.
Los sucesos vividos en el Borda, son un ejemplo poco feliz de lo que podemos llegar a afrontar en el futuro cercano. Es buena cosa analizar el tema, como para ir poniéndonos de acuerdo sobre el país en el que queremos vivir, a la salida de la década en que estuvimos en peligro.
El Borda
La realidad es que los movimientos de izquierda combaten y combatirán las posiciones de Mauricio Macri. Y el jefe de gobierno, con sus actitudes, justifica aquello de lo que se lo acusa.
Hay que tener en claro que, contrariamente a lo que muchos piensan, la participación de tropas K en los episodios del Borda ha sido ciertamente minoritaria. La resistencia a Macri fue realizada desde lo que se conoce como izquierda boba.
No por nada Favio Basteiro y Vilma Ripoll aparecieron ofuscados y transpirados ante las cámaras. No en vano los médicos y enfermeros de ATE usaron a algunos internos como escudo antibalas. Los conocemos de siempre. Juegan así. Golpe y victimización inmediata. No saben hacer mucho más que eso, por algo son la izquierda boba.
El punto importante aquí no es dilucidar quien comenzó los incidentes, tampoco si Macri y el Kirchnerismo acordaron negocios inmobiliarios conjuntos en la ciudad, o si la izquierda llevó gente armada al Borda. El punto es el futuro.
El péndulo
Es sabido que el Ingeniero Macri es, de cara a 2015, el caballo del comisario.
Los grupos de poder lo han elegido desde hace tiempo. Las marchas ciudadanas cuentan con el claro financiamiento del PRO, el Campo, la SRA y sectores afines,  (para el indispensable cotillón), y la eterna indefinición de Daniel Scioli hace ya bastante lo ha sacado de carrera, para instalar a Macri como el futuro presidente de la nación.
Es cada vez más la gente que se empieza a fanatizar detrás de su figura. Los nuevos referentes sociales que se apropiaron de los indignación cacerolera juegan con Bullrich y los pibes de La Solano Lima (el ala peronista del PRO) y las cosas parecen marcharle bastante bien, habida cuenta del auténtico desastre que el kirchnerismo es en todos los aspectos. Las chicas muestran orgullosas sus pecheras de "La Karina Olga" y muchos comienzan a mencionarlo como el Capriles Argentino.
No estamos diciendo que Macri será presidente, sino que están las cosas bien encaminadas como para que lo sea.
El punto es determinar si Mauricio Macri piensa conducir al país de esta manera.
Y creo que esto es algo que él mismo debería replantearse de forma profunda. Porque si no encuentra el equilibrio adecuado entre el fracasado garantismo K y el gatillo fácil, se le hará imposible gobernar en paz. Será una fábrica de víctimas políticas.
Macri no puede comprar con tanta facilidad todos los caramelos que sus rivales le ofrecen.
La resistencia que le han hecho en el Borda es un cumpleaños de salita verde en el pelotero, al lado de lo que le harán si llega al poder.
Con un 40% de pobreza y la necesidad de ajustar variables económicas que terminarán en pérdida de empleos, sobrará gente para que los agitadores de siempre saquen a las calles a protestar. Y no se puede gobernar a fuerza de gases y corchazos. Una cosa es que Larreta le exhiba sus excusas a la liviana pregunta de Nelson Castro, otra será cuando se las tenga que brindar a la nación.
No podemos continuar con el péndulo político e ideológico, que nos lleva de derecha  a izquierda para volver a la derecha. Del gatillo fácil al garantismo a ultranza, para retornar al gatillo fácil. Hay que encontrar el equilibrio que permita que el delincuente reciba su merecido, sin responder con un tanque ante un piedrazo.
La gente que hoy defiende y justifica el accionar de Macri, debería ser la primera en analizar si no está haciendo algo similar a lo que le critica a los soldados del pingüino.
La ciudadanía debe aprender algo de las marchas de estos últimos siete meses. Donde el mensaje fue que todos queremos un país mejor. Pero no solamente mejor que el de los Kirchner, sino mejor que todos los demás. Un país serio y en serio de una buena vez y para siempre.
Y para lograr eso es imprescindible despegarse del fanatismo por un político o partido. Se llame como se llame, venga de donde venga y represente lo que represente.
Un país en serio se hace votando al candidato preferido y comenzando a controlarlo desde el mismo día de la asunción. Es la única manera de terminar con el voto fracaso, y con las legiones de votantes que, ante el desastre, se apresuran a aclarar que "yo no lo voté".
No hay futuro si nos fanatizamos de nuevo. No hay control si no controla y censura la misma gente, la verdadera dueña del país.
Fabián Ferrante