jueves, 25 de octubre de 2012

LOS JUEGOS DE AZAR

 
JUEGOS DE AZAR
SU IMPUNIDAD
OPINIÓN:
Estando los juegos de azar tremendamente difundidos en la actualidad, pueden ser un agravante de los males que su­fre la sociedad a causa del desquicio económico que se patenta en la desocupación.
Ante la falta de trabajos, a muchos el juego se ha de presentar como una alternativa salvadora, sin advertirse que contribuye a hundir mas en las perturbaciones causadas por la crisis, llevando en consecuencia a descomponer los hogares y a derrochar indebida­mente lo poco que se consiga obtener. Para peor, el juego que es usado alegre y despreocupadamente como un impulsor de programas de ventas y de búsquedas de audiencias, hace aparecer a este grave vicio como simple e inofensivo pasatiempo.
Pero el juego, cuando adquiere el carácter de una compulsión, se adueña del ánimo y se convierte en una obsesión casi irresistible. La Organización Mundial de la Salud considera a la “ludotopia” una enfermedad grave, que progresivamente domina la voluntad del pacien­te perjudicando su apreciación de los valores y su responsabilidad ante las obligaciones de todo tipo, familiares, sociales, laborales y ciudadanas. Algunos, incluso, la consideran una enfermedad que puede detenerse, atenuarse, pero no curarse.
Siendo el hombre un ser redimible, no creemos en la fatalidad de un irremediable dominio de los vicios. Creemos que el entrampado por la vorágine del juego se inclina a salir de ella si se lo ayuda con la terapia adecuada, y que los especialistas en la materia sabrán, en cada caso, cuales son ellas.
Mas aún; tenemos noticias de que aquí mismo, en Tucumán, y en el país  - Argentina -preexisten gru­pos de personas que compartiendo sus experiencias tratan de ayudar a otros a recuperarse de este mal. No creemos justo que quienes generosamente ofrecen su trabajo y su empeño en esta tarea, se sientan desamparados de la protección del Estado.
¿Qué puede hacer el Estado en esta materia? Algo es mejor que na­da. La propuesta sería a que por lo menos los afectados por el juego compulsivo puedan ver que no están solos, que hay otros a quienes también preocupa el impul­so que a ellos los atrapa. Y los particulares que están empeñados en esta tarea, merecen saber que la sociedad a través del Estado los apoya.
Por último sería deseable que el Estado que últimamente está ejerciendo una enorme presión fiscal sobre el contribuyente, investigue y verifique las enormes evasiones ante miles de maquinitas no reveladas ni declaradas y que tenga en cuenta las denuncias practicadas.
Que muchos delitos e irregularidades se denuncien, se verifiquen y que el Estado de vuelta la cara como diciendo “nada tengo que ver con esto”, es en la práctica, lo mismo que patrocinar, promover, apadrinar la inmoralidad, que queda expuesta ante la ciudadanía sin que nada la evite, la corrija, ni menos aún la castigue.
Si ante las irregularidades el poder administrador va a esquivar el bulto, pretendiendo que solo se han de corregir delitos verificados por el Poder Judicial, no las notables corrupciones del juego, entonces, por supuesto la inmoralidad ha de proliferar al amparo de esta protección oficial.
DR. JORGE B. LOBO ARAGÓN